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April 4, 2015

Miracleman # 14 - Alan Moore & John Totleben

Across the years, each blow and each embrace have left their subtle mark […] My history is locked within the still life of my coiled flesh, and if I move, it all comes spilling out”, affirms Miracleman. And thus he must move, as movement represents change, energy, life. It’s all a dance, reenacted as an offering to the gods. “Pantheon” (originally published in Miracleman # 14, April 1988) begins and ends with an ominous dance, with the rise and fall of Miracleman.

Winter has already surpassed the limits of the human mind. She’s now too powerful even for her father, Miracleman, and she grows weary of Earth and our solar system. Even the world’s mightiest hero is stretching the limits of his own perceptions. After visiting the Qys, as seen on “Hermes”, now it’s time for Miracleman and Miraclewoman to do the same with the Warpsmiths. 

Meanwhile, Liz is unable to recover from recent events. Although at the beginning of the series she was impressed by Miracleman, now she feels almost frightened by him and her baby daughter. Terrified of losing her mind, Liz decides to abandon Michael Moran and Miracleman. Immediately afterwards, the cold and highly rational Winter comes to a conclusion. She can’t learn anything from a place like Earth, and since she is powerful enough to travel to the farthest reaches of the galaxy, she will do so, seeking knowledge that no human mind could understand.

In a single chapter, Alan Moore takes away the elements that define the superhero narrative. He takes away the protagonist’s love interest, and then he removes his daughter. Without a family, and without any reason to go on, Michael Moran realizes how useless his existence is compared to the godlike Miracleman. In a fantastic double page spread, artist John Totleben conveys the loneliness experienced by Moran. Sad and tired of a life he no longer considers worthy of the effort, he gets lost in the Glencoe mountains. Before his final farewell, he gets undressed, thus getting rid of the last vestige of his past and his link to civilization. 
The dance of Miracleman / la danza de Miracleman

Totleben masterfully depicts this highly emotional sequence. The tears of Moran, the failure of the human being, are contrasted by the flawless physique and calm demeanor of Miracleman. Without anything that reminds him of his own humanity, Miracleman is now on his way of surpassing his superhuman condition and turning into a god. For Moore, clearly, this is one of the possible outcomes when dealing with supermen: sooner or later, they might become detached of their simple, ordinary and vulnerable alter egos.

And who could be more vulnerable than Johnny Bates (formerly known as Kid Miracleman)? As seen in previous chapters, Johnny is constantly bullied by 3 older boys who seem to be testing the limits of his patience. However, he refuses to utter the word that will turn him into Miracleman’s most fearsome nemesis. Johnny tries to survive in a hostile environment but, in the end, he’s unable to protect himself; this becomes evident when one of the boys takes off his pants and proceeds to brutally rape him. Defenseless after a severe beating, Johnny cannot endure the pain and the humiliation, and he does the only thing he can. He says the word that unleashes the monster that almost destroyed London. Totleben doesn’t need to be too explicit in this scene, the agony and tears in Johnny’s face are more than enough to emphasize the violent sexual assault.
The suicide of Michael Moran / el suicidio de Michael Moran

Totleben’s art is absolutely impressive, encompassing a wide array of visual exigencies: the alien settings of the Warpsmiths in one page, the melancholy and depression of Michael Moran in the next, Winter’s serene actions and the ruthless and vicious activities of the teenagers. «Amongst all John Totleben’s exceptional art on Miracleman, his work on ‘Pantheon’ dance sequence is perhaps the most striking. Totleben did numerous figure studies (pencil and India ink on tracing paper) to capture Miracleman’s dance. The results are beautiful expressions of figure and motion, anguish and regret; an intimate emotional prelude to the horror to come».
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"A través de los años, cada golpe y cada abrazo han dejado una huella sutil [...] Mi historia está encerrada en la naturaleza muerta de mi carne contraída, y si me muevo, todo se derramará hacia afuera", afirma Miracleman. Y por ende debe moverse, ya que el movimiento representa el cambio, la energía, la vida. Todo ello es una danza, recreada como una ofrenda a los dioses. "Panteón" (publicado originalmente en Miracleman # 14, abril de 1988) comienza y termina con una danza siniestra, con el auge y la caída de Miracleman.
Johnny Bates: victim of sexual abuse/ Johnny Bates: víctima del abuso sexual

Winter ya ha superado los límites de la mente humana. Ella es ahora demasiado poderosa, incluso para su padre, Miracleman, y se ha aburrido de la Tierra y de nuestro sistema solar. Incluso el héroe más poderoso del mundo está aumentando los límites de sus propias percepciones. Después de visitar a los Qys, como vimos en Hermes, ahora Miracleman y Miraclewoman harán lo mismo con los Warpsmiths.

Mientras tanto, Liz es incapaz de recuperarse de los acontecimientos recientes. Si bien al comienzo de la serie ella estaba impresionada con Miracleman, ahora se siente casi asustada por él y su hija bebé. Temiendo perder la cordura, Liz decide abandonar a Michael Moran y Miracleman. Inmediatamente después, una fría y muy racional Winter llega a una conclusión. Ella no puede aprender nada en un lugar como la Tierra, y como es lo suficientemente poderosa como para viajar a los confines de la galaxia, lo hará, buscando conocimientos que ninguna mente humana podría comprender. 

En un solo capítulo, Alan Moore elimina los elementos que definen la narrativa superheroica. Elimina a la novia del protagonista, y luego a la hija. Sin una familia, y sin ninguna razón para seguir adelante, Michael Moran se da cuenta de lo inútil que es su existencia en comparación con el divino Miracleman. En una doble página, el artista John Totleben transmite la soledad experimentada por Moran. Triste y cansado de una vida que ya no considera digna del esfuerzo, él se extravía en las montañas de Glencoe. Antes de su despedida final, se desnuda, deshaciéndose así de los últimos vestigios de su pasado y su vínculo con la civilización.
Original cover by Totleben / portada original de Totleben

Totleben retrata magistralmente esta secuencia sumamente emotiva. Las lágrimas de Moran, el fracaso del ser humano, se contrastan con el físico impecable y la actitud calmada de Miracleman. Sin nada que le recuerde su propia humanidad, Miracleman está ahora en camino de superar su condición sobrehumana para convertirse en un dios. Para Moore, claramente, este es uno de los posibles resultados cuando se trata de superhombres: tarde o temprano, podrían desprenderse de sus simples, comunes y vulnerables alter egos.

¿Y quién podría ser más vulnerables que Johnny Bates (anteriormente conocido como Kid Miracleman)? Como vimos en los capítulos anteriores, Johnny es constantemente acosado por 3 chicos mayores que parecen estar poniendo a prueba los límites de su paciencia. Sin embargo, él se niega a pronunciar la palabra que lo convertiría en el más temible enemigo de Miracleman. Johnny intenta sobrevivir en un ambiente hostil pero, al final, es incapaz de protegerse a sí mismo; esto se hace evidente cuando uno de los chicos se quita los pantalones y procede a violarlo brutalmente. Indefenso después de una severa paliza, Johnny no puede soportar el dolor y la humillación, y hace lo único que puede hacer. Pronuncia la palabra que da rienda suelta al monstruo que casi destruyó Londres. Totleben no necesita ser demasiado explícito en esta escena, la agonía y las lágrimas en el rostro de Johnny son más que suficientes para enfatizar el violento ultraje.

El arte de Totleben es absolutamente impresionante, abarcando una amplia gama de exigencias visuales: los escenarios alienígenas de los Warpsmiths en una página, la depresión melancólica de Michael Moran en la siguiente, las acciones serenas de Winter y las actividades despiadadas y crueles de los adolescentes. «En el excepcional arte de John Totleben en Miracleman, su trabajo en las secuencias de danza en 'Panteón' es quizás el más llamativo. Totleben hizo numerosos estudios de figuras (lápiz y tinta china sobre papel de calcar) para capturar la danza de Miracleman. Los resultados son bellas expresiones de figura y movimiento, angustia y pesar; un íntimo preludio emocional para el horror que está por llegar». 

January 26, 2012

Miracleman # 4 Alan Moore & Alan Davis

Jim Starlin
As Miracleman calms down and enjoys nature, there is a substantial amount of activities he could never predict. For instance, the dual personality of Bates starts to cause commotions inside his mind, will he wake up from the comma? And if he does, how will Miracleman defeat his former sidekick?

In Watchmen or V de Vendetta, Alan Moore usually included interludes, which at first seemed only like brief detours from the main plotline but that would subsequently acquire more relevance. The same happens in this series, in moments such as the conversation Miracleman has with a little kid.

In the 50s, Frederick Wertham said that Batman and Robin were the ultimate gay fantasy, and he also accused Wonder Woman of being a lesbian. Because of their asexuality, superheroes were seen as suspicious characters (although this situation has changed in recent years). When this young boy finds Miracleman, clad in tights, he immediately asks him “Are you a poof?”. Moments like this could easily be seen as inconsequential, but the fact of bringing up subjects that would never be discussed in other comic book in the 80s is, indeed, quite pertinent.

Nonetheless, as Miracleman returns home he realizes Liz has been kidnapped and all hell breaks loose. Miracleman is still the mightiest mortal on Earth, and if his wife doesn’t appear he’s willing to destroy entire cities as long as he finds her. Evelyn Cream talks to his previous employers to make sure they don’t have her.

The fourth issue ends with a tale of the Miracleman Family, in which we see Miracleman, Young Miracleman and Kid Miracleman in one of their common adventures in virtual reality. They cannot know it’s all a dream, but as it’s discovered by the scientists monitoring their process, subconsciously the three supermen are fighting to wake up. “The Red King Syndrome” is a fascinating oneiric voyage, lavishly illustrated by John Ridgway, famous for his run in Hellblazer. Over 20 years later, we can find similar scenes in films such as “Eternal Sunshine of the Spotless Mind” in which the protagonist gets his past erased, even though he fights in his subconscious, while he’s asleep, to retain the memories most dear to him.

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“Are you a poof?” / "¿eres un maricón?"

Mientras Miracleman disfruta calmadamente de la naturaleza, ocurren hechos relevantes que él nunca podría predecir. Por ejemplo, la personalidad dual de Bates empieza a causar conmociones dentro de su mente, ¿despertará del coma? Y si es así ¿qué podría hacer Miracleman en contra de su antiguo aliado?

En “Watchmen” o “V de Vendetta”, Alan Moore solía incluir interludios, que al inicio parecían solamente breves bifurcaciones de la línea argumental central pero que luego adquirirían gran relevancia. Lo mismo sucede en esta serie, por ejemplo, cuando Miracleman conversa con un chiquillo.

En los años 50, Frederick Wertham dijo que Batman y Robin eran la máxima fantasía gay, y también acusó a Wonder Woman de ser lesbiana. A causa de su asexualidad, los súper-héroes fueron vistos como personajes sospechosos (aunque esta situación ha sido modificada en años recientes). Cuando un muchachito encuentra a Miracleman, en mallas ajustadas, inmediatamente le pregunta "¿eres un maricón?". Momentos así podrían ser vistos como triviales, pero el hecho de traer a colación un tema que nunca se hubiese discutido en otro cómic de los 80 es, de hecho, bastante pertinente.

No obstante, al regresar a casa Miracleman descubre que Liz ha sido raptada y eso lo enloquece. Es el mortal más poderoso del mundo y si su esposa no aparece está dispuesto a destruir ciudades enteras hasta encontrarla. Evelyn Cream habla con sus antiguos jefes para asegurarse que ellos no son los responsables.
John Ridgway

Este cuarto ejemplar termina con un relato de la familia Miracleman, en donde vemos a Miracleman, Young Miracleman y Kid Miracleman en una de sus aventuras típicas en la realidad virtual. Ellos no pueden saber que se trata de un sueño, pero los científicos que los monitorean se dan cuenta que, a nivel inconsciente, los tres superhombres están luchando por despertar. "El síndrome del rey rojo" es una fascinante travesía onírica, ilustrada creativamente por John Ridgway, famoso por su etapa en Hellblazer. Más de 20 años después podemos encontrar escenas similares en películas como “Eternal Sunshine of the Spotless Mind” en donde el protagonista borra su pasado al tiempo que lucha en su inconsciente, mientras duerme, por retener sus más queridos recuerdos.

January 18, 2012

Miracleman # 2 Alan Moore & Garry Leach

“With great power there must also come great responsibility”. If you have read Spider-Man’s comic books or seen the movies, then these words are familiar to you. But the antithesis of this phrase is “power corrupts, and absolute power corrupts absolutely”.

Imagine that you are the most powerful creature in the world. What would you do? Would you uphold the law? Or would you change the rules of the world for your own benefit? Johnny Bates had to answer those questions over 20 years ago. After the demise of Young Miracleman and the disappearance of Miracleman, he was the only one left.  Kid Miracleman had it all: he was indestructible, strong, powerful… and he decided to stay that way. Bates never returned to being human, he stayed as a superman and he grew old as a superman. Using his superhuman abilities he built the world’s greatest technological corporation, and he soon became one of the most influential men of the 20th century. That is until the day he saw on the news that Miracleman was back. Now his old ally had become the one and only possible threat to his ambitions. Moore continues to reinvent the traditional superhero rules, and instead of using an established villain he uses the hero’s sidekick, this as unexpected as seeing Robin turning against Batman and overpowering his former mentor.

When Moran realizes that his old sidekick is now a psychopathic monster, he utters the word kimota and becomes Miracleman once again. But Kid Miracleman has had over two decades to hone his skills, to increase his powers, and Miracleman soon realizes he is no match for Bates. As two titanic forces unleash their full power, everyone in England realizes that the flying man in the news was no hoax at all. Overwhelmed by the attack, Miracleman cannot defeat his opponent, and yet giving up is not an option. Injured and barely able to stand up, Miracleman finally understands that for all his power, his final hour has come. And then, in a moment of indescribable pride, Bates pronounces the name of the hero ‘Miracleman’, which happened to be the word he had to say in the past to revert to human form.

Johnny Bates is once again an innocent and sweet child, but guilt for all his actions as Kid Miracleman is too much for his mind to bear and he crumbles into a catatonic state. A few days later, Moran thinks about his life: as Miracleman he is young and handsome, and much smarter than most men, as Moran, he’s just an ordinary, out of shape guy. To make matters worse, Liz is now pregnant. Moran’s infertility had prevented pregnancy for years, but one sexual encounter between Liz and Miracleman was more than enough. Justifiably, Moran starts feeling like a useless man, will he feel tempted to live his life as a superhuman, just like Bates did? In the 50s, Moran and Miracleman were quite interchangeable characters, but not here. Moore creates two very different individuals, and thus strengthens the exscinded nature of an already troubled protagonist. This is the true postmodern subject, so it’s no surprise to read critics labeling this series as deconstructionist.

Garry Leach had masterfully balanced his groundbreaking visual efforts with his insuperable storytelling approach, there were no random fragments or loose lines in his panels, everything was so carefully orchestrated that it soon became obvious for him that he needed more time to finish his pages. Because of this, another well-known British artist, Alan Davis, started penciling the pages that would be later inked by Garry Leach. Unfortunately, Garry’s perfectionism would require more time than usual, and so Alan Davis became the sole artist of the title.  
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"Un gran poder conlleva una gran responsabilidad". Si has leído cómics de Spider-Man o has visto las películas, entonces estas palabras te resultarán familiares. Pero la antítesis de esta frase es "el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente".

Imagina que eres la criatura más poderosa del mundo. ¿Qué harías? ¿Defenderías la ley? ¿O cambiarías las reglas del mundo para tu propio beneficio? Johnny Bates tuvo que responder estas preguntas hace 20 años. Luego del fallecimiento de Young Miracleman y la desaparición de Miracleman, él fue el único que quedó. Kid Miracleman lo tenía todo: era indestructible, fuerte, poderoso... y decidió seguir así. Bates nunca regresó a su forma humana, continuó siendo un superhombre y envejeció como un superhombre. Usando sus habilidades sobrehumanas construyó la corporación tecnológica más grande del mundo, y se convirtió en uno de los hombres más influyentes del siglo XX. Hasta el día en que vio en las noticias que Miracleman había regresado. Ahora, su viejo aliado se había convertido en la única amenaza posible a sus ambiciones. Moore continúa reinventando las reglas súper-heroicas tradicionales, y en vez de usar un villano tradicional utiliza al aliado del héroe, esto es tan inesperado como ver a Robin luchando contra Batman y derrotando a su antiguo mentor.

Cuando Moran descubre que su viejo aliado es ahora un monstruo psicótico, susurra la palabra kimota y se convierte en Miracleman nuevamente. Pero Kid Miracleman ha tenido dos décadas para perfeccionar sus habilidades e incrementar sus poderes, y Miracleman se da cuenta que no está a la altura de Bates. Cuando estas dos fuerzas titánicas desatan todo su poder, la gente comprueba que el hombre volador no era ninguna farsa. Abrumado por el ataque, Miracleman no puede derrotar a su oponente, aunque rendirse tampoco es una opción. Herido y apenas capaz de ponerse en pie, Miracleman finalmente comprende que su hora final ha llegado. Y entonces, en un momento de indescriptible orgullo, Bates pronuncia el nombre del héroe 'Miracleman', es decir, la palabra que en el pasado lo revertía a su forma humana.

Johnny Bates vuelve a ser el niño dulce e inocente de antaño, pero la culpa por sus acciones como Kid Miracleman es más de lo que su mente puede soportar y cae en un estado catatónico. Algunos días después, Moran reflexiona sobre su vida: como Miracleman es joven y guapo, y mucho más inteligente que los hombres normales, como Moran es un sujeto ordinario, fuera de forma. Para empeorar las cosas, Liz está ahora embarazada. La infertilidad de Moran había evitado este suceso por años, pero un encuentro sexual entre Liz y Miracleman fue más que suficiente. Justificadamente, Moran empieza a sentirse como un hombre inservible, ¿se sentirá tentado a vivir su vida como un superhombre, al igual que Bates? En los años 50, Moran y Miracleman eran personajes bastante intercambiables, pero ya no. Moore crea dos individuos diferentes, y fortalece la naturaleza escindida de un protagonista conflictuado desde un inicio. Este es el verdadero sujeto postmoderno, así que no me sorprende que los críticos consideren esta serie como deconstruccionista.

Garry Leach combina sus innovadores esfuerzos visuales con un insuperable manejo de las secuencias, no hay fragmentos al azar ni líneas sueltas en sus paneles, todo es cuidadosamente organizado y por ello empezó a necesitar más tiempo para terminar sus páginas. A causa de esto, otro reconocido artista británico, Alan Davis, empezó a dibujar a lápiz mientras Garry Leach se encargaba del entintado. Desafortunadamente, el perfeccionismo de Garry requería cada vez más tiempo, y fue así como Alan se convirtió en el único artista del título.

Art by Alan Davis