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September 28, 2015

Mundo cuy: retrospectiva de Juan Acevedo - ICPNA

Aunque no hubo mayores sorpresas en agosto, setiembre en cambio ha sido uno de los mejores meses en el panorama artístico limeño. Además de interesantes exposiciones, este ha sido un mes protagonizado por Juan Acevedo y por el MALI, que celebra por estas fechas su renovado compromiso con el arte.

Empecemos con las muestras del mes, como “Terra” de Marcelo Peirano Blondet, exposición organizada por el Centro Colich. Los cuadros de Peirano están llenos de luz y color, son un torbellino cromático que nos arrastra y nos cautiva. Con un gran dominio del pincel, Peirano ha logrado deslumbrar al público y a la crítica especializada. La noche de la inauguración tuve la suerte de encontrarme con Luis Peirano, quien fuera mi profesor de actuación en la Católica, algunos años antes de ser ministro de cultura del Perú. 

En el Centro Cultural Juan Parra del Riego, mi amigo David Rejas organizó la colectiva “Monocromo by Blend”, con artistas como Elias Alayza, Kike Congrains, Santiago Bustamante y Adriana Tomatis. Los cuadros de David me encantaron, y debo decir que quedé muy satisfecho con el alto nivel de esta colectiva.

Dédalo presentó “Blemias” de Jorge Caparó, magnífica muestra de dibujo e ilustración, en la que el artista retrata con gran detalle y soberbio realismo a una serie de animales acéfalos; destacan sobre todo los desnudos masculino y femenino, en gran formato, y el trabajo en acuarela. En todos los cuadros, el trazo preciso y cuidadoso de Caparó marca la pauta.

La Galería Lucía de la Puente cedió su sala principal a Alicia Ehni y sus “Reflejos de piedra”, maravillosa muestra de esculturas realizadas en mármol de Carrara, labor que la artista realizó durante dos años en el sur de Italia. La última vez que Ehni expuso su obra en el Perú fue hace casi veinte años, así que la noche de la inauguración fue doblemente especial.
Juan Acevedocasi medio siglo de labor creativa.
La Galería Cecilia González organizó una colectiva sólo de damas: Carolina Bazo, Nani Cárdenas, Muss Hernández, Luana Letts, Mariu Palacios y Mariana Riveros. En “Camino a Odeón” podemos ver algunas piezas estupendas, pero también otras con conceptos poco inspirados y una ejecución un tanto pobre.
Mario Vargas Llosa, Martín Adán, Sebastián Salazar Bondy y Alfredo Bryce Echenique. Fotografías de Baldomero Pestana.
La Galería Germán Krüger Espantoso del ICPNA, presenta la mejor retrospectiva del 2015: “Mundo cuy” de Juan Acevedo, un merecido homenaje al más importante autor de cómics del Perú. Con más de 400 originales en exhibición, “Mundo cuy” se convierte en una muestra imprescindible, no solamente del ámbito historietístico nacional sino del arte en general. Cuando yo todavía estaba en el colegio, era un lector apasionado de “El cuy” y “La araña No”, descubrir estas obras significó no solamente un deleite estético muy especial sino también la comprobación de que incluso en un medio tan adverso como el nuestro, un guionista y dibujante de cómics podía abrirse camino. Al llegar a la galería fue inevitable recordar el pasado y admirar con insistencia el maravilloso arte de Juan Acevedo. Recorrí durante 3 horas la sala, y ni siquiera me di cuenta del paso del tiempo. Agradezco al ICPNA por esta magnífica iniciativa. Ya era hora de celebrar el talento de uno de los mejores artistas de nuestro país.
97 empleadas domésticas - Daniela Ortiz

El Museo de Arte Contemporáneo (MAC), por su parte, nos ofrece “El lenguaje universal del diseño italiano – Premio Compasso d'Oro”, curioso ensamblaje de piezas de diseño provenientes de Italia. Aunque, indudablemente, lo mejor del MAC este mes es “Retratos peruanos” de Baldomero Pestana: una selección de inolvidables fotografías de lo que podríamos llamar la edad de oro de las letras y las artes peruanas: reveladoras imágenes de Mario Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro y Alfredo Bryce Echenique en su juventud, melancólicas tomas de José María Arguedas, Martín Adán y Sebastián Salazar Bondy, y animados encuadres de artistas como Fernando de Szyszlo, Gerardo Chávez, Leslie Lee, Sabino Springett y Herman Braun-Vega. Baldomero Pestana fotografió a los mejores escritores y artistas peruanos en la Lima de aquellos tiempos en la que “ser un artista o un escritor equivalía a ser un marginado, un paria, un loco benigno, alguien pintoresco o acaso excéntrico, pero en cualquier caso condenado a la desconfianza y a la derrota”, como explica nuestro premio Nobel de literatura. 

Finalmente, en setiembre el Museo de Arte de Lima abrió las puertas de su segundo piso, totalmente remodelado y restaurado, consolidándose así como uno de los mejores espacios artísticos de todo el país. Si en el primer piso el MALI ya había emprendido notables iniciativas en tan sólo 4 salas de muestra, ya pueden imaginarse todo lo que hay por ver en el segundo piso, con 34 salas recién estrenadas. 
my drawing (color version) / mi dibujo (versión a color)

El primer piso, como ya es habitual, sigue estando destinado sobre todo al arte peruano contemporáneo. Allí, la mejor propuesta es la de Daniela Ortiz de Zevallos; “97 empleadas domésticas” nos obliga a reflexionar sobre un tipo de racismo que se ha insertado tan firmemente en nuestra sociedad que muchas veces ya ni siquiera somos capaces de reconocerlo. El texto curatorial de la muestra explica muy bien qué es lo que Daniela Ortiz nos quiere decir con estas imágenes: “Concebido en su integridad en base a fotografías descargadas de la red social Facebook, el proyecto 97 empleadas domésticas contiene una mirada penetrante a una de las formas de discriminación social y laboral que caracterizan y dan forma a una parte de la realidad peruana. En base a una cuidada selección de fotos del Facebook, en las que los retratados aparecen en escenas cotidianas o de alguna celebración familiar, Daniela Ortiz devela con sutileza cómo en los encuadres fotográficos y ‘neutrales’ de la auto-representación familiar de las clases pudientes, el personal de trabajo doméstico queda invisibilizado, y dejado cuidadosamente en segundo o tercer plano cuando no directamente en las sombras. Es precisamente en el énfasis de esa invisibilización en la que, a expensas del entorno representativo original y de su propia mirada cotidiana, la artista logra evidenciar un sencillo mecanismo de subalternización, en el que la diferencia étnica y social es obliterada. El resultado es una sutil instalación y una precisa reutilización conceptual del proceso fotográfico que descubre dinámicas latentes en la sociedad limeña contemporánea”. En años anteriores, Daniela Ortiz ya me había sorprendido gratamente, por ejemplo en la muestra “¿Y qué si la democracia ocurre?”, no es la primera vez que ella es la que más destaca en una muestra colectiva, y seguramente no será la última.

Aunque he visitado el MALI con frecuencia, al menos desde el 2010, nunca había tenido oportunidad de visitar el segundo piso. El proceso de adecuación de las salas ha tomado más de 5 años y hoy, por fin, ya es una realidad. Subí al segundo piso y la colección permanente del MALI me dejó deslumbrado. Caminé horas por las 34 nuevas salas del museo, y quedé encantado. Se empieza por el área de arte precolombino, en donde uno puede hacer un repaso por las cabezas clavas Chavín, los huacos Mochica, los telares Nazca, la orfebrería preincaica en oro y en plata, y un sinfín de objetos fascinantes que nos remiten a nuestro rico legado cultural. Luego está el área de la conquista, el virreinato, la república, etc. Cada etapa de nuestra historia está representada con el arte que corresponde a la época. Finalmente, entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX encontramos a los primeros grandes maestros de la pintura peruana, con exponentes de la talla de Carlos Baca-Flor o José Sabogal. Pese al recorrido exhaustivo que realicé, me quedé con las ganas de regresar otro día y ver todo con más calma.