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September 30, 2016

The Facts in the Case of the Departure of Miss Finch - Neil Gaiman & Michael Zulli

Information is a privilege and in many cases a most useful resource. Imagination, on the other hand, may be deemed as impractical or simply unnecessary. If you’re a writer, having information is certainly helpful, but nothing can replace imagination. “The Facts in the Case of the Departure of Miss Finch” (originally published by Dark Horse Comics as a hardcover edition in 2008) is a delightful standalone graphic novel that reuinites these two seemingly irreconciliable positions. 

In the opening sequence we get to meet a smart, successful and famous British writer (perhaps Neil Gaiman’s alter ego) who decides to go out with two writers, close friends of his, and the enigmatic Miss Finch, a woman who seems to be an expert in a number of scientific fields. She possesses more knowledge than anyone else, and she has no problems in sharing all this information with the protagonist and the rest of the group.

Due to a series of strange coincidences, they end up in a circus. But it’s not the typical circus. First of all, it’s located underneath the streets of London, in one of the oldest parts of the city. The men and women performing in the circle are very strange creatures, some of them barely resemble normal human beings. Of course, the protagonist and their friends, confidente in the information at hand, quickly theorize about the elaboration of luminic effects, complex makeup processes and many other tricks that might explain what they’re looking at. 

“We’re always processing more information than we imagine”, affirms the protagonist. And I’d like to add that we’re constantly working with our imagination, often in mysterious and unfathomable ways; and when it’s impossible to understand the world around us then we simply imagine a different world to make sense of it all. Slowly but surely, the protagonist begins to understand that there is something eerily real behind the acts he’s witnessing.

The public goes from one room to the next, and as they move forward, the show gets weirder and weirder. There are 10 rooms, just like there are 10 circles of hell in Dante Alighieri’s Divine Comedy. And in the same way that each one of the circles of hell represents an specific stage of condemnation or a special sin, each one of the rooms in the circus represents a different state of mind, a different mood, and a physical manifestation of those things that can only exist in fantasy books or old horror movies. 

In addition to vampires, zombies, Frankenstein monsters and other citizens of the underworld, we even get to see Alice Cooper warning the public about what they might run into. Neil Gaiman and Michael Zulli had already given us a very personal reinterpretation of singer Alice Cooper in “The Last Temptation”, and this time they rebuild some of the tension and histrionism from that graphic novel.

My favorite moment involves Miss Finch and the Cabinet of Wishes Fulfill'd. For the first time in her life, she’s offered the opportunity to make her innermost wish come true. “Beware what you wish for”, goes an old Chinese proverb. And indeed Miss Finch should’ve been careful… she has one wish: to go back in time and see in person the smilodons, the sabretooth tigers, she has studied and read about for years. And then something unbelievable happens: her dream comes true. 

There is a fascinating moment in which the protagonist steps into a prehistoric forest, and he feels that he’s being watched by animals. A few seconds later, he clearly sees Miss Finch, now a beautfil cavewoman, flanked by two sabretooth tigers. The temperature, the smell of the animals, the sounds, everything is so real that he realizes this is no trick. This is actually happening, and unless he takes the necessary precautions he may very well end up devoured by these beautiful but deadly beasts.

“The Facts in the Case of the Departure of Miss Finch” is magnificently illustrated by Michael Zulli. This time, however, the artist chooses looser lines instead of his usually meticulous and precise lines, there is an undeniable beauty in his expressionistic brushwork, and even if it’s quite different from his previous works (which were much closer to Durero’s etchings than the typical and average comic book drawing), it still succeeds in conveying just the right amout of visual information, while preserving a magical atmosphere that seems to permeate every single page. In books like The Fracture of the Universal Boy, I was left in awe after admiring Zulli’s highly detailed work, and in this Dark Horse graphic novel, I’m simply surprised by his versatility as a creator.  
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La información es un privilegio y en muchos casos un recurso muy útil. La imaginación, por otro lado, puede ser considerada como poco práctica o simplemente innecesaria. Para un escritor, tener información es ciertamente útil, pero nada puede sustituir a la imaginación. “Los hechos en el caso de la partida de la señorita Finch” (publicada originalmente por Dark Horse Comics como una edición de tapa dura el 2008) es una deliciosa novela gráfica independiente que reúne estas dos posiciones aparentemente irreconciliables.

En la secuencia inicial conocemos a un escritor británico inteligente, exitoso y famoso (tal vez el alter ego de Neil Gaiman) que decide salir con dos escritores, amigos cercanos, y la enigmática señorita Finch, una mujer que parece ser una experta en diversos campos científicos. Ella posee más conocimientos que cualquier otra persona, y no tiene problemas en compartir toda esta información con el protagonista y el resto del grupo.

Debido a una serie de extrañas coincidencias, ellos terminan en un circo. Pero no es el circo típico. En primer lugar, se encuentra debajo de las calles de Londres, en una de las zonas más antiguas de la ciudad. Los hombres y mujeres del circo son criaturas muy extrañas, algunos de ellos apenas parecen seres humanos normales. Por supuesto, el protagonista y sus amigos, confiados en la información, teorizan rápidamente acerca de la elaboración de efectos lumínicos, complejos procesos de maquillaje y muchos otros trucos que podrían explicar lo que están viendo. 

“Siempre estamos procesando más información de lo que imaginamos”, afirma el protagonista. Y me gustaría añadir que estamos trabajando constantemente con nuestra imaginación, a menudo en formas misteriosas e insondables; y cuando es imposible entender el mundo que nos rodea entonces simplemente imaginar un mundo diferente ayuda a dar sentido a las cosas. Poco a poco, el protagonista comienza a entender que hay algo extrañamente real detrás de los actos que está presenciando.

El público pasa de una habitación a otra, y mientras se mueven hacia adelante, el espectáculo se vuelve más raro y más raro. Hay 10 habitaciones, al igual que los 10 círculos del infierno en la Divina Comedia de Dante Alighieri. Y de la misma manera que cada uno de los círculos del infierno representa una etapa específica de la condena o un pecado especial, cada una de las habitaciones en el circo representa un estado diferente de la mente, un estado de ánimo diferente, y una manifestación física de esas cosas que sólo pueden existir en los libros de fantasía o en las películas de terror antiguas.

Además de los vampiros, zombis, monstruos de Frankenstein y otras creaturas del mundo subterráneo, también vemos por ahí a Alice Cooper dándoles advertencias al público. Neil Gaiman y Michael Zulli ya nos habían dado una reinterpretación muy personal del cantante Alice Cooper en “La última tentación”, y esta vez reconstruyen de modo similar la tensión y el histrionismo de esa novela gráfica.

Mi momento preferido involucra a la señorita Finch y el Gabinete de los deseos cumplidos. Por primera vez en su vida, a ella le ofrecen la oportunidad de hacer realidad sus deseos más íntimos. “Ten cuidado con lo que deseas”, dice un viejo proverbio chino. Y de hecho la señorita Finch debería haber sido cuidadosa... ella tiene un deseo: volver atrás en el tiempo y ver en persona a los esmilodontes, los tigres dientes de sable, que ha estudiado e investigado por años. Y entonces ocurre algo increíble: su sueño se hace realidad.

Hay un momento fascinante en el que el protagonista se mete en un bosque prehistórico, y siente que está siendo observado por los animales. Unos segundos más tarde, él ve claramente a la señorita Finch, ahora una hermosa cavernícola, flanqueada por dos tigres dientes de sable. La temperatura, el olor de los animales, los sonidos, todo es tan real que él se da cuenta de que esto no es un truco. Esto realmente está sucediendo, y a menos que tome las precauciones necesarias podría ser devorado por las preciosas pero mortales bestias.

“Los hechos en el caso de la partida de la señorita Finch” está magníficamente ilustrado por Michael Zulli. Esta vez, sin embargo, el artista elige líneas más flexibles en lugar de su enfoque por lo general meticuloso y preciosista, hay una innegable belleza en su pincelada expresionista, e incluso si es muy diferente de sus trabajos anteriores (que eran mucho más cercanos a los grabados de Durero que al típico dibujo de un cómic y promedio), igual logra transmitir una gran cantidad de información visual, preservando al mismo tiempo un ambiente mágico que parece impregnar cada página. En libros como “The Fracture of the Universal Boy”, me quedé asombrado después de admirar el trabajo tan detallado de Zulli, y en esta novela gráfica de Dark Horse, simplemente estoy sorprendido por su versatilidad como creador.

April 27, 2015

Planetary # 12 - Warren Ellis & John Cassaday

An efficient archeologist should be a good detective. Finding relics of the past is, indeed, like finding clues of a mystery we have yet to unravel. The more artifacts from the past we find, the closer we can get to the truth. The Archeologists of the Impossible have been making the most startling discoveries, but they still needed to make their greatest one so far: the identity of the Fourth Man.

During 11 issues and almost 2 years, Warren Ellis had been slowly feeding us with hints and camouflaged truths. Elijah Snow, the protagonist, had also been making inquiries about his past. And after his meeting with John Stone in the pages of “Cold World”, Snow comes to a painful realization. In the classic tragedy by Sophocles, it takes Oedipus a long time to figure out that he was the murderer of his own father. In a similar way, it took Snow years to accept what he already knew deep down: “I’m the Fourth Man”, he declares. 

Knowledge is power, and in the case of Snow the power is all too real. Now that he has recovered his memory he has also regained his superpowers. “I’ve spent the last several years unable to remember that I’ve been writing the Planetary Guide since 1925”, explains Snow. But what is even more incredible is that in 75 years, he hasn’t aged a day. He remembers being trained by Sherlock Holmes in the late 19th century to become the world’s greatest detective. He also remembers being an Archeologist of the Impossible at least a century before Planetary existed.
Elijah Snow is upset / Elijah Snow está enojado

Due to a peculiar coincidence, my first introduction to this fascinating universe was “Memory Cloud” (published in Planetary # 12, January 2001). I jumped right into the middle of an ongoing investigation without knowing much about the suspects, but it was clear to me, even then, that this was one of the best mysteries I could ask for. Years later, I had the chance to acquire and read the first issues of Planetary, and I was able to put the pieces of the puzzle by myself. Ellis, a superb storyteller, provided the reader with just enough information while unveiling the evidence that would lead us, and Elijah Snow himself, to learn the secret of the Fourth Man.

Certainly, the big reveal was already announced in the cover. A magnificent exercise of collage that reunites 256 frames in the background with an ethereal image of Elijah Snow in the front. All of Planetary (up to this point) can be seen in those 256 frames, every cover, every page of every issue is there, to reminds us that Warren Ellis wasn’t improvising… that he had, in fact, set in motion a series of events that could only lead to the present outcome.

When I first read “Memory Cloud”, over a decade ago, I wasn’t familiar with John Cassaday’s art. And I was simply blown away by his style. In many ways, he seemed to reunite the best features of my favorite artists: Cassaday had a full grasp on sequential narrative that reminded me of John Byrne; he had a very fine and delicate line that could be compared to Brian Bolland’s brush; he had the ability to include a hundred details like Geof Darrow or boil it all down to its minimal expression, like Frank Quitely does sometimes; he also had a unique understanding of anatomy and a love for architecture that I could only find in masters like Barry Windsor-Smith. Obviously, I became a fan right away, and I continue to be a huge admirer of Cassaday to this day. 
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Un arqueólogo eficaz debería ser un buen detective. Encontrar reliquias del pasado es, en efecto, como buscar las pistas de un misterio que todavía no hemos desentrañado. Mientras más artefactos del pasado encontremos, más cerca de la verdad estaremos. Los Arqueólogos de lo Imposible han hecho sorprendentes descubrimientos, pero todavía les falta el más importante: la identidad del Cuarto Hombre.
Snow unleashes his powers / Snow da rienda suelta a sus poderes

A lo largo de 11 ejemplares y casi 2 años, Warren Ellis poco a poco nos estuvo proporcionando pistas y verdades camufladas. Elijah Snow, el protagonista, también había estado haciendo preguntas sobre su pasado. Y después de su encuentro con John Stone en las páginas de “Mundo frío”, Snow acepta la dolorosa revelación. En la tragedia clásica de Sófocles, Edipo tardó mucho tiempo para darse cuenta de que él era el asesino de su propio padre. De manera similar, Snow se tardó años para asumir lo que ya sabía en el fondo: “Yo soy el Cuarto Hombre”, declara.
The Fourth Man / el Cuarto Hombre

El conocimiento es poder, y en el caso de Snow el poder es totalmente real. Ahora que ha recuperado su memoria también ha recuperado sus superpoderes. “He pasado los últimos años incapaz de recordar que he estado escribiendo la Guía Planetaria desde 1925”, explica Snow. Pero lo que es incluso más increíble es que en 75 años, no ha envejecido ni un día. Él recuerda haber sido entrenado por Sherlock Holmes en el siglo 19 para convertirse en el mejor detective del mundo. También recuerda ser un Arqueólogo de lo Imposible al menos un siglo antes de que existiera Planetary. 
it's time to send a message / es hora de enviar un mensaje

Debido a una peculiar coincidencia, mi primera introducción a este fascinante universo fue “Nube de memorias” (publicado en Planetary # 12, enero de 2001). Salté justo en medio de una investigación en curso sin saber mucho sobre los sospechosos, pero era claro para mí, incluso entonces, que este era uno de los mejores misterios posibles. Años más tarde, tuve la oportunidad de adquirir y leer los primeros números de Planetary, y tuve la oportunidad de armar las piezas del rompecabezas por mí mismo. Ellis, un magnífico contador de historias, proveía al lector con información suficiente, mientras que revelaba la evidencia que nos llevaría a nosotros, y al propio Elijah Snow, a descubrir el secreto del Cuarto Hombre.

Ciertamente, la gran revelación ya estaba anunciada en la portada. Un magnífico ejercicio de collage que reúne 256 paneles con una imagen etérea de Elijah Snow en primer plano. Todo “Planetary” (hasta este punto) se puede ver en los 256 paneles, todas las portadas, cada página de cada ejemplar están ahí, para recordarnos que Warren Ellis no estaba improvisando... que Ellis, de hecho, había puesto en marcha una serie de eventos que sólo podían conducirnos al presente desenlace.

Cuando leí por primera vez "Nube de memorias", hace una década, no estaba familiarizado con el arte de John Cassaday. Y simplemente quedé impresionado con su estilo. En muchos sentidos, parecía reunir las mejores características de mis artistas favoritos: Cassaday tenía una comprensión absoluta de la narrativa secuencial que me recordaba a John Byrne; tenía una línea muy fina y delicada que podría ser comparada con el pincel de Brian Bolland; tenía la habilidad de incluir un centenar de detalles como Geof Darrow o resumirlo todo a su mínima expresión, como Frank Quitely hace a veces; también tenía una comprensión única de la anatomía y un amor por la arquitectura que sólo he podido encontrar en maestros como Barry Windsor-Smith. Obviamente, me convertí en un fan de inmediato, y hasta el día de hoy sigo siendo un gran admirador de Cassaday.