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January 10, 2012

Bunny

We don’t have enough room for pets, but in 2003 my parents agreed to buy my brother a white rabbit, who answered to the awfully original name of ‘Bunny’. And so the years went by and we grew fond of Bunny.
Michael Zulli
Bunny (2003-2012)
Yesterday, she fell down from our roof and had a rather abrupt death. It’s unbelievable but after nine years you can develop a special bond with an animal. We were all at home, my dad, my mom, my brother. And it was like one of our relatives had passed away.


We buried Bunny last night. It was a sad moment for the family. And then, today I was still feeling kind of sad and when I checked my blog’s stats, I realized that my “Fracture of the Universal Boy” post had over 1000 visits in less than 24 hours. I didn’t understand why and then I realized it was because Neil Gaiman, in twitter, had written about my ‘inspiring blog’ and my post about Michael Zulli’s graphic novel. 

Neil is not only an awarded and successful writer, but he’s also one of my all-time favorite comic book authors. To have him say all these nice things about me was like a dream come true. And I remembered how passionate is Neil with his cats. And suddenly it all kind of made sense in a weird sort of way. Thanks Neil, again, not only for being there as a revered name on the cover of books but also as a totally unexpected friend that shows up when the need arises.


If you have something you want to share about your dogs, cats (or rabbits) please feel free to do so. I’ll really appreciate it.   
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Neil Gaimen - twitter
Blog's stats / estadísticas del blog


Por cuestiones de espacio no tenemos perros ni gatos. Pero mi hermano menor quería una mascota, así que el 2003 mi papá le compró una coneja, bautizada luego como ‘Bunny’ (un nombre terriblemente original, sin duda, pero al que nos acostumbramos rápidamente). La coneja se convirtió en la engreída de la casa, los años iban pasando y ella seguía brincando y corriendo por la azotea con mucho entusiasmo.


El día de ayer, no obstante, tocan el timbre y nos avisan que la coneja se ha caído del techo de la casa. Difícil saber si fue un tropiezo del animalito o si es que, con nueve años a cuestas, su agilidad ya no era la misma. Mi hermano la recogió enseguida, la echó sobre un par de almohadas pero ya no había nada que hacer. La coneja estaba inmóvil. Estábamos todos en casa: mi papá, mi mamá, mi hermano y yo, y parecía que hubiera muerto alguien de la familia. Son inexplicables esos lazos que establecemos con nuestras mascotas, y a veces parece mentira que su muerte nos afecte pero así es.


Nunca me hubiera imaginado que podría sentirme triste por la coneja de mi hermano, pero después de nueve años ya no se trataba simplemente de un animal cualquiera. Ella era Bunny, y tal como lo haría un perro, siempre asomaba la cabecita cuando la llamábamos por su nombre, o se paraba en dos patas cuando chasqueábamos los dedos. Así que enterrarla en el jardincito de la puerta de la casa convirtió esas horas en una noche inesperadamente triste para toda la familia.


Hoy, cuando subí a la azotea tuve una sensación un poco extraña. Todo seguía igual de sucio y desordenado (al fin y al cabo, la empleada rara vez limpia allá arriba) pero Bunny ya no estaba ahí. Luego entro a mi blog y veo que mi post sobre “The Fracture of the Universal Boy” ha tenido más de mil visitas en menos de un día, y todas vienen de twitter. 

Indago un poco más y descubro por qué: Neil Gaiman, uno de los escritores británicos más premiados y exitosos (tanto en Inglaterra como en Estados Unidos), y uno de mis autores favoritos, había recomendado que leyeran mi ‘inspirador blog’, concretamente, mi post sobre la novela gráfica de Michael Zulli. Recordé entonces lo apasionado que es Neil con sus gatos, y un texto que debo haber leído en alguna entrevista sobre los sentimientos que tenemos hacia nuestras mascotas y sobre la pérdida. Esto también ha sido algo totalmente inesperado, aunque en este caso me ha hecho sentir bien.  
my drawing / mi dibujo


Si alguno de ustedes quiere compartir algo sobre sus mascotas, sin importar que sean perros, gatos (o conejos), siéntanse con total libertad de hacerlo.