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January 20, 2012

Miracleman # 3 - Alan Moore & Alan Davis

The battle between Miracleman and his former ally Kid Miracleman didn’t go unnoticed by the British government. To avoid future incidents, they hire an expert killer named Evelyn Cream, the man of the sapphire teeth. Evelyn Cream is a very smart and resourceful man, and thus after some research he finds out the whereabouts of the terrorist whose flesh got burned at the same instant Miracleman reappeared. Although the criminal is immobilized and cannot speak, Cream gathers enough information from him to deduce that Miracleman was one of the reporters from that day. Before long, he narrows his list down to one possibility: Michael Moran.

Cream follows Moran into his work, and when the unsuspecting man gets in the elevator and holds a child close to him, Cream warns him not to turn into Miracleman, as the sheer power of the energy will burn the child to a crisp. Cream immediately proceeds to sedate him and takes him to his secret hideout. Cream proves that even without violence he can still be a lethal adversary, but he also admits that the government has kept many secrets from him and Miracleman. Cream decides to liberate Moran, and when he says the word kimota he turns into a superman. The hero, however, understands that if Cream wanted him dead, he would have gotten away with it, so ignoring the sinister past of this man, he agrees that to be his ally for the time being. It’s rare to see heroes teaming up with villains, but Moore take this to the extreme, as he places on the same scale Miracleman’s righteousness and Cream’s cruelty, the author unites a kind and caring hero with coldblooded murderer.

What follows is Miracleman’s incursion into a top secret government location. Here Alan Moore creates a wonderfully polyphonic story that reunites the different voices of all the protagonists as they reconstruct the events of that night: the government authorities, Evelyn Cream, Miracleman, Big Ben, etc. This secret base harbors the Zarathustra Project, and in order to find out his true origin Miracleman and Cream must look into the files of the project. In the original 1950s comics, kimota was the ‘key harmonic of the universe’ and that’s how Miracleman’s amazing powers were explained. But what Miracleman learns now is that he was just a part of an elaborate scientific experiment, an experiment that made him live an entire life in an unsophisticated virtual reality full of monsters and supervillains. This is why nobody remembered the adventures of Miracleman. In his world of fantasy, he had been chosen because of the purity of his heart, in real life, he had been submitted to these experiments because he was an orphan and if he died nobody would ask questions about him. And after discovering that his whole life had been a lie, something snaps within him. 

However, after the death of the creator of the project, no one was able to successfully replicate the superhuman process, the best result so far was Big Ben, a man stronger than the average individual, but nowhere near as powerful as Miracleman. Moore manages to make of Big Ben such a pathetic adversary that we feel pity for this lesser rival, barely considered a minor nuisance by Miracleman and Cream. Nonetheless, enraged after everything he has seen, Miracleman demolishes the entire building in seconds.

Alan Davis pencils and inks every page of this issue, and he quickly establishes a very singular visual tone. Whereas Leach’s approach was darker and more sinister, Davis enhances the natural brightness of this superhero, he adds grace and purity to a superman that exudes self-confidence and joy. 
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La batalla entre Miracleman y su antiguo aliado Kid Miracleman no pasa desapercibida. Pea evitar futuros incidentes, el gobierno británico contrata a un asesino experto, Evelyn Cream, el hombre de los dientes de zafiro. Evelyn Cream es un sujeto astuto y recursivo, y luego de algunas pesquisas descubre el paradero del terrorista que sufrió quemaduras en el instante mismo de la reaparición de Miracleman. Aunque el criminal está inmovilizado, incapaz de hablar, Cream obtiene suficiente información para deducir que Miracleman era uno de los reporteros. Rápidamente, reduce la lista a una posibilidad: Michael Moran.

Cream sigue a Moran hasta su trabajo, y cuando su víctima sube en un ascensor y se acerca demasiado a un niño, Cream le advierte que no debe convertirse en Miracleman a menos que pretenda carbonizar al infante. Inmediatamente, Cream lo seda y lo lleva a su escondite. Incluso sin violencia, es un adversario letal, pero también admite que el gobierno ha mantenido demasiados secretos para ambos. Cream libera a Moran, y cuando la palabra kimota lo convierte en un superhombre, este héroe comprende que si no está muerto es por decisión de Cream. Ignorando el pasado siniestro de este sujeto, se establece una alianza entre ambos, al menos temporal. Es raro que los héroes se hagan amigos de sus villanos, pero Moore lleva esto al extremo al colocar en la misma escala la moralidad de Miracleman y la crueldad de Cream, el autor une a un héroe amable y noble con un asesino a sangre fría.

A continuación tiene lugar la incursión de Miracleman en un recinto secreto del gobierno. Aquí, Alan Moore crea una historia polifónica que reúne las diferentes voces de los protagonistas que reconstruyen los eventos de esa noche: las autoridades del gobierno, Evelyn Cream, Miracleman, Big Ben, etc. En esta base secreta se refugia el Proyecto Zaratustra, y para descubrir su verdadero origen, Miracleman revisa los archivos del proyecto. En los cómics originales de 1950, kimota era la 'clave harmónica del universo' y así era como se explicaban los fabulosos poderes de Miracleman. Pero lo que el héroe descubre es que fue parte de un elaborado experimento científico, un experimento que lo hizo vivir una vida entera en una ingenua realidad virtual poblada por monstruos y súper villanos. Es por ello que nadie recordaba las aventuras de Miracleman. En su mundo de fantasía, él había sido elegido por la pureza de su corazón, en la vida real, había sido sometido a estos experimentos porque era huérfano y si moría nadie haría preguntas. Y tras descubrir que toda su vida había sido una mentira, algo estalla dentro de él.

Luego de la muerte del creador del proyecto, nadie fue capaz de replicar con éxito el proceso sobrehumano, el mejor resultado hasta ahora era Big Ben, un hombre más fuerte que un individuo común, pero muy por debajo de la escala de Miracleman. Moore se las arregla para hacer de Big Ben un adversario patético por el que sentimos lástima, y que es apenas considerado como un fastidio menor por Miracleman y Cream. Sin embargo, furioso por todo lo que ha visto, el héroe destroza las instalaciones gubernamentales en segundos.

Alan Davis dibuja y entinta cada página de este número, y rápidamente establece un tono visual singular. Mientras el enfoque de Leach era más oscuro y siniestro, Davis aumenta la luminosidad natural de este súper-héroe, añadiéndole gracia y pureza, confianza en sí mismo y goce.