March 15, 2012

¿Y qué si la democracia ocurre? - Galería 80M2 (Malecón Pazos)

dibujo en grafito sobre papel periódico
El miércoles en la noche se inauguró la muestra “¿Y qué si la democracia ocurre?” en el malecón Pazos de Barranco. Son muchos los artistas que participan de este interesante proyecto que rememora la época más oscura del Perú, los años del terrorismo, y la década de dictadura fuji-montesinista que todos hemos vivido. Se trata de reconsiderar “las implicancias de la noción de ‘democracia’ en un escenario social marcado por la desigualdad, la discriminación y la explotación”. Participan importantes artistas como Sandra Nakamura, Alex Ángeles, Verónica Luyo Torres, Raimond Chaves, Gilda Mantilla, Antonio Páucar, Giuseppe Campuzano, Mijail Mitrovic, Milagros de la Torre, Nancy La Rosa, Haroldo Higa, Christians Luna, Musuk Nolte, Alfredo Márquez, Eliana Otta, Guillermo Valdizán Guerrero, Claudia Denegri Davies, Luz María Bedoya, Colectivo NoSINmiPERMISO, Mónica Miros, Trilce Naters, Sandra Gamarra, Natalia Revilla, Raura Oblitas, Juan Javier Salazar, Pablo Hare, Santiago Quintanilla, Sergio Abugattás Tenaud, Pablo Patrucco, Daniela Ortiz y Janine Soenens.
discriminación en imprenta

Nuevamente, la casona de malecón Pazos fue el escenario perfecto para esta tremenda congregación de artistas. Entre las obras que más me gustaron figuran, obviamente, San Marín de la serie Héroes de Patrucco, un espléndido trabajo de carbón sobre tela; pero claro, soy y siempre he sido fan incondicional de la obra de este talentoso artista (y ya he incluido trabajos suyos aquí en el blog hace un año más o menos).

En el transcurso de la noche me encontré con Hugo Alegría, que resaltó el trabajo fotográfico de Alfredo Márquez. También conversé con el artista especialista en grabados Julio Garay. Sin embargo, como en ocasiones anteriores, casi toda la noche estuve conversando con mi gran amigo y artista Marcos Palacios. Conforme me iba tomando un pisco sour tras otro, mi vista se iba agudizando y encontraba más y más amigos entre las decenas de nuevos visitantes que iban cruzando el umbral de la entrada. Allí estaban viejos amigos como Andrés Hare o Adrián León, a quienes saludé, fotógrafos de primer nivel como Billy Hare, intelectuales influyentes como Saúl Peña Kolenkautsky (que, dicho sea de paso, es el papá de Joshua, uno de mis mejores amigos que actualmente está en Cerro de Pasco cumpliendo su año de servicios rurales obligatorios para todo futuro médico).
Ahí estoy yo, en la sección de sociales de El Comercio tan criticada en la obra de Ortiz (jueves 1 de marzo)
Novela que aborda el tema de la violencia
 y las consecuencias del terrorismo

También conversé un rato con mi amigo Mateo Alayza, y con Gonzalo Lugón (a quien, a causa de las copas de pisco sour, confundí con su hermano menor José Arturo… y no es la primera vez que meto la pata de esa manera). También me encontré con los fundadores de Yuyachkani, Miguel Rubio (justo lo acababa de ver este fin de semana en Asia) y Teresa Ralli, con quienes conversé un ratito. Aunque una de las mejores sorpresas de la noche fue encontrarme con Sebastián Rubio Ralli, uno de mis amigos del colegio a quien apenas veo en la actualidad; estuvimos conversando un rato, un poco poniéndonos al día, y riéndonos de algunas anécdotas que solamente nosotros dos podíamos entender. Además, me encontré con varias amistades de la Católica, aunque ya a esas alturas de la noche todo el pisco ingerido me producía una amnesia concomitante que me impedía, de buenas a primeras, recordar sus nombres.

Una de las obras que más llamó la atención de los concurrentes fue la instalación-video de Daniela Ortiz “The bourgeois democratic state” (“el estado democrático burgués”), que marcó un severo contraste con todas las otras propuestas. Aquí, la estrella es la página de sociales, y vemos en una sucesión de fotogramas parpadeantes un sinnúmero de rostros que nos resultan demasiado familiares. Allí desfilan artistas de la talla de Ramiro Llona o Abel Bentín, modelos y ‘gente bonita’, figuras claves de la moda como Efraín Salas, y también aparecen Christian Fuchs y Javier Tolmos, a quienes podríamos considerar ‘caseritos’ de la sección de sociales tanto de El Comercio como de Somos, Caretas, Cosas, Asia Sur, etc. Con una cierta carga de hostilidad, estas imágenes están en el polo opuesto de la pobreza de la sierra que vemos en las fotografías de Márquez o de la violencia que se vislumbra en los informes de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Transitamos desde las imágenes y objetos que nos recuerdan lo peor de nuestro país hacia al brillo vanidoso y superficial de los rostros sonrientes que salen en Cosas o en diversas publicaciones de ese estilo.

Esta es una propuesta particularmente interesante porque nos interpela directamente a nosotros, a los que asistimos con frecuencia a estos eventos exclusivos. Tenemos el espacio privado, por ejemplo, una galería de arte, y el ámbito de lo público, una página impresa del diario con mayor tiraje en el Perú. Desde el momento mismo que uno sale en las páginas sociales de El Comercio, uno ya no puede apelar a la privacidad ni al anonimato, uno ya no es más uno mismo sino una figura que se somete, deseosa y voluntariamente, al escrutinio público. Todas las fotos seleccionadas para este video han sido apropiadas sin el permiso ni la autorización de los que figuran en ellas, y así es como debe ser, porque son fotos que ya han sido vistas por miles de peruanos y, por lo tanto, nuestra imagen les pertenece a ellos más que a nosotros mismos.
El autor escribió una emotiva dedicatoria para mí (hace ya casi 3 años)

Lo más impactante de esta propuesta artística es su diálogo tácito con las escenas de la violencia de la década del 80, la pobreza andina o los rezagos del terrorismo. Se dice a menudo que antes de la bomba de Tarata a nadie en Lima le importaba el tema de las muertes en la sierra peruana, así que ¿quiénes somos los que aparecemos en la sección de sociales del diario más emblemático de nuestro país? ¿acaso somos un grupo de personas que, efectivamente, vivimos de espaldas al Perú? ¿estamos subsumidos en este mundo frívolo de las inauguraciones y eventos de lujo? Yo mismo, por ejemplo, soy un visitante asiduo de las galerías de arte, y asisto a inauguraciones mínimo una decena de veces al mes. De hecho, la última vez que salí en El Comercio fue hace tan sólo dos semanas, en el evento de Danzka Art, en Dédalo. ¿Soy acaso uno de esos sujetos obsesionados con el lustre veleidoso del Circo Beat de ‘Somos’ o la fatuidad del Ellos & Ellas de Caretas? Claro que no, prefiero pensar que soy un amante del arte que tiene la suerte y el privilegio de formar parte de ese pequeño mundillo limeño que se reencuentra constantemente en las salas de las galerías de Miraflores, Barranco o San Isidro. Sin embargo, la obra de Daniela Ortiz está allí, hincando, hurgando, desafiándonos. Una propuesta que a mí, a nivel personal, me golpea contundentemente y me obliga a reflexionar sobre mí mismo, del mismo modo que obliga a reflexionar a amigos como Mateo Alayza o Andrés Hare que también se ven representados en esa serie visual que, acompañada de música electrónica, nos remite a una imposible fiesta perpetua a la que la mayoría de peruanos jamás tendrá acceso.


Arcadio Bolaños

8 comments:

  1. Bueno Arcadio, al menos esas muestras de arte guardan un carácter democrático pues la mayoría son de ingreso libre y -valga la redundancia- están abiertas a cualquiera. Lo que pasa también es que los fotógrafos de los medios de prensa que asisten a esos eventos suelen fotografiar -en la mayoría de casos- a las personas más ''famosas''. Tú saliste en una, pero creo que se debió más que nada a una casualidad. Cuando seas un famoso guionista de cómics a lo mejor te fotografían más seguido, aunque lo dudo, pues en los círculos artístico locales el cómic es considerado como un arte menor o ''low art'' (como dijo una señora con la que conversamos un rato en aquella muestra en la que nos vimos por primera vez).

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    1. Hola Guido: No creo que me tomen fotos por dedicarme a los cómics, así que lo más factible sería ser también un escritor como Alonso Cueto (tener como meta al ubicuo Vargas Llosa es poco realista, creo yo).

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  2. Un placer conocerte, Arcadio.
    Me trajiste a la memoria una tarde lluviosa, hace muchos años. Yo volvía de un festejo en el Mercado del Puerto junto a unos amigos, habíamos estado comiendo y bebiendo y fumando en exceso, gastando tal vez más de lo indicado. Tomé un ómnibus para volver a casa, y de pronto subió un niño pobre con un impermeable amarillo, y se puso a cantar una canción (recuerdo que pronunciaba las eses como zeta), y yo en el momento le di una moneda. Pero después pasé mucho tiempo pensando en ese niño, y ya ves que hasta hoy lo recuerdo. Porque pensé en el contraste entre esa moneda y el despilfarro del que había participado sólo un rato antes, y sentí algo parecido a lo que vos planteás: hasta qué punto no estaba yo viviendo de espaldas a esas realidades.

    Un abrazo, Arcadio.

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    1. Hola Dany, a veces creo que la pobreza está tan presente en la vida cotidiana que uno tiende a ignorarla por completo, como un mecanismo de defensa o algo similar. Por suerte, siempre cuento con personas como mi amiga María Fe que es antropóloga y está constantemente en contacto con realidades mucha más fuertes de lo que podría ver (o imaginar) desde la ciudad de Lima.

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    2. Hola,

      Me gustaría aportar un factor importante a la nota, la música no era simplemente "música electrónica", eran versiones electrónicas de Zorba el griego. Por otro lado no sé si te fijaste que estaba la última tesis que escribió Guzmán antes de pasar a la clandestinidad, que se llama "El estado Democrático Burgués".
      Cuando dices
      "Transitamos desde las imágenes y objetos que nos recuerdan lo peor de nuestro país hacia al brillo vanidoso y superficial de los rostros sonrientes que salen en Cosas o en diversas publicaciones de ese estilo." Creo que si hay que marcar algo como lo peor del país, quizás estaría bien entender que esa pobreza y esas imágenes dramáticas no se producen por casualidad ni por voluntad propia de las personas que aparecen. Esto se produce por un tipo de orden racial, social y económico que lo siento pero viene manejado desde arriba y obviamente aprovechando viejas estructuras sociales, en este sentido me parece que lo peor del país es formado en colegios como el Newton, Markham y van a playas como Asia. Por otro lado me gustaría apuntar que en la mayor parte de estudios, informes e investigaciones sobre el conflicto armado en Perú, no se menciona la función de la clase alta peruana, casi siempre se reduce a un problema entre "unos locos con pistolas" y el estado peruano. Yo no creo en el radicalismo para generar el cambio pero si creo que falta demasiado trabajo dentro de la clase media y alta en cuanto a educación social mas que salir en las páginas de sociales, la gente que tiene acceso al "conocimiento" a la "educación" y a tener una vida "digna" y las posibilidades de cuestionar y remover no lo quiere hacer por temor a perder su posición de poder (dentro de este grupo podría hacer una lista inmensa de gente que trabaja en términos mas conscientes ... pero creo que se limita a una minoría) Y tomando en cuenta que la clase social alta en su mayoría sigue compuesta por las mismas familias que estuvieron previamente al conflicto armado, pues parece que las estructuras no se han movido, y a mi parecer lo único que ha traído la paz social (aparte de la nefasta ley anti-terrorista de Fujimori) es y ha sido el crecimiento económico mal conducido. Saludos, d.

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    3. Hola Daniela, agradezco mucho el aporte. Aunque cada semana escribo sobre diversas muestras de arte, solamente unas pocas veces los artistas en cuestión participan con algún comentario.

      Ciertamente, el tema de la exclusión social y la pobreza de nuestro país es sumamente complejo, y si bien entiendo tu punto de vista, tampoco creo que se deba generalizar y decir que todos los que estudian en el Markham o el Newton son los responsables de perpetuar la desigualdad. Algunos de mis amigos han estudiado en estos colegios y participan en iniciativas como Un techo por mi país o Crea +, esto demuestra que tienen una preocupación por el tema de la pobreza que probablemente no hubiese existido en generaciones anteriores.

      Ciertamente, el así llamado 'chorreo' económico no ha sido tan eficaz como algunos economistas pretenden, pero siguiendo con tu premisa, sería interesante analizar qué consideramos como clase alta. Si es cuestión de dinero la familia Añaños o algunos empresarios de Gamarra tendrían bastantes más recursos que muchas familias tradicionales limeñas que, en el pasado, representaban lo que algunas historiadores denominaban como oligarquía.

      Nuevamente, te doy las gracias por compartir tus opiniones, y ojalá sigamos en contacto.

      Saludos.

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  3. Creo que me hubiera gustado más ver cómo aquellas personas, que figuraban aquellas páginas sociales de ese entonces, miraban a Lima y su entorno.

    Un abrazo.

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    1. Esa también habría sido una alternativa interesante.

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