In a country like Peru, devotion to art, literature or music is often a complicated task that does not pay off. Culture, in general, is not a priority in a country where the urgent always beats the important. Of course, engaging in comic books in Peru is even more difficult than, for example, writing a novel. That is why I have already expressed my admiration for talented and enthusiastic authors like Juan Acevedo, with his endearing characters the Cuy and the Araña No (the No Spider).
Of course, despite the difficulties, in recent years several comics by Peruvian authors have been published. In fact, I also have some comics published in Tira Línea, the magazine edited by the communications faculty of the Pontificia Universidad Católica del Perú, and when I was still a student of that university, I got to publish a couple of comic strips in the supplement Q from Punto Edu, the weekly university newspaper. So to say that there is no comic book production in Peru would be false. Of course, the production is not at the same level as in countries of long tradition with the 9th art, such as Argentina, but I think that little by little there will be more writers and artists willing to tell their stories and make more comics.
After a year in California, I returned to Peru for a couple of weeks and had the opportunity to read “El Convoy” by Eduardo Romero, a graphic novel in black and white published jointly by Forja Destino and Comic Apocalipsis. The protagonist of this graphic novel is Captain Lucius, a mercenary in charge of a ship that is part of a convoy that is continuously under attack. From the initial sequences, the dilemmas are outlined and especially the difficult decisions that this man must make from his position of authority, from rescuing possible survivors of other ships to saving ammunition when defending himself from a submarine, as well as the drastic solution to prevent riots.
In addition to a fast-paced script full of adventures, Romero's work also stands out as an impressive artistic work in black and white. There are panels in which the blackness of the Chinese ink adds an ominous feel to this difficult journey and, in turn, the presence of sea monsters acquires greater prominence thanks to the fact that they are drawn in the style of the engravings of yesteryear. The 78 pages of “El Convoy” were illustrated in a period of 4 or 5 years, and at least for me, it is especially interesting to observe the subtle changes of style in the art, which sometimes perfectly assimilates Charles Burns and in other times pays tribute to the comic masters of Argentina.
The thorough editing of Guido Cuadros allows Romero's story to reach its full potential. Cuadros, an expert in comics and an attentive reader, is the best choice for the role of editor in this very interesting project (I must admit, by the way, that on more than one occasion he has corrected some of the posts in this blog, in which I had misplaced the last name of an author or confused the name of a character).
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September 29, 2019
El Convoy - Eduardo Romero
En un país como Perú, dedicarse al arte, la literatura o la música es, a menudo, una tarea complicada que no rinde frutos. La cultura, en general, no es una prioridad en un país donde lo urgente siempre le gana a lo importante. Por supuesto, dedicarse a hacer cómics en Perú es incluso más difícil que, por ejemplo, escribir una novela. Es por eso que ya he expresado mi admiración por talentosos e incansables autores como Juan Acevedo, con sus entrañables personajes el Cuy y la Araña No.
Por supuesto, pese a las dificultades del medio, en los últimos años diversos cómics de autores peruanos han sido publicados. De hecho, yo mismo también tengo algunos cómics publicados en Tira Línea, la revista editada por la facultad de comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y cuando todavía era estudiante de dicha universidad, llegué a publicar un par de tiras cómicas en el suplemento Q de Punto Edu, el periódico semanal universitario. Así que decir que no hay producción de cómics en Perú sería algo falso. Claro, la producción aquí no está al mismo nivel que en países de larga tradición con el noveno arte, como Argentina, pero considero que poco a poco habrá más guionistas y dibujantes dispuestos a contar sus historias y a hacer más cómics.
Luego de un año en California, regresé a Perú por un par de semanas y tuve la oportunidad de leer “El Convoy” de Eduardo Romero, una novela gráfica a blanco y negro publicada conjuntamente por Forja Destino y Cómic Apocalipsis. El protagonista de esta novela gráfica es el capitán Lucius, un mercenario a cargo de un buque que forma parte de un convoy que es atacado continuamente. Ya desde las secuencias iniciales, se perfilan los dilemas y sobre todo las difíciles decisiones que este hombre debe tomar desde su posición de autoridad, desde rescatar posibles sobrevivientes de otros navíos hasta ahorrar municiones a la hora de defenderse de un submarino, así como la drástica solución para impedir amotinamientos.
Además de un guión ágil y repleto de peripecias, la obra de Romero destaca también por un trabajo artístico de primer nivel a blanco y negro. Hay viñetas en las que la negrura de la tinta china agrega un carácter ominoso a esta difícil travesía y, a su vez, la presencia de monstruos marinos adquiere mayor relieve gracias a que están dibujados a la usanza de los grabados de antaño. Las 78 páginas de “El Convoy” fueron ilustradas en un lapso de 4 o 5 años, y al menos para mí, es especialmente interesante observar los sutiles cambios de estilo en el trazo, que en ocasiones asimila a la perfección a Charles Burns y en otras rinde digno homenaje a los maestros historietistas de Argentina.
La cuidada edición de Guido Cuadros permite que la historia de Romero alcance todo su potencial. Cuadros, un experto en cómics y un lector atento, es la elección más acertada para el rol de editor en este interesantísimo proyecto (debo admitir, por cierto, que en más de una ocasión él ha corregido algunos de los posts de este blog, en donde yo había colocado mal el apellido de un autor o había confundido el nombre de un personaje por otro).
Por supuesto, pese a las dificultades del medio, en los últimos años diversos cómics de autores peruanos han sido publicados. De hecho, yo mismo también tengo algunos cómics publicados en Tira Línea, la revista editada por la facultad de comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y cuando todavía era estudiante de dicha universidad, llegué a publicar un par de tiras cómicas en el suplemento Q de Punto Edu, el periódico semanal universitario. Así que decir que no hay producción de cómics en Perú sería algo falso. Claro, la producción aquí no está al mismo nivel que en países de larga tradición con el noveno arte, como Argentina, pero considero que poco a poco habrá más guionistas y dibujantes dispuestos a contar sus historias y a hacer más cómics.
Luego de un año en California, regresé a Perú por un par de semanas y tuve la oportunidad de leer “El Convoy” de Eduardo Romero, una novela gráfica a blanco y negro publicada conjuntamente por Forja Destino y Cómic Apocalipsis. El protagonista de esta novela gráfica es el capitán Lucius, un mercenario a cargo de un buque que forma parte de un convoy que es atacado continuamente. Ya desde las secuencias iniciales, se perfilan los dilemas y sobre todo las difíciles decisiones que este hombre debe tomar desde su posición de autoridad, desde rescatar posibles sobrevivientes de otros navíos hasta ahorrar municiones a la hora de defenderse de un submarino, así como la drástica solución para impedir amotinamientos.
Además de un guión ágil y repleto de peripecias, la obra de Romero destaca también por un trabajo artístico de primer nivel a blanco y negro. Hay viñetas en las que la negrura de la tinta china agrega un carácter ominoso a esta difícil travesía y, a su vez, la presencia de monstruos marinos adquiere mayor relieve gracias a que están dibujados a la usanza de los grabados de antaño. Las 78 páginas de “El Convoy” fueron ilustradas en un lapso de 4 o 5 años, y al menos para mí, es especialmente interesante observar los sutiles cambios de estilo en el trazo, que en ocasiones asimila a la perfección a Charles Burns y en otras rinde digno homenaje a los maestros historietistas de Argentina.
La cuidada edición de Guido Cuadros permite que la historia de Romero alcance todo su potencial. Cuadros, un experto en cómics y un lector atento, es la elección más acertada para el rol de editor en este interesantísimo proyecto (debo admitir, por cierto, que en más de una ocasión él ha corregido algunos de los posts de este blog, en donde yo había colocado mal el apellido de un autor o había confundido el nombre de un personaje por otro).
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