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April 26, 2012

The New Deadwardians # 1 - Dan Abnett


Without a shadow of a doubt, Dan Abnett’s The New Deadwardians is the best new title from Vertigo. This miniseries takes place in London, in 1901. As we all know, the Edwardian era (aptly named after King Edward VII) lasted a decade -from 1901 to 1910- and Dan has clearly referenced this particular moment in time in which the British Empire reigned supreme, but this is also an epoch of rigid class systems and the consolidation of industrialization.


The story begins with a ‘restless’ breaking into the house of Chief Inspector George Suttle. The restless are the living dead, mindless and lifeless creatures that prey and feed upon the living. The zombies have long invaded England and to avoid all possible risks of getting contaminated by this plague, the upper-class has made a most questionable decision. All men and women of fortune have voluntarily accepted to be turned into vampires. There are still normal human beings in London, which are literally trapped between the endless hordes of flesh-eating zombies and the unquenchable thirst for blood of the nobility.
a restless / un "ser que no descansa"

I’m not usually a fan of combining one subgenre with another, but Dan has created an enthralling first chapter that has already captured my attention. The living dead, in Freudian terms, might very well be the "return of the repressed" -those sublimated aspects of ourselves that must remain hidden from public scrutiny. Let’s keep in mind, however, that zombies can also allegorize the ugliest side of society, namely, the homeless, the sick or any other marginalized group. The British class system was quite rigid in the past, so it would be perfectly logic for the living dead to occupy the position of the outcasts, but also of the commoners.


Nonetheless, the heirs of Dracula are not nearly as liberal as one might consider. According to Slavoj Žižek, vampires could exemplify that which Lacan called extimate objects: they are manifestly ex-ternal or ‘out there’ (they are not ghostly presences or immaterial remains of evil). But despite their monstrosity, they condense everything that is intimate within ourselves. For Žižek vampires are one of the privileged cultural mythemes in which the West has distilled the repressed, allowing it to return in a metaphorical form.
Chief Inspector George Suttle / inspector en jefe George Suttle


When the restless breaks into Suttle’s home, he (or it) devours the housekeeper. Indeed, though the Chief Inspector is a vampire, all his servants remain human. As the restless disembowels the poor woman, Suttle’s reaction is cold, inhuman even. He’s uncertain about how to react in front of such awful spectacle. The origin of his doubt is quite understandable, after all, as a fanged creature of the night, Suttle cannot feel revolted by the sight of blood and guts, hence his emotional detachment...


I’ll quote Žižek once again “In the texts of popular culture, the uncanny creatures which are neither alive nor dead (vampires, etc.) are referred to as ‘the undead’ : although they are not dead, they are clearly not alive like us, ordinary mortals … In short, the difference between the vampire and the living person is the difference between indefinite judgment and negative judgment: a dead person loses the predicates of a living being, yet he or she remains the same person; an undead, on the contrary, retains all the predicates of a living being without being one …”. This is what happens to Suttle most of the time, he feels overwhelmed by the weight of an endless future, adrift in a confused state of mind that prevents him from remembering how things really were, decades ago, before he became a vampire.


But what happens then when a noble is murdered? Suttle was the last homicide detective in a city inhabited by the undead. Now, suddenly, the mutilated corpse of a vampire is found in front of the parliament building. For the undead to die, there must be an impalement of the heart, a decapitation or an incineration (produced by sunlight). However, none of that has occurred in this case, as the chief inspector utters worriedly “Somehow, someone has managed to murder that which was not alive”.

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Sin la menor duda, "The New Deadwardians" de Dan Abnett es la mejor de las nuevas colecciones de Vertigo. Esta miniserie ocurre en Londres, en 1901. Como todos sabemos, la era del Rey Edward VII duró una década -de 1901 a 1910- y Dan se ha referido claramente a esta época de rígidos sistemas de clase y la consolidación de la industrialización.

La historia empieza con un "ser que no descansa" que irrumpe en la casa del inspector en jefe George Suttle. Los "seres que no descansan" son muertos vivientes, criaturas sin mente y sin vida que se alimentan de los vivos. Los zombis hace mucho que han invadido Inglaterra, y para evitar posibles riesgos de contaminación, la clase alta ha tomado una decisión bastante cuestionable. Todos los hombres y mujeres de fortuna han aceptado convertirse en vampiros voluntariamente. Todavía quedan seres humanos normales en Londres, y están literalmente atrapados entre las interminables hordas de zombis devoradores de carne y la insaciable sed de sangre de la nobleza.
the first murder in years / el primer asesinato en años

Usualmente no me gusta combinar un subgénero con otro, pero Dan ha creado un fascinante primer capítulo que ya capturó mi atención. Los muertos vivientes, en términos freudianos, podrían ser el "regreso de lo reprimido" -aquellos aspectos sublimados de nosotros mismos que deben ocultarse del escrutinio público. Mantengamos en mente, no obstante, que los zombis también pueden ser una alegoría del lado desagradable de la sociedad, es decir, los mendigos, los enfermos o cualquier otro grupo marginal. El sistema de clases británico era bastante rígido en el pasado, así que sería perfectamente lógico que lo muertos vivientes ocupen la posición de los marginados pero también de los plebeyos.

No obstante, los herederos de Drácula no son tan liberales como uno podría pensar. De acuerdo a Slavoj Žižek, los vampiros podría ejemplificar aquello que Lacan llamaba objetos éxtimos: ellos son manifiestamente ex-ternos, están 'allí afuera' (no son presencias fantasmales ni restos inmateriales de la maldad). Pero a pesar de su monstruosidad, condensan todo lo que es íntimo dentro de nosotros mismos. Para Žižek, los vampiros constituyen uno de los mitemas culturales privilegiados en los que occidente ha destilado lo reprimido, permitiendo su regreso en forma metafórica.
"to murder that which was not alive” / "asesinar aquello que no estaba vivo"

Cuando el "ser que no descansa" entra en la casa de Suttle, él (o eso) devora a la ama de llaves. De hecho, aunque el inspector en jefe es un vampiro, todos sus sirvientes siguen siendo humanos. Cuando el "ser que no descansa" destripa a la pobre mujer, la reacción de Suttle es fría, incluso inhumana. Él no decide cuál debe ser su reacción frente a un espectáculo tan horrendo. El origen de su duda es bastante comprensible, después de todo, como una criatura de la noche, Suttle no puede sentir asco al ver sangre y tripas, de allí su distanciamiento emocional...

Citaré a Žižek nuevamente "Los textos de cultura popular se refieren a las insólitas criaturas que no están ni vivas ni muertas (vampiros, etc.) como los 'no-muertos': aunque no están muertos, claramente no están vivos como nosotros, mortales ordinarios... En breve, la diferencia entre el vampiro y la persona viva es la diferencia entre el juicio indefinido y el juicio negativo: una persona muerta pierde los predicados de un ser vivo, sin embargo él o ella siguen siendo la misma persona; un no-muerto, por el contrario, conserva todos los predicados de un ser vivo sin serlo...". Esto es lo que le sucede a Suttle la mayoría de las veces, se siente abrumado por el peso de un futuro sin fin, varado en un estado mental que le impide recordar cómo eran las cosas, hace décadas, antes de convertirse en un vampiro.

Pero, ¿qué sucede cuando un noble es asesinado? Suttle era el último detective de homicidios en una ciudad habitada por los no-muertos. Ahora, repentinamente, el cuerpo mutilado de un vampiro es encontrado frente al parlamento. Para que un no-muerto muera, una estaca debe atravesarle el corazón, o puede haber decapitación o incineración (producida por la luz solar). Sin embargo, nada de esto ha ocurrido en este caso, como afirma preocupadamente el inspector en jefe "de algún modo, alguien se las ha ingeniado para asesinar aquello que no estaba vivo".