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May 18, 2020

Flinch # 1

As I’ve mentioned on multiple occasions, I grew up reading horror anthologies like Creepy, and as much as I miss that sort of publications, I wonder why in general they’ve struggled so much in the American market, at least in the past 4 decades. Certainly, horror as a genre isn’t struggling at all, and in recent years we’ve seen horror comics like The Walking Dead having huge success even beyond the printed medium. The problem, then, doesn’t seem to come from the genre but rather from the presentation, in this case, an anthology.
Phil Hale
In 1999, Vertigo editor Axel Alonso decided to reunite some of the best writers and artists in the comic industry and put them together in a new horror anthology. The result was Flinch, and the first issue came out in June of the same year. The first thing that captures the reader’s attention is the extraordinary cover by Phil Hale, a realistic painted illustration that is as scary and unsettling as the best Creepy covers that I can remember, there is also a deep level of repulsion and a visceral and disturbing feeling that permeates Hale’s art, and one could be reminded of Luis Buñuel’s Un Chien Andalou, if only for the idea of cutting out an eye with a razor blade. 
Jim Lee
I had seen that cover before and I had always wanted to buy the comic and read it. With a cover like that, one would logically expect really horrific and scary stories. However, after reading the first issue, I remembered why is it that, in general, anthologies are hard to sell: no matter how many talented people are involved in the project some of the stories will be better than others and, in the end, the reader might feel that only one story was good and the rest not so good. For some reason that never seems to happen with the British sci-fi anthology 2000 AD, in which all stories in general seem to be equally good. Perhaps British writers have a secret that Americans do not know about, but the truth is that after reading the 3 stories that are part of the first issue, I immediately had one favorite and the other two seemed somewhat lacking.

I’ll go in the order the stories are presented in the comic book. The first one is “Rocket-Man”, written by Richard Bruning and illustrated by Jim Lee. Famous for his 1990 Adam Strange miniseries, Bruning curiously decides to write about another man obsessed with flying with a rocket-backpack. Although the premise of the story seems promising, the execution could’ve been better. At the same time, Jim Lee was experimenting with a very peculiar art style, completely different to the one that turned him into a superstar in the 90s and that solidified his fame in the next decade. So even the biggest Jim Lee fans would agree that this might not be the best example of his work.
Frank Quitely
Jen van Meter writes the next story, “Nice Neighborhood”, and although there are a few interesting ideas, in the end it feels more like the presentation of a larger story that we’ll never get to see. However, the strongest element here is Frank Quitely’s fascinating art. At the time Quitely still wasn’t the mega star he is now, but he was already famous and he had already established a unique style that remains just as impressive then as it is still today. Every page in this story is a magnificent work of art, and Quitely creates some very haunting images.

And at last but not least, “Wolf Girl Eats” by Bruce Jones and Richard Corben is by far my favorite. Frequent collaborators of Creepy, perhaps it isn’t that surprising that this particular creative team was better suited for the unique challenges of an anthology. However, “Wolf Girl Eats” isn’t the typical Creepy story, as it introduces an element that had remained unseen in most horror publications: a homoerotic subtext. The story is well paced, it’s unsettling and scary in its own right, and Corben’s art is as good as ever (no wonder why he was so famous back the in the 80s). 
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Como he mencionado en varias ocasiones, crecí leyendo antologías de terror como Creepy, y aunque extraño ese tipo de publicaciones, me pregunto por qué, en general, han tenido poco éxito en el mercado estadounidense, al menos en las últimas 4 décadas. Ciertamente, el horror como género no tiene ningún problema, y en los últimos años hemos visto cómics de terror como The Walking Dead que tienen un gran éxito incluso más allá del medio impreso. El problema, entonces, no parece provenir del género sino de la presentación, en este caso, una antología.
Frank Quitely
En 1999, el editor de Vertigo, Axel Alonso, decidió reunir a algunos de los mejores escritores y artistas de la industria del cómic y alentarlos a trabajar en una nueva antología de terror. El resultado fue Flinch, y el primer número salió en junio del mismo año. Lo primero que capta la atención del lector es la portada extraordinaria de Phil Hale, una ilustración pintada a mano, realista y tan aterradora e inquietante como las mejores portadas de Creepy que recuerdo, también hay un profundo nivel de repulsión y un sentimiento visceral e inquietante que impregna el arte de Hale, y uno podría recordar Un Chien Andalou de Luis Buñuel, aunque sólo sea por la idea de cortar un ojo con una cuchilla de afeitar.

Había visto esa portada antes y siempre había querido comprar el cómic y leerlo. Con una portada como esa, uno lógicamente esperaría historias realmente horribles y aterradoras. Sin embargo, después de leer el primer número, recordé por qué, en general, las antologías son difíciles de vender: no importa cuántas personas talentosas participen en el proyecto, algunas de las historias serán mejores que otras y, al final, el lector puede sentir que sólo una historia fue buena y el resto no estuvo a la altura. Por alguna razón, eso nunca parece suceder con la antología británica de ciencia ficción 2000 AD, en la que todas las historias en general parecen ser igualmente buenas. Quizás los escritores británicos tienen un secreto que los estadounidenses desconocen, pero la verdad es que después de leer las 3 historias que forman parte del primer número, inmediatamente tuve una favorita y las otras dos se quedaron muy atrás.
Richard Corben
Iré en el orden en que se presentan las historias en el cómic. La primera es "Hombre-Cohete", escrita por Richard Bruning e ilustrada por Jim Lee. Famoso por su miniserie de Adam Strange de 1990, Bruning curiosamente decide escribir sobre otro hombre obsesionado con volar con una mochila-cohete. Aunque la premisa de la historia parece prometedora, la ejecución podría haber sido mejor. Al mismo tiempo, Jim Lee estaba experimentando con un estilo de arte muy peculiar, completamente diferente al que lo convirtió en una superestrella en los 90s y que solidificó su fama en la siguiente década. Entonces, incluso los fanáticos más grandes de Jim Lee estarían de acuerdo en que este podría no ser el mejor ejemplo de su trabajo.
Richard Corben

Jen van Meter escribe la próxima historia, "Buen vecindario", y aunque hay algunas ideas interesantes, al final se siente más como la presentación de una historia más larga que nunca veremos. Sin embargo, el elemento más fuerte aquí es el fascinante arte de Frank Quitely. En ese momento, Quitely todavía no era la mega estrella que es ahora, pero ya era famoso y ya había establecido un estilo único que sigue siendo tan impresionante como lo es hoy. Cada página de esta historia es una magnífica obra de arte, y Quitely crea algunas imágenes muy inquietantes.

Y por último, pero no menos importante, "Wolf Girl Eats" de Bruce Jones y Richard Corben es, sin duda alguna, mi favorita. Colaboradores frecuentes de Creepy, tal vez no sea tan sorprendente que este equipo creativo en particular estuviese más preparado para los desafíos únicos de una antología. Sin embargo, "Wolf Girl Eats" no es la típica historia de Creepy, ya que introduce un elemento que no se había visto en la mayoría de las publicaciones de terror: un subtexto homoerótico. La historia está bien desarrollada, es inquietante y aterradora por derecho propio, y el arte de Corben es tan bueno como siempre (no es de extrañar por qué era tan famoso en los 80s).