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November 16, 2020

Flinch # 4

 The cover of the 4th issue of Flinch (September 1999), is actually a photography by Stephen John Phillips, digitally altered by José Villarrubia. In only 4 issues, Flinch had professional illustrators, comic book artists, and also photographers leaving their mark on Vertigo’s horror anthology. Although in general I’m not a fan of photographs being used as covers, I must say I like the way Villarrubia turns the image into something visually appealing. 
Stephen John Phillips & José Villarrubia

“A Gift of Friendship” is a story written, penciled, inked and even lettered by Kent Williams. The only thing that Williams doesn’t take care of is the coloring (which is done by Sherilyn van Valkenburgh). One would expect a very cohesive proposal since the same person is doing pretty much everything. However Williams’s story is unnecessarily confusing and in the end it doesn’t work as a whole.
Kent Williams

Ty Templeton writes, pencils and inks “Fair Trade”, which is a very amusing story about a man who is going to sell his soul to the devil, the only problem is that there is more than one devil, and they all offer him amazing rewards in exchange for his soul. Templeton takes the basic elements of horror and turns them into a fast-paced comedy. I’d say this is one of the few cases in which humor actually fits into a horror anthology. 

My favorite story, by far, is “Playing Dead”, written by veteran horror storyteller Bruce Jones and penciled and inked by Paul Gulacy. This is a black and white story that takes place in the 19th century. A man takes advantage of a demented woman who confuses him with her deceased husband. Gulacy has always been a magnificent artist, but these pages are especially striking. There is a lot of detail but also a unique sense of composition, every panel blends elegantly into the next one, and the page as a whole always stands out.  
Ty Templeton

In many ways, “Playing Dead” is a tale of survival, but it’s also the logical consequence of taking a lie to the extreme. At first the protagonist is content with having sex with this strange woman, and he’s relieved after leaving his past behind and pretending to be someone else. But when he finds the diary of the dead husband the suspense increases. 
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La portada del cuarto número de Flinch (setiembre de 1999), es en realidad una fotografía de Stephen John Phillips, alterada digitalmente por José Villarrubia. En sólo 4 números, Flinch tuvo ilustradores profesionales, artistas de cómics y también fotógrafos que dejaron su huella en esta antología de terror de Vertigo. Aunque en general no soy entusiasta de las fotografías que se utilizan como portadas, debo decir que me gusta la forma en que Villarrubia convierte la imagen en algo visualmente atractivo.
Paul Gulacy












"Un regalo de amistad" es una historia escrita, dibujada a lápiz, entintada e incluso rotulada por Kent Williams. Lo único de lo que Williams no se ocupa es del color (a cargo de Sherilyn van Valkenburgh). Uno esperaría una propuesta bien cohesionada ya que la misma persona hace casi todo. Sin embargo, la historia de Williams es innecesariamente confusa y, al final, no encaja del todo.

Ty Templeton escribe y dibuja “Comercio justo”, una historia muy divertida sobre un hombre que le va a vender su alma al diablo, el único problema es que hay más de un diablo, y todos le ofrecen increíbles recompensas a cambio de su alma. Templeton toma los elementos básicos del terror y los convierte en una comedia trepidante. Diría que este es uno de los pocos casos en los que el humor realmente encaja en una antología de terror.
Paul Gulacy

Mi historia favorita, de lejos, es "Haciéndose el muerto", escrita por el veterano narrador de historias de terror Bruce Jones y dibujada a lápiz y entintada por Paul Gulacy. Esta es una historia a blanco y negro que tiene lugar en el siglo XIX. Un hombre se aprovecha de una mujer demente que lo confunde con su difunto esposo. Gulacy siempre ha sido un artista magnífico, pero estas páginas son especialmente llamativas. Hay muchos detalles pero también un sentido de composición único, cada viñeta se mezcla elegantemente con la siguiente y la página en su conjunto siempre sobresale.
Paul Gulacy

En muchos sentidos, "Haciéndose el muerto" es una historia de supervivencia, pero también es la consecuencia lógica de llevar una mentira al extremo. Al principio, el protagonista se contenta con tener sexo con esta extraña mujer, y se siente aliviado después de dejar atrás su pasado y pretender ser otra persona. Pero cuando encuentra el diario del difunto marido, aumenta el suspenso.

August 16, 2020

Flinch # 3

The third issue of Flinch was released in August 1999, with a striking cover by Sue Coe, an English illustrator whose is better known for her works in museums and art galleries than her occasional contributions to the American comic book industry. Of course, this is one of the things that made Flinch so interesting over 20 years ago, the fact that you’d be constantly running into new talents.

The first story, “Night Terrors”, is written by John Rozum and penciled and inked by Kelley Jones, an extraordinary artist who follows the steps of such horror masters as Bernie Wrightson. The result is a captivating tale about a boy who is convinced by his friends that a great evil will show up at midnight. In the hands of a lesser writer this would be a simply anecdotical tale, but Rozum creates interesting and peculiar characters, and transports the horror from the realm of childhood imagination into the dull reality of a middle-class home. Of course, Jones’ art is exquisite. 

And talking about new talents, in the same way that I discovered a completely new creative team in issue # 2, in “A Walk in the Park” writer Scott Cunningham, of whom I had never heard of before, surprised me with a story full of suspense, tension and revenge. Marcelo Frusin provides the artwork for this very realistic representation of vengeance. 
Kelley Jones
However, my favorite story is “Satanic”, written by Garth Ennis and illustrated by Kieron Dwyer. This is as much horror as it is a parody of Titanic. In Ennis story, the wealthy passengers of the famous ship are killing the poor people in second and third class to feast on their flesh. In addition to unleashing cannibalism, the millionaires also participate in satanic activities throughout the journey. 
Kelley Jones
In “Satanic”, the horror is experimented by the low class, unable to defend themselves from the insatiable appetite of the rich people. How can you turn the tragic sinking of the Titanic into a terrifying allegory of the inherent conflict between different social classes while combining it all with a rather satanic perspective? Of course, only an Irish writer like Ennis could answer this question (and silently, since there is hardly any dialog in this story).
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El tercer número de Flinch se publicó en agosto de 1999, con una llamativa portada de Sue Coe, una ilustradora inglesa que es más conocida por sus trabajos en museos y galerías de arte que por sus contribuciones ocasionales a la industria del cómic estadounidense. Por supuesto, esta es una de las cosas que hizo que Flinch fuera tan interesante hace más de 20 años, el hecho de encontrar constantemente con nuevos talentos.
Marcelo Frusin
La primera historia, “Terrores nocturnos”, está escrita por John Rozum y dibujada a lápiz y entintada por Kelley Jones, un artista extraordinario que sigue los pasos de maestros del terror como Bernie Wrightson. El resultado es una historia cautivadora sobre un niño que es convencido por sus amigos de que un gran mal aparecerá a medianoche. En manos de un escritor menor, este sería un relato simplemente anecdótico, pero Rozum crea personajes interesantes y peculiares, y transporta el horror del reino de la imaginación infantil a la aburrida realidad de un hogar de clase media. Por supuesto, el arte de Jones es exquisito.
Kieron Dwyer
Y hablando de nuevos talentos, de la misma manera que descubrí un equipo creativo completamente nuevo en el número 2, en "Un paseo en el parque" el escritor Scott Cunningham, del que nunca había oído hablar antes, me sorprendió con una historia llena de suspenso, tensión y venganza. Marcelo Frusin proporciona el arte para esta representación muy realista de la venganza.

Sin embargo, mi historia favorita es “Satánico”, escrita por Garth Ennis e ilustrada por Kieron Dwyer. Esto es horror a la vez que una parodia del Titanic. En la historia de Ennis, los ricos pasajeros del famoso barco están matando a los pobres de segunda y tercera clase para deleitarse con su carne. Además de desatar el canibalismo, los millonarios también participan en actividades satánicas durante todo el viaje.
Kieron Dwyer
En “Satánico”, el horror lo experimenta la clase proletaria, incapaz de defenderse del apetito insaciable de los ricos. ¿Cómo se puede convertir el trágico hundimiento del Titanic en una aterradora alegoría del conflicto inherente entre clases sociales mientras se combina todo con una perspectiva bastante satánica? Por supuesto, sólo un escritor irlandés como Ennis podría responder a esta pregunta (y en silencio, ya que apenas hay diálogo en esta historia).

July 6, 2020

Flinch # 2

As I’m sure you’ll remember, I wrote a review about the first issue of Flinch, a Vertigo horror anthology that I had been meaning to read for a long time. Fortunately, I was able to find the first issues for only a dollar each at the local comic book store in Davis, California. So the temptation was too great to resist and I bought them, even though I had already bought more than 60 back issues that very same day. But I’m glad I did, because the writers and artists that participate in the anthology are all extraordinary.
Richard Corben
This second issue came out in July 1999, and of course the most striking thing about it is the magnificent cover by Richard Corben, who had illustrated dozens of covers for Creepy and other comics intended for a mature audience. The skeleton covered in spiderwebs that has trapped a girl in a bones prison is a clever idea from Corben, but of course, one could expect no less from a man that had decades of experience in the genre. 
Bill Sienkiewicz

Just like the first issue, this one is also divided in 3 stories. The first one is “Maggie and her Microscope”, written by Dean Motter and penciled and inked by Bill Sienkiewicz. The story tells us how a scientist is doing research on a virus that might infect people, creating a dangerous epidemic, and then we have the scientist’s daughter, a girl that seems to be somewhat mentally unstable and that tries to release the virus. I think normally I would enjoy reading this kind of story, but keeping in mind that we’re going through the real life horror of the Coronavirus and the world’s deadliest pandemic ever, somehow this story seems trivial.  


Curiously, my favorite story here is “Found Object” and comes from authors that I wasn’t familiar with. In general I pride myself of being a comic book expert, but there will always be writers or artists that I’m not familiar with, and such is the case with writer Bob Fingerman and artist Pat McEown, who reminds me so much of Spanish creator Miguel Ángel Martín and his controversial works, such as Psychopathia Sexualis. “Found Object” has a similar tone, in terms of perversity and violence, which makes it even more similar to Miguel Ángel Martín’s comics. Great plot, great art and the ending is surprising and shocking.

When I read the first issue of “100 Bullets” years after it became extremely popular, I must admit I didn’t see what all the fuzz was about. Sure, maybe if I had read more issues I would’ve been more interested in the series, but for some reason Brian Azzarello and Eduardo Risso haven’t been as popular with me as they are with their thousands of fans. They’re the creative team in charge of “Food Chain”, and I’m absolutely convinced that fans of “100 Bullets” would love this story, but alas, I’m not. I’m not saying it’s bad, it’s simply not my cup of tea.

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Como seguramente recordarán, escribí una reseña sobre el primer número de
 Flinch, una antología de terror de Vértigo que había querido leer durante mucho tiempo. Afortunadamente, pude encontrar los primeros números por apenas un dólar cada uno en la tienda local de cómics en Davis, California. Así que la tentación fue demasiado fuerte para resistir y los compré, a pesar de que ya había comprado más de 60 cómics ese mismo día. Pero me alegro de haberlo hecho, porque los escritores y artistas que participan en la antología son todos extraordinarios.
Pat McEown
Este segundo número salió en julio de 1999 y, por supuesto, lo más sorprendente es la magnífica portada de Richard Corben, quien había ilustrado docenas de portadas para Creepy y otros cómics destinados a un público maduro. El esqueleto cubierto de telarañas que ha atrapado a una chica en una prisión de huesos es una idea inteligente de Corben, pero por supuesto, uno no podría esperar menos de un hombre que tenía décadas de experiencia en el género.
Eduardo Risso

Al igual que el primer número, este también se divide en 3 historias. La primera es "Maggie y su microscopio", escrita por Dean Motter y con dibujos y tintas de Bill Sienkiewicz. La historia nos cuenta cómo un científico está investigando un virus que podría infectar a las personas, creando una epidemia peligrosa, y luego tenemos a la hija del científico, una niña que parece ser mentalmente inestable y que trata de esparser el virus. Creo que normalmente me gustaría leer este tipo de historia, pero teniendo en cuenta que estamos atravesando el horror de la vida real del Coronavirus y la pandemia más mortal del mundo, de alguna manera esta historia parece trivial.


Curiosamente, mi historia favorita aquí es "Objeto encontrado" y proviene de autores con los que no estaba familiarizado. En general, me enorgullezco de ser un experto en cómics, pero siempre habrá escritores o artistas con los que no estoy familiarizado, y tal es el caso del escritor Bob Fingerman y el artista Pat McEown, que me recuerda mucho al creador español Miguel Ángel Martín y sus obras controversiales, como Psychopathia Sexualis. "Objeto encontrado" tiene un tono similar, en términos de perversidad y violencia, lo que lo hace aún más similar a los cómics de Miguel Ángel Martín. Gran trama, gran arte y el final es sorprendente e impactante.


Cuando leí el primer número de "100 balas" años después de que se volviera extremadamente popular, debo admitir que no vi qué tenía de especial. Claro, tal vez si hubiera leído más números, me hubiera interesado más por este título, pero por alguna razón Brian Azzarello y Eduardo Risso no han sido tan populares conmigo como lo son con sus miles de fanáticos. Ellos son el equipo creativo a cargo de "Cadena alimenticia", y estoy absolutamente convencido de que a los fanáticos de "100 balas" les encantaría esta historia, pero, por desgracia, no soy un fan. No digo que sea mala, simplemente no es lo que busco en una antología de terror.


May 18, 2020

Flinch # 1

As I’ve mentioned on multiple occasions, I grew up reading horror anthologies like Creepy, and as much as I miss that sort of publications, I wonder why in general they’ve struggled so much in the American market, at least in the past 4 decades. Certainly, horror as a genre isn’t struggling at all, and in recent years we’ve seen horror comics like The Walking Dead having huge success even beyond the printed medium. The problem, then, doesn’t seem to come from the genre but rather from the presentation, in this case, an anthology.
Phil Hale
In 1999, Vertigo editor Axel Alonso decided to reunite some of the best writers and artists in the comic industry and put them together in a new horror anthology. The result was Flinch, and the first issue came out in June of the same year. The first thing that captures the reader’s attention is the extraordinary cover by Phil Hale, a realistic painted illustration that is as scary and unsettling as the best Creepy covers that I can remember, there is also a deep level of repulsion and a visceral and disturbing feeling that permeates Hale’s art, and one could be reminded of Luis Buñuel’s Un Chien Andalou, if only for the idea of cutting out an eye with a razor blade. 
Jim Lee
I had seen that cover before and I had always wanted to buy the comic and read it. With a cover like that, one would logically expect really horrific and scary stories. However, after reading the first issue, I remembered why is it that, in general, anthologies are hard to sell: no matter how many talented people are involved in the project some of the stories will be better than others and, in the end, the reader might feel that only one story was good and the rest not so good. For some reason that never seems to happen with the British sci-fi anthology 2000 AD, in which all stories in general seem to be equally good. Perhaps British writers have a secret that Americans do not know about, but the truth is that after reading the 3 stories that are part of the first issue, I immediately had one favorite and the other two seemed somewhat lacking.

I’ll go in the order the stories are presented in the comic book. The first one is “Rocket-Man”, written by Richard Bruning and illustrated by Jim Lee. Famous for his 1990 Adam Strange miniseries, Bruning curiously decides to write about another man obsessed with flying with a rocket-backpack. Although the premise of the story seems promising, the execution could’ve been better. At the same time, Jim Lee was experimenting with a very peculiar art style, completely different to the one that turned him into a superstar in the 90s and that solidified his fame in the next decade. So even the biggest Jim Lee fans would agree that this might not be the best example of his work.
Frank Quitely
Jen van Meter writes the next story, “Nice Neighborhood”, and although there are a few interesting ideas, in the end it feels more like the presentation of a larger story that we’ll never get to see. However, the strongest element here is Frank Quitely’s fascinating art. At the time Quitely still wasn’t the mega star he is now, but he was already famous and he had already established a unique style that remains just as impressive then as it is still today. Every page in this story is a magnificent work of art, and Quitely creates some very haunting images.

And at last but not least, “Wolf Girl Eats” by Bruce Jones and Richard Corben is by far my favorite. Frequent collaborators of Creepy, perhaps it isn’t that surprising that this particular creative team was better suited for the unique challenges of an anthology. However, “Wolf Girl Eats” isn’t the typical Creepy story, as it introduces an element that had remained unseen in most horror publications: a homoerotic subtext. The story is well paced, it’s unsettling and scary in its own right, and Corben’s art is as good as ever (no wonder why he was so famous back the in the 80s). 
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Como he mencionado en varias ocasiones, crecí leyendo antologías de terror como Creepy, y aunque extraño ese tipo de publicaciones, me pregunto por qué, en general, han tenido poco éxito en el mercado estadounidense, al menos en las últimas 4 décadas. Ciertamente, el horror como género no tiene ningún problema, y en los últimos años hemos visto cómics de terror como The Walking Dead que tienen un gran éxito incluso más allá del medio impreso. El problema, entonces, no parece provenir del género sino de la presentación, en este caso, una antología.
Frank Quitely
En 1999, el editor de Vertigo, Axel Alonso, decidió reunir a algunos de los mejores escritores y artistas de la industria del cómic y alentarlos a trabajar en una nueva antología de terror. El resultado fue Flinch, y el primer número salió en junio del mismo año. Lo primero que capta la atención del lector es la portada extraordinaria de Phil Hale, una ilustración pintada a mano, realista y tan aterradora e inquietante como las mejores portadas de Creepy que recuerdo, también hay un profundo nivel de repulsión y un sentimiento visceral e inquietante que impregna el arte de Hale, y uno podría recordar Un Chien Andalou de Luis Buñuel, aunque sólo sea por la idea de cortar un ojo con una cuchilla de afeitar.

Había visto esa portada antes y siempre había querido comprar el cómic y leerlo. Con una portada como esa, uno lógicamente esperaría historias realmente horribles y aterradoras. Sin embargo, después de leer el primer número, recordé por qué, en general, las antologías son difíciles de vender: no importa cuántas personas talentosas participen en el proyecto, algunas de las historias serán mejores que otras y, al final, el lector puede sentir que sólo una historia fue buena y el resto no estuvo a la altura. Por alguna razón, eso nunca parece suceder con la antología británica de ciencia ficción 2000 AD, en la que todas las historias en general parecen ser igualmente buenas. Quizás los escritores británicos tienen un secreto que los estadounidenses desconocen, pero la verdad es que después de leer las 3 historias que forman parte del primer número, inmediatamente tuve una favorita y las otras dos se quedaron muy atrás.
Richard Corben
Iré en el orden en que se presentan las historias en el cómic. La primera es "Hombre-Cohete", escrita por Richard Bruning e ilustrada por Jim Lee. Famoso por su miniserie de Adam Strange de 1990, Bruning curiosamente decide escribir sobre otro hombre obsesionado con volar con una mochila-cohete. Aunque la premisa de la historia parece prometedora, la ejecución podría haber sido mejor. Al mismo tiempo, Jim Lee estaba experimentando con un estilo de arte muy peculiar, completamente diferente al que lo convirtió en una superestrella en los 90s y que solidificó su fama en la siguiente década. Entonces, incluso los fanáticos más grandes de Jim Lee estarían de acuerdo en que este podría no ser el mejor ejemplo de su trabajo.
Richard Corben

Jen van Meter escribe la próxima historia, "Buen vecindario", y aunque hay algunas ideas interesantes, al final se siente más como la presentación de una historia más larga que nunca veremos. Sin embargo, el elemento más fuerte aquí es el fascinante arte de Frank Quitely. En ese momento, Quitely todavía no era la mega estrella que es ahora, pero ya era famoso y ya había establecido un estilo único que sigue siendo tan impresionante como lo es hoy. Cada página de esta historia es una magnífica obra de arte, y Quitely crea algunas imágenes muy inquietantes.

Y por último, pero no menos importante, "Wolf Girl Eats" de Bruce Jones y Richard Corben es, sin duda alguna, mi favorita. Colaboradores frecuentes de Creepy, tal vez no sea tan sorprendente que este equipo creativo en particular estuviese más preparado para los desafíos únicos de una antología. Sin embargo, "Wolf Girl Eats" no es la típica historia de Creepy, ya que introduce un elemento que no se había visto en la mayoría de las publicaciones de terror: un subtexto homoerótico. La historia está bien desarrollada, es inquietante y aterradora por derecho propio, y el arte de Corben es tan bueno como siempre (no es de extrañar por qué era tan famoso en los 80s).