Three young artists are gathered in “PLAY”. When I went to the inauguration this Thursday, I run into a lot of familiar faces. However, I did have more than enough time to look at the paintings. I found the works of Andrés Miró Quesada and Andrés Chávez Alcorta particularly striking.
Miró Quesada focuses on the male body and keeps faces veiled or fully hidden. In the first painting a couple of hands grab (almost grope) an electronic gadget. In the second one, we’re privy to quite an interesting voyeuristic exercise. The third painting is very erotic, and its energy resides precisely in that which we cannot see, thus the refusal to reveal nothing but a couple of arms ignites the viewer’s imagination.
The paintings of Andrés Chávez Alcorta are equally fascinating. In Toy Soldier we witness the performativity associated with iconic war-themed elements; while at the same time Toy Soldier plays with concepts like Boy Toy and so on. The second painting reminds me of wonderful artists like Jo Chen and Rodin Esquejo.
After such great painting I can only say "we need more"!
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“PLAY”, actualmente en la sala Luis Miró Quesada Garland, congrega a tres jóvenes artistas: Andrés Miró Quesada, Andrés Chávez Alcorta y Patricia Gygax. La inauguración fue el jueves y me encontré con más personas de lo que hubiese imaginado. Algunos de Corriente Alterna otros de mi colegio, como Sofía Lores y Matías Cillóniz. Matías me explicó, por ejemplo, que en los cuadros de Miró Quesada existía un estudio fotográfico previo; imagino que el proceso total de la obra ha requerido un trabajo minucioso y enérgico.
Los cuatro cuadros de Miró Quesada tienen varios elementos en común. Lo importante en ellos es la preeminencia del cuerpo y la ausencia de rostros. Esto puede observarse claramente en las dos manos que se aferran con fruición al aparatito electrónico, y crean una imagen más expresiva que una docena de muecas.
En el segundo cuadro, este esquema se reitera en un escenario de aparente paz y orden. Aunque no deja de ser curiosa la expresión casi de voyeur de los cerditos de porcelana.
El tercer cuadro es sumamente sugerente, tiene una gran fuerza erótica y su energía reside precisamente en aquello que oculta, en lo que se niega a revelar. El espectador tan sólo atisba el movimiento agitado de dos pares de brazos, y eso es más que suficiente para encender la chispa de la imaginación (tampoco es gratuita la ubicación del patito de hule).
Finalmente, el último cuadro coquetea con la posibilidad de desvelar un rostro, al menos parcialmente. Sin embargo, lo primordial aquí es la interacción del cuerpo con los objetos que lo rodean.
La obra de Andrés Chávez Alcorta es igualmente fascinante. Por ejemplo, “Toy Soldier” es casi un ejercicio performativo que subvierte el poder icónico de lo bélico; el juego es central; del mismo modo, el título se presta a diversas interpretaciones, de Toy Soldier se podría pasar a Boy Toy y muchas otras variaciones, algunas más sugestivas que otras.
Toy Soldier
El siguiente cuadro presenta una magnífica técnica y un cuidadoso enfoque de ideas. Tanto en este caso como en el anterior, el estilo pictórico podría remitirnos a ciertos ilustradores norteamericanos o portadistas de comic books. En concreto, pienso en artistas como Jo Chen y Rodin Esquejo.
Frente a tantas excelentes obras solamente puedo decir "necesito ver más" (parafraseando lo que uno de mis personajes decía en mi siguiente dibujo):