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February 13, 2012

Whispers # 1 - Joshua Luna



Have you ever felt nervous while dating? Have you ever had irrational fears? Have you ever had an anxiety attack? If you answered yes to any of these questions then you’ll probably feel identified with Sam, the protagonist of Whispers -Joshua Luna’s brand new series for Image Comics.

Sam is a young man who hasn’t been able to process some traumatic events from his childhood, and as a result he’s now suffering from what we commonly refer to as OCD –obsessive compulsive disorder. Raised by a seriously disturbed mother and despised by some of his peers, it’s quite an accomplishment for him to actually leave his apartment and rendezvous with his friends in a café.

Nonetheless, as he reaches the café his OCD takes over. He cannot open the door and enter, since the sole idea of touching a door handle that has been manipulated by countless of people makes him shiver. We all deal with germs and bacteria the best way we can. But what would happen if we were absolutely obsessed with cleaning and disinfection procedures? We would live quite healthily, but we wouldn’t have much of a life, would we?

Sam, however, is not a crazy guy. But unlike the rest of us –assuming all of my readers are, at least, partially sane- he is unable to connect with the phantasm: “A phantasm is a strong and very basic perceptual pattern, a sort of idee fixe that organizes our world view”. Whenever we meet someone, whenever we interact with people, we do so through a phantasmatic construction. Id est, an idealized version of a human being that prevents us from feeling disgusted by its corporeity. Because, after all, what constitutes a human being? First and foremost, we are physical entities, but at the same time we cannot deal with the materiality of our bodies.

A body is composed of fluids, viscera, gases, smells, excrement, blood, mucus and many more substances that most people would consider repugnant. For instance, if we see a dissected body we are likely to feel disgusted by it. We simply cannot cope with the ugly truth. Sam, nonetheless, has fully embraced the truth to the point that he can no longer relate to others through the phantasm; he is unable to create an idealized version of people and so he only looks at them as walking bags of germs and bacteria. He’s truly terrified of what might happen to him if he stops washing his hands maniacally or if he’s careless in the –ever contaminated- streets.

Now, the most interesting aspect in Joshua Luna’s narrative is that Sam, then, turns into a ghostly figure that can wander amidst crowded streets without a single worry. Indeed, Sam can leave behind that which he finds revolting -the human body- to be an ethereal manifestation that needs not to worry about diseases or internal organs. He has already approached some of his friends during dreamtime, and now, fully conscious, he pays a visit to his mother and his first girlfriend, the love of his life, who is now a hopeless drug-addict. As a ghost, he can finally connect with people in a way that had been impossible for him before. He can, at last, stop seeing them as a source of infection and start appreciating them as what they truly are. Nonetheless, as an immaterial manifestation he no longer has access to the materiality of the body, and thus he can neither touch them nor talk to them.

Joshua Luna’s first issue has truly captured my attention. He has a very original concept, properly executed. Besides his wonderful ideas, he’s also one hell of an artist. With a clear and impeccable style, slightly reminiscent of famous artists like Mike Allred, Joshua’s illustrations are surprisingly good. An amazing beginning, I strongly recommend it.
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¿Alguna vez se han sentido nerviosos en una cita? ¿Han tenido miedos irracionales? ¿Les ha dado un ataque de ansiedad? Si han respondido a alguna de estas preguntas entonces probablemente se sientan identificados con Sam, el protagonista de "Whispers" -la nueva serie de Joshua Luna para Image Comics.

Sam es un joven que no ha sido capaz de procesar los eventos traumáticos de su infancia y, como resultado, ahora sufre de lo que comúnmente denominamos 'trastorno obsesivo compulsivo'. Criado por una madre seriamente perturbada y despreciado por algunos de sus compañeros, es ya todo un logro para él salir de su departamento y reunirse con sus amigos en un café.

No obstante, al llegar al café el trastorno lo domina. No puede abrir la puerta, la sola idea de tocar una manija manipulada por incontables personas lo hace temblar. Todos nos enfrentamos a gérmenes y bacterias de la mejor forma posible. Pero ¿qué pasaría si estuviéramos absolutamente obsesionados con la limpieza y los procesos de desinfección? Viviríamos saludablemente, pero probablemente eso no sería vivir de verdad, ¿o sí?

Sam, sin embargo, no está loco. A diferencia de nosotros -asumiendo que todos mis lectores son, al menos, parcialmente cuerdos- es incapaz de conectarse con el fantasma: "Un fantasma es un patrón conceptual fuerte y muy básico, una suerte de idea fija que organiza nuestra visión del mundo". Cada vez que vemos a alguien, cada vez que interactuamos con gente, lo hacemos a través de una construcción fantasmática. Es decir, una versión idealizada del ser humano que nos impide sentirnos asqueados por su corporeidad. Porque, después de todo, ¿de qué está constituido un ser humano? Primero, antes que nada, somos entidades físicas, pero al mismo tiempo no podemos lidiar con la materialidad de nuestros cuerpos.

Un cuerpo se compone de fluidos, vísceras, gases, olores, excrementos, sangre, mucosidades y otras sustancias que muchos considerarían repugnantes. Por ejemplo, si vemos a un cuerpo diseccionado seguramente sentiremos asco. Simplemente no podemos enfrentar la fea verdad. Sam, sin embargo, ha asumido la verdad hasta tal punto que ya no puede relacionarse con los otros a través del fantasma; él es incapaz de crear una versión idealizada de la gente y así sólo los ve como bolsas caminantes de gérmenes y bacterias. Está verdaderamente aterrorizado de lo que podría pasarle si deja de lavarse las manos maniáticamente o si se descuida en las -siempre- contaminadas calles.

El aspecto más interesante de la narrativa de Joshua Luna es que Sam, luego, se convierte en una figura fantasmal que puede vagar por las calles despreocupadamente. De hecho, Sam abandona aquello que le parece asqueroso -el cuerpo humano- para ser una manifestación etérea que no necesita preocuparse por enfermedades u órganos internos. Ya se ha acercado a algunos de sus amigos en sueños, y ahora, conciente, visita a su madre y a su primera enamorada, el amor de su vida, que actualmente es una drogadicta. Como fantasma, por fin, puede conectarse con las personas de una manera que antes le habría resultado imposible. Puede, finalmente, dejar de verlos como una fuente de infección y empezar a apreciarlos por lo que son realmente. No obstante, como un ser inmaterial ya no tiene acceso a la materialidad del cuerpo, así que no puede tocarlos ni hablar con ellos.

El primer número de Joshua Luna realmente ha capturado mi atención. Tiene un concepto muy original, muy bien ejecutado. Además de sus maravillosas ideas, él también es un artista de primer nivel. Con un estilo claro e impecable, ligeramente reminiscente de famosos artistas como Mike Allred, las ilustraciones de Joshua sorprenden por su calidad. Un asombroso comienzo, lo recomiendo.