Directed by Basil Dearden
Dirk Bogarde (famous for his main role in "Death in Venice") is Melville Farr, a most successful lawyer that has gained acceptance in the Chamber of Lords and is about to become a judge. He's wealthy and famous, he lives more than comfortably and he is married to a beautiful woman. Is he the perfect man? Well, he would be for any open-minded individual, but not for those of more traditional upbringing.
Museo Pedro de Osma |
Melville Farr defies law, his acts mock morality, and his thoughts are not of a decent nature. He is, after all, a man doomed to survive in a time in which homosexuality was a crime, a time in which exposing his true nature would have meant being imprisoned.
At the beginning of the movie, a young man nicknamed 'Boy' is searching for him. He calls him constantly but the more desperate he gets in trying to reach him, the more Melville Farr eludes him. Farr has spent time with Boy, perhaps too much, and because of this intimacy he fears that he may be heinously extorted. The truth is, however, that Boy is the one being blackmailed by someone who has discovered his homosexual tendencies and has a compromising photography of the young man and the prestigious and well-respected barrister. Set in the early 60s, this film courageously denounces what could be, perhaps, one of the most unfair rules in Britain: the criminalization of homosexuality.
Judith Butler studied postmodernist and poststructuralist theories to define the "subject" relying in linguistic terminology, not unlike what Jacques Lacan attempted while coming up with terms like the symbolic order (the system of signs and conventions that form our perception, our very reality). Compelled "by social sanction and taboo", society learns to discriminate those who oppose the heterosexual norms. As a result, our belief in "natural" behavior is really the result of a mixture of indirect and flagrant coercions. Repudiation towards gays, lesbians or bisexuals becomes necessary for the standard subject to establish "an identification with the normative phantasm of sex".
For Butler gender is a construction that regularly conceals its genesis. And that genesis is not physical but performative; the body becomes its gender only "through a series of acts which are renewed, revised, and consolidated through time" (through a certain performativity that varies in each culture, one might add). Should we critique the assumptions of normative heterosexuality? Certainly those punitive rules (social, familial, and legal) have forced us to conform to hegemonic, heterosexual standards for identity.
my drawing / mi dibujo |
It's only fitting then, that the protagonist of "Victim" is a man of law, and through sheer performativity, in this case the kind of performativity that also sustains and nurtures the law, he will face a most difficult dilemma. After Boy's capture, police officers start investigating the origin of the extortion. As a consequence, Melville will no longer be able to ignore this situation, as he would have preferred to do. Why is this a dilemma? He can't confess to the police the fact that he had a relationship with another man, as that is forbidden. But, at the same time, he cannot let the blackmailers get away unpunished.
As he starts investigating who could be responsible of blackmailing Boy, he digs deeper and deeper into London's gay scene. He meets men that sleep with men, people that forever hide in the shadows, and soon he learns that there are many homosexuals paying money to avoid being exposed.
At the end, he must make a final stand. If his decision is to stop the criminals that threaten to destroy so many lives, he must first collaborate with the police and come forward embracing his true sexuality. That, of course, guarantees the end of his brilliant career, all of his professional ambitions will come to a halt should he decide to tell the truth. But at the same time, and this is most notorious, by playing by the rules, he also has the opportunity to perform in front of a jury, and as the nature of law is similar to the conformation of human habits, id est, it's prone to change and alteration, here performativity can also turn into the necessary coup de etat to vanquish a most ruthless law.
"Victim" was a brave production and a most controversial film in a difficult time, tackling an aspect of British law that would compare the simple fact of being gay to an arm robbery, thus condemning homosexuals to be locked behind bars, no matter how peaceful or harmless they could be. Butler's project has been so far to quote the law in order to reiterate and coopt its power, to expose the heterosexual matrix and to displace the effect of its necessity. If Farr decides to confess he's gay to his wife and to the world, he will have one chance, one shot at exposing the heterosexual normativity and undermine it long enough for people to accept that, perhaps, against everything they have been taught, an option different from heterosexuality might not mean the end of the world.
My review on IMDB.
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Conocí a Iván Fernández-Dávila hace varios años, cuando estábamos en estudios generales letras de la PUCP. Me lo presentó mi amigo de toda la vida, Juan Carlos Gibson, y yo en ese entonces andaba bastante desconectado del entorno universitario, así que nunca supe que Iván y yo teníamos mucho en común. Tuvieron que pasar varios años hasta que nos volvimos a encontrar, en alguna galería de arte del circuito limeño. Sin duda, nuestro interés por la pintura y por las propuestas artísticas nos hicieron coincidir en más de una ocasión, pero yo, tan desmemoriado como siempre, o quizá levemente distraído por la cantidad de copas de vino que suelo tomar, no lograba recordar su nombre. Tuvieron que pasar meses hasta que por fin logré ubicar a Iván, y pude finalmente comentarle a Gibson que ahora, una década más tarde, por fin me había conectado con mi entorno, con el arte y con los viejos amigos.
El artista tuvo la amabilidad de autografiarme el catálogo de la muestra |
La muestra individual de Iván se titula “Los días y la pintura” y me ha permitido tener una visión más amplia de su obra. De hecho, debo confesar que hasta el día de ayer solamente había visto un cuadro de mi amigo Iván, en la muestra "El diálogo y la guerra sobre el lienzo". Ahora, en cambio, he podido apreciar la gran sensibilidad de Iván y discernir los fundamentos de su propuesta. Con estos cuadros al óleo, el artista comparte con nosotros sus preocupaciones, y en cierto modo sublima sus demonios internos con un estilo fuerte e indeleble. Si bien Iván se ha inspirado en su entorno, en su propio mundo, no por ello sus cuadros dejan de evidenciar momentos reveladores, casi como los lapsus linguae que Sigmund disfrutaba tanto analizando. Así, en cuadros como “Sábado” o “Pintor y Modelo” vemos los pies del artista irrumpiendo en la sugestiva imagen de la mujer desnuda (más que una donna angelicata una mujer real, de carne y hueso), como si la anatomía del artista invadiera un espacio que no le es propio. Y al fin y al cabo, lo cierto es que los cuerpos dejan de tener de propietarios al momento de ser transfigurados en líneas, en trazos, en color. Iván y Elizabeth dejan de ser los amigos que conozco para formar parte del mundo del arte.
Los griegos |
Me encantan los trazos fuertes, sentir cómo el óleo ha sido aplicado con fuerza, quizá con fiereza, y al mismo tiempo siento que hay un equilibrio con las pinceladas más tenues, más ligeras. La paleta de colores de Iván tiene predilecciones por los tonos rojizos, y de hecho, su cuadro “El sueño” es uno de los que más impresionó a los que asistieron a la inauguración de la muestra. Allí impera el rojo pero también la sensualidad, la promesa del goce aún en estado soñoliento. Otro cuadro que llamó mucho mi atención fue “Los griegos”, en donde la figura del cuerpo masculino guarda cierta semejanza con las posiciones que podemos ver en las esculturas post-micénicas y helénicas, y sin embargo esta forma de la disposición del cuerpo se adapta, se doblega ante el estilo propio del artista.
El sueño |
En el transcurso de la noche me encontré con amigos como Asad López de Castilla y Renzo Núñez Melgar Vega. Hace poco los visité en su taller y he quedado maravillado con los cuadros que están preparando para futuras muestras, además, como ambos son fans acérrimos de The Walking Dead siempre nos quedamos hablando sobre el tema. Conversé brevemente con Julio Garay, Eduardo Deza y José Medina (editor de Art Motiv). También saludé a Saúl Peña Kolenkaustky que seguramente comprará uno de los cuadros de Iván, demostrando una vez más que siempre ha tenido buen ojo para el arte (no en vano la colección de arte que tiene en su casa es realmente extraordinaria).
Juan Carlos Gibson también estuvo presente, por supuesto, como debe ser. Y al final de la muestra, dejamos el museo Pedro de Osma y nos dirigimos a Mochileros, para terminar la noche con algunos tragos más, que nunca están de más. Nos acompañó el multipremiado artista John Chauca, que según Gibson es una buena influencia para mí porque es una de las pocas personas que logra persuadirme para tomar cerveza. Y también Hugo Salazar, uno de mis artistas favoritos. De Chauca ya he comentado un par de muestras aquí y aquí, y también la última de Hugo. Creo que estuvimos conversando por casi tres horas, entre las anécdotas gibsonianas del patio de letras de la PUCP, los chistes de Chauca y las bromas de Iván, el tiempo pasó volando.
La muestra permanecerá abierta al público hasta el 26 de abril en el museo Pedro de Osma (avenida Pedro de Osma 423, Barranco). Les recomiendo que se den una vuelta y la visiten.
Arcadio B.