June 26, 2012

New Mutants # 1, 2 & 3 - Chris Claremont & Bob McLeod

Psychoanalyst Erik Erikson said once that adolescence was the age of fidelity. During childhood, our development depends on what is done to us (parental and familial influence are essential here); nevertheless, between the ages of 13 to 19, development depends primarily upon what a person does.  An adolescent must struggle to discover and find his or her own identity, while negotiating and struggling with social interactions and “fitting in”. Adolescents begin to develop a strong affiliation and devotion to ideals, causes, and friends.

But this is also an age of confusion and sometimes even suffering. It’s not always the golden years that we might hope for. For this group of teenagers, these New Mutants, the search of identity is even more problematic. They are not only dealing with hormonal changes and sexuality, but also with the discovery of the unique and strange abilities that set them apart from normal humans.

Fidelity here is clearly to the team, the parents are never as relevant as the immediate group of coetaneous. So it’s only fitting that all parental figures have been removed from the equation, save for Charles Xavier, who is almost like the primordial father that Freud used to describe. He’s not only there to guide the kids through life, but he’s also there to teach them how to control their powers. In order to guide them, he must first inscribe them into the symbolic order, into society, and that, according to Lacan, is the necessary castration that prevents men and women from entering into the realms of psychosis or neurosis. Without a clear castration process, mental health could never be guaranteed. And Professor X is well aware of that.
Charles Xavier & New Mutants

Xavier is only tough on the outside. On the inside, he’s a caring and nurturing man, but he can’t do all the work by himself. He can’t be a father and a mother at the same time; this is why the presence of an old flame, in this case Moira MacTaggert, becomes mandatory. Together, they are the putative father and mother that these children so desperately need. They’re not orphans, but they might just as well be.

Understandably, the protagonists have feelings of inadequacy. They’re still very young and very inexperienced. And they mess things up, all the time. Mistakes are sometimes simply an expression of their own clumsiness but other times it’s the result of the lack of control over their powers. For instance, Danielle accidentally lashes out to Xi’an, and creates a psychic projection that is there for everyone to see, and that reveals one of Xi’an’s innermost secrets: a brutal rape that she had spent years trying to forget. We also have a cultural clash of sorts, when Roberto -faithful to the Hispanic stereotype- acts like the attractive macho he’s supposed to be and ends up generating false hopes in Rahne, a Scottish girl with a Catholic and very conservative upbringing. These teens are strange, or rather, strangers. They are estranged from their own bodies which are undergoing all sorts of changes, and they are also strangers amongst themselves.
Danielle Moonstar

The New Mutants will come to face threats that were familiar to the X-Men. For instance, Henry Peter Gyrich unleashes the sentinels -gigantic robots designed to neutralize mutants- upon them; another menace will be the Brood, an extraterrestrial race that shares a few similitudes with Ridley Scott’s Aliens. Indeed, the insect-like Brood plant their eggs in other living organisms until an alien creature hatches from within the body (very much like in the movies starred by Sigourney Weaver). I had said before that as teenagers, these kids are estranged from their bodies, but with the Brood this estrangement becomes absolute. The saga of the Brood is resolved in Uncanny X-Men # 167, with art by the famous Paul Smith. Paul’s style is very recognizable due to his economy of lines and a certain stylization that was quite uncommon in most artists at the time. Paul draws some great pages, like the one that shows Empress Lilandra in full gear threatening the Fantastic Four for saving the life of Galactus.

Claremont knows how to write about teenagers, and his usual collaborator, Bob McLeod, did a great job not only with the action sequences but also with the quiet moments. One of the things I liked the most about the New Mutants is that they were, in no way, the X-Men’s successors; instead of heroes they are students, so everyday life is more important here than in other titles. Bob’s wonderful pencils are inked by Mike Gustovich in issues # 1, 2 & 3, Gustovich is a capable inker but he is not the right fit for Bob’s delicate lines, even so, Glynis Wein colors prove to be quite good, despite the limitations of the color palette in the early 80s. 
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At the mall / en el centro comercial

El psicoanalista Erik Erikson dijo alguna vez que la adolescencia era la edad de la fidelidad. Durante la infancia, nuestro desarrollo depende de lo que nos hacen (la influencia de los padres y la familia es esencial); no obstante, entre la edad de 13 y 19 años, el desarrollo depende primariamente de lo que una persona hace. Un adolescente debe esforzarse para descubrir su propia identidad, mientras negocia y se enfrenta con las interacciones sociales y el deseo de 'encajar'. Los adolescentes empiezan a desarrollar una fuerte afiliación y devoción hacia los ideales, las causas y los amigos.

Pero esta también es una edad de confusión y a veces incluso sufrimiento. No siempre se trata de la edad dorada que hubiésemos deseado. Para este grupo de adolescentes, estos Nuevos Mutantes, la búsqueda de la identidad es incluso más problemática. No sólo deben lidiar con los cambios hormonales y la sexualidad, sino también con el descubrimiento de las extrañas y singulares habilidades que los separan de los humanos normales.

La fidelidad aquí es claramente hacia el equipo, los padres nunca son tan relevantes como el grupo inmediato de coetáneos. Así que tiene sentido que todas las figuras paternas hayan sido sustraídas de la ecuación, excepto por  Charles Xavier, que es casi como el padre primordial que describía Freud. Él no sólo está allí para guiar a estos chiquillos a través de la vida, también está allí para enseñarles cómo controlar sus poderes. Para guiarlos, primero deberá inscribirlos en el orden simbólico, en la sociedad, y ello, de acuerdo con Lacan, es la castración necesaria que impide que hombres y mujeres entren al reino de la psicosis o de la neurosis. Sin un proceso claro de castración, la salud mental no puede ser garantizada. Y el Profesor X lo sabe.
Sam Guthrie 

Xavier sólo es rudo por fuera. Por dentro, es un hombre preocupado, cariñoso, pero él no puede hacer todo el trabajo por sí mismo. No puede ser padre y madre al mismo tiempo; es por ello que la presencia de uno de sus antiguos amores, en este caso Moira MacTaggert, se hace obligatoria. Juntos, ellos son el padre y la madre putativos que estos niños necesitan tan desesperadamente. Ellos no son huérfanos, pero bien podrían serlo.

Comprensiblemente, los protagonistas sienten que no encajan. Todavía son muy jóvenes y muy inexperimentados. Y meten la pata, todo el tiempo. Los errores son a veces simplemente una expresión de su propia torpeza pero otras veces son el resultado de la falta de control sobre sus poderes. Por ejemplo, Danielle accidentalmente usa sus poderes en Xi’an, y crea una proyección psíquica que todos pueden ver, y así se revela uno de los más íntimos secretos de Xi’an: una brutal violación que ella había intentado olvidar por años. También tenemos una suerte de choque cultural cuando Roberto -fiel al estereotipo del latinoamericano- actúa como el macho atractivo que se supone que debe ser y termina generando falsas esperanzas en Rahne, una chica escocesa criada de manera muy religiosa y conservadora. Estos jovencitos son extraños, o más bien, alienados. Están alineados de sus propios cuerpos que atraviesan todo tipo de cambios, y también son extraños entre ellos mismos.


Fantastic Four: art by Paul Smith / Cuatro Fantásticos: arte de Paul Smith
Los Nuevos Mutantes enfrentarán a amenazas que eran familiares para los X-Men. Por ejemplo, Henry Peter Gyrich suelta sobre ellos a los centinelas -robots gigantescos diseñados para neutralizar mutantes; otra amenaza será el Enjambre, una raza extraterrestre que comparte algunas similitudes con “Alien” de Ridley Scott. De hecho, con apariencia de insectos, el Enjambre planta sus huevos en otros organismos vivos hasta que una criatura alienígena nace desde dentro del cuerpo (al igual que sucede en las películas protagonizadas por Sigourney Weaver). Había dicho antes que como adolescentes, estos muchachos están alienados de sus propios cuerpos, pero con el Enjambre esta alienación es total. La saga del Enjambre se resuelve en Uncanny X-Men # 167, con arte del famoso Paul Smith. El estilo de Paul es fácilmente reconocible debido a su economía de líneas y a una cierta estilización que no era muy frecuente en los artistas de la época. Paul dibuja algunas páginas grandiosas, como la que nos muestra a la emperatriz Lilandra con su armadura oficial amenazando a los Cuatro Fantásticos por haber salvado la vida de Galactus.

Claremont sabe cómo escribir sobre adolescentes, y su colaborador habitual, Bob McLeod, hizo un gran trabajo no sólo con las secuencias de acción sino también con los momentos calmos. Una de las cosas que más me gustaba de los Nuevos Mutantes es que ellos no eran, en ningún sentido, los sucesores de los X-Men; en vez de héroes, son estudiantes, así que la vida cotidiana es más importante aquí que en otros títulos. Los maravillosos lápices de Bob son entintados por Mike Gustovich en los ejemplares # 1, 2 y 3, Gustovich es un entintador capaz pero no es la opción más apropiada para las delicadas líneas de Bob, aún así, los colores de Glynis Wein son bastante buenos, a pesar de las limitaciones de la paleta de color de principios de los 80.

June 23, 2012

New Mutants - Chris Claremont & Bob McLeod

In 1963 a bald man in a wheelchair gathered a group of gifted youngsters to defend his dream of a peaceful coexistence between humans and mutants. And thus, Stan Lee and Jack Kirby created the X-Men, the “strangest teens of all” as was the slogan of the book back then.

Much has been said about the success of the X-Men. For some critics, it was Lee’s interesting approach towards diversity and discrimination that cemented Marvel’s reputation as an imprint that could tackle on contemporary social conflicts without straying too much from the adventure and outlandish enemies that the heroes had to fight in each issue.

For me, nonetheless, part of the success derives directly from the fact that -just like Spider-Man- they we are all teenagers (Professor Xavier notwithstanding). The same year of the X-Men’s debut, DC Comics had also published a comic book in which a group of outcasts followed the Leader, a man bounded to a wheelchair. Marginalization and discrimination were very present elements in this new title, however, the protagonists were all grownup men and women. There were no teenagers in this Doom Patrol that, eventually, was doomed to fade into oblivion due to low sales. 

Originally, the X-Men were only five youngsters with special abilities: Angel (flying), Cyclops (optic blasts), Beast (dexterity and agility), Ice Man (control over ice) and Jean Gray AKA Marvel Girl (telekinesis and telepathy). After a while, they were replaced by another group of mutants and the X-Men became even more popular than before. The new team had a large cast of international members that even non-readers know today (thanks, in part, to the X-Men movies): Wolverine (Canadian), Storm (African), Nightcrawler (German), Colossus (Russian), Banshee (Irish), etc.
Rahne Sinclair (Wolfsbane)

Although having a group of adults as X-Men impaired the dynamics of Xavier’s School for Gifted Youngsters. So in the early 80s, writer Chris Claremont and artist Bob McLeod decided to reactivate the school, and for that they needed a new batch of younger and eager pupils. And so in 1982, as part of the Marvel Graphic Novels initiative, the New Mutants were born.

With ages ranging from 13 to 16, a new group of kids would now populate the empty halls of Xavier’s venerable mansion in Westchester. Just like the second incarnation of the X-Men, this group of new mutants came from very distinct backgrounds: Xi’an Coy Mahn (codename Karma), was a Vietnamese girl trying to adapt to her new life in America after the horrors of the Vietnam war; Samuel Guthrie (codename Cannonball), the oldest one of the bunch was a 16-year old Southern boy working in the mines to provide for his underprivileged family; Rahne Sinclair (codename Wolfsbane), was a girl from Scotland who gets help thanks to Xavier’s old lover, Moira MacTaggert; Danielle Moonstar (codename Psyche) was of Cheyenne origins, and held a grudge against the ‘white man’; Roberto Da Costa (codename Sunspot) was the reckless son of a wealthy Brazilian businessman.
Roberto 'Bobby' Da Costa (Sunspot)

In this Marvel Graphic Novel, Claremont manages to give us a clear view of the characters in only a handful of pages. We can perceive the traumatic past of Xi’an. We understand poverty and Sam’s need to make money, but most of all we see the awfulness of working in the mines and the shattered illusions of a young man that had a brilliant future ahead of him until his father died. We witness the dangers of superstition as a group of Scottish men chase down Rahne, accusing her of being a daughter of Satan. We feel sympathy towards Danielle’s frustration as she is incapable of saving the life of her grandfather, the worst is that nobody will pay attention to the death of a Native-American; in her case, she’s discriminated not only for being a mutant but also because of her ethnicity. Roberto Da Costa is a popular kid and has a pretty girlfriend, he’s a star in the soccer field, but one afternoon his powers start manifesting and now he is seen as a monster, his life, and everything he knew, is gone.

30 years after the release of New Mutants, Claremont’s narrative remains as alluring as always, and Bob McLeod’s art continues to surprise me. Looking at Bob’s pages I feel nostalgic, which is weird because I did not grow up reading New Mutants. In fact, I had access to my first Claremont and McLeod story in 1996 or 1997. But ever since then I always admired the classic tone of Bob’s lines, the precision of his inks and above all the harmonic interaction of characters in and outside of costume, in real life scenarios or in completely extravagant locations. Bob, like so many artists from the past, could draw absolutely anything. And he was so good at it. To this day, the black and yellow costume of the New Mutants remains as my favorite. Once I even dreamt about myself and a group of close friends wearing those classic outfits. Of course, I was still a teen back then… and it would ridiculous for an adult man to have such dreams now, wouldn’t it? But after reading the introductory issue of New Mutants I feel like there is no need for me to close my eyes and imagine all of that because I can see it and read it right now. And boy, it sure takes me back in such a wonderful way.
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En 1963 un hombre calvo en una silla de ruedas reunió a un grupo de jóvenes dotados (de poderes, no sean malpensados) para defender su sueño de una coexistencia pacífica entre humanos y mutantes. Y así, Stan Lee y Jack Kirby crearon a los X-Men, los "más extraños adolescentes de todos" como decía el slogan de la revista en ese entonces.
Samuel 'Sam' Guthrie (Cannonball)

Se ha dicho mucho sobre el éxito de los X-Men. Para algunos críticos, fue el interesante enfoque de Stan Lee en temas como la diversidad y la discriminación lo que fortaleció la reputación de Marvel como una editorial que podía abordar conflictos sociales contemporáneos sin alejarse demasiado de la aventura y los enemigos estrambóticos que los héroes enfrentaban en cada ejemplar.

Para mí, no obstante, parte del éxito deriva directamente del hecho de que -al igual que Spider-Man- todos ellos son adolescentes (excluyendo al profesor Xavier). El mismo año del debut de los X-Men, DC Comics también publicó un cómic en el que un grupo de marginados seguían al Líder, un hombre en una silla de ruedas. La marginalización y la discriminación eran elementos presentes en este nuevo título, sin embargo, todos los protagonistas eran adultos. No había adolescentes en esta "Patrulla Condenada" que, eventualmente, sufrió la condena de ser cancelada por bajas ventas.

Originalmente, los X-Men eran sólo cinco jóvenes con habilidades especiales: Angel (vuelo), Cyclops (rayos ópticos), Beast (destreza y agilidad), Ice Man (control sobre el hielo) y Jean Gray AKA Marvel Girl (telequinesis y telepatía). Luego de un tiempo, fueron reemplazados por otro grupo de mutantes y los X-Men se volvieron más populares que antes. El nuevo equipo tenía integrantes de diversos países que son muy conocidos hoy en día (gracias, en parte, a las películas): Wolverine (canadiense), Storm (africana), Nightcrawler (alemán), Colossus (ruso), Banshee (irlandés), etc.

Aunque al tener un grupo de adultos como X-Men la dinámica de la Escuela para Jóvenes Talentos de Xavier se restringió. Así es que a inicios de los 80, el escritor Chris Claremont y el artista Bob McLeod decidieron reactivar el colegio, y para ello necesitaban una nueva oleada de jóvenes y deseosos pupilos. Y así en 1982, como parte de la iniciativa de Novelas Gráficas de Marvel, nacieron los Nuevos Mutantes.
The New Mutants / los Nuevos Mutantes

Con edades que iban de los 13 a los 16 años, un nuevo grupo de chiquillos poblarían los salones vacíos de la venerable mansión de Xavier en Westchester. Al igual que la segunda alineación de los X-Men, este grupo de nuevos mutantes era bastante internacional: Xi’an Coy Mahn (nombre código Karma), era una chica vietnamita intentando adaptarse a su nueva vida en Estados Unidos luego de los horrores de la guerra de Vietnam; Samuel Guthrie (nombre código Cannonball), era el mayor del equipo, un muchacho sureño de 16 años que trabajaba en las minas para mantener a su familia de escasos recursos; Rahne Sinclair (nombre código Wolfsbane), era una chica escocesa que consiguió ayuda gracias al antiguo amor de Xavier, Moira MacTaggert; Danielle Moonstar (nombre código Psyche), ere de origen Cheyenne , y odiaba al 'hombre blanco'; Roberto Da Costa (nombre código Sunspot), era el impulsivo hijo de un acaudalado hombre de negocios de Brasil.

En esta novela gráfica, Claremont se las arregla para darnos una imagen clara de los personajes en tan sólo un puñado de páginas. Podemos percibir el pasado traumático de Xi’an. Entendemos la pobreza y la necesidad de Sam de ganar dinero y, sobre todo, vemos lo terrible que es trabajar en las minas y las ilusiones destrozadas de un joven que tenía un futuro brillante hasta que su padre murió. Somos testigos de los peligros de la superstición cuando un grupo de escoceses cazan a Rahne, acusándola de ser una hija de Satán. Sentimos compasión por la frustración de Danielle, que es incapaz de salvarle la vida a su abuelo, lo peor es que nadie le prestará atención a la muerte de un indio nativo; en su caso, ella es discriminada no sólo por ser mutante sino también por su etnicidad. Roberto Da Costa es un chico popular, tiene una linda enamorada y es una estrella del fútbol escolar, pero una tarde sus poderes empiezan a manifestarse y ahora él es visto como un monstruo; su vida no volverá a ser la misma de antes.

30 años después de la publicación de "The New Mutants", la narrativa de Claremont es tan intensa como solía ser, y el arte de Bob McLeod continúa sorprendiendo. Al mirar las páginas de Bob siento nostalgia, y eso es extraño porque yo no crecí leyendo a los Nuevos Mutantes. De hecho, tuve acceso a mi primera historia de Claremont y McLeod en 1996 o 1997. Pero desde entonces siempre admiré el tono clásico de las líneas de Bob, la precisión de sus tintas y sobre todo la interacción armónica de los personajes con o sin uniformes, en escenarios de la vida real o en locaciones completamente extravagantes. Bob, como tantos artistas del pasado, podía dibujar absolutamente todo. Y lo hacía muy bien. Hasta el día de hoy, estos trajes amarillos y negros de los Nuevos Mutantes siguen siendo mis favoritos. Una vez incluso soñé conmigo mismo y un grupo de amigos usando estos trajes clásicos. Desde luego, todavía era un chiquillo en ese entonces... y sería ridículo que un adulto tenga semejantes sueños ahora, ¿no es así? Pero luego de leer la primera aparición de los Nuevos Mutantes siento que no tengo necesidad de cerrar los ojos e imaginar cosas, porque puedo ver y leer todo esto en el presente. Y vaya que me hace recordar el pasado de una manera maravillosa.

June 22, 2012

Heterónimos - Elisabeth Osés (Dédalo)


WHEN 2000AD
WAS    THE FUTURE
BY       GARTH ENNIS
(BLEEDINGCOOL.COM)

Michele del Campo

This seems like as good a time as any to acknowledge a rather large debt. A creative one, to be precise. To what you might call a kind of great-great-grandfather once removed, whose bastard descendants include Preacher, Hitman, The Boys, Wormwood, The Pro, Kev, Barracuda, Dicks and more; whose barebones characterization, dark humour and intense action were and always will be a massive influence on my own work; whose writers, artists and editors created the greatest comic ever.

It cost 7p Earth money, it was printed on recycled bog roll, and it made Friday afternoons that little bit better: it was 2000AD, and in those first ten years- before they got desperate and started employing people like me- it was like lightning in a bottle. A glance at the roster of talent involved is enough to take the breath away, and it should be remembered that a whole generation of readers was able to pick up almost any given issue and see a dozen of these guys at their very best.

So thank you: Pat Mills, John Wagner, Gerry Finley-Day, Alan Grant, Alan Moore, Tom Tully, Alan Hebden, Steve MacManus, Kelvin Gosnell, Nick Landau, Robin Smith, Simon Geller, Richard Burton, Doug Church, Tom Frame, Carlos Ezquerra, Ramon Sola, Jesus Blasco, Massimo Belardinelli, Dave Gibbons, Mike McMahon, Kevin O’Neill, Ian Gibson, John Cooper, Brian Bolland, Brett Ewins, Brendan McCarthy, Garry Leach, Ron Smith, Colin Wilson, Steve Dillon, Kim Raymond, Cam Kennedy, John Higgins, Barry Kitson, Mike Dorey, Carlos Pino, Jim Watson, Alan Davis, Jesus Redondo, Jose Ortiz, Ian Kennedy, Eric Bradbury, Mike White, Bryan Talbot, Ron Turner, Jim Baikie, Angie Mills, Glenn Fabry, David Pugh, Mike Collins and many more.

Michele del Campo
Thank you for two Tyrannosaurs fighting to the death on the rim of a volcano; Bofors gunners shooting it out with UFOs; Old One Eye’s last and greatest kill; the only Bear on the CIA death list; “Quack-quack, Volg!”; the truly unstoppable Artie Gruber; Dan Dare at the battle of Jupiter; Conclusion: MACH One terminated. Now closing down transmission; the Space Fort’s final battle with the Starslayer Empire; I came into the apartment blasting. I’ve been at this game for forty years and there’s one thing I’ve learned- never give a robot an even break; “Goodbye, Ro-Jaws and Hammerstein. Little Mo and I will always remember you”; Blackhawk and his comrades at the Event Horizon; “When you get old, you start gettin’ strange notions, like maybe people aren’t so bad. Maybe if we treat ‘em with kindness, the good in them will come out. I guess that’s when it’s time to quit”; I was there the day the heavens turned to hell; an ammo belt of silver Spandau bullets; the madness that was Meltdown Man; “Boys, you’re making a big mistake. I’m the one you should be afraid of. And here’s why”; “Perhaps we could all do with a little more of what Dredd’s got”.

Thank you, also, for the night the G.I.s died; the Dark Judges on the loose in Billy Carter Block; “Is that what people are? Are we robots too?”; “Vape, baby, vape!”; And there was great celebration which went on all night… and the night went on forever; “An’ the name’s Thompson–Harry Thompson!”; Carefully–oh, so carefully–creeps the Starborn Thing; “And some of them… some of them are stars”; Johnny and Wulf fighting dead men in an alien churchyard; “There’s a moral here somewhere, Grobbendonk”; “Grim”; Red Planet Blues; “Welcome to the wound-feast!”; “But the third word is probably oranges”; “I know many things, Old Red-Eyes”; For you are a Judge. And it is your duty; “Wake up, guys…we’re home,”; “Fancy that for dinner, George?”; The city screaming Chopper’s name; “Been nice knowin’ ya, good buddies. Guess this is it. Truck tucker, y’hear?”; Halo Jones eating breakfast in the ruins; And let the Third Law be that anyone says different’s a dead man; “Because I hate you.”

And, of course: “This Cursed Earth will not break me! I am The Law! I am Dredd–JUDGE DREDD!”

my drawing / mi dibujo
Finally, there’s the best bit of all, to me the greatest moment in comics history: part 22 of The Apocalypse War. Having fought a losing battle against the invaders, seen half of Mega-City One destroyed, massacred collaborators and euthanised the critically wounded, Dredd has led an elite team of Judges into an East-Meg missile silo. Following one of the best action sequences I’ve ever read in a comic, the Judges find themselves unable to gain access to the operations room, until Dredd simply bangs on the door with his pistol and shoots the curious halfwit who opens it point-blank. Our boys storm the ops room and seal the door. Anderson, the telepath (and only volunteer in the Apocalypse Squad- no peacenik cosmic wandering in those days) pulls the launch codes out of the silo commander’s mind. The nukes are targeted on East-Meg One. “Please, Dredd”, begs the commander, “There are half a billion people in my city–half a billion human beings! You can’t just wipe them out with the push of a button!” And Dredd doesn’t hesitate, not even for a second.

“Can’t I?”

He can and he does. I still think about that today; what it meant about the character, and about the comic I was reading (aged 12). Even now I don’t know if Dredd was right or if he was wrong. It was the only way to win, to avoid the further slaughter and enslavement of his own people–but it was genocide. It was moral courage on an almost unimaginable level–but it was appalling. In the end, it was a dilemma not unlike those faced by a number of good and bad men in our own history, and if I had to sum it up in one line, I’d say this: what are you prepared to do when there isn’t any easy way out?

And that, I think, is why I’ve never been able to care about Batman, or Wolverine, or Iron Man… or any of them, really. Not because of what characters like that would or wouldn’t do, but because their publishers would never have the courage to have them written into such a situation.

A belated–but sincere–Happy Thirty-Second Birthday to the Galaxy’s Greatest Comic.

–Garth Ennis
 New York City, June 2009
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Nana de la Fuente
“La buena vida” se estrenó este lunes. Y recién ahora descubro lo que significa escribir guiones para un programa que se transmite de lunes a viernes. Si no fuera por el invalorable apoyo de Mariana Silva y Natalia Parodi, escribir cinco guiones a la semana sería prácticamente imposible. 

Aun así, he estado un poco más ocupado de lo normal. Y eso ha hecho que me pierda muchas muestras de arte. De todos modos, el día miércoles asistí a la inauguración de “Madera In-Finita” de Nana de la Fuente en la Galería Yvonne Sanguineti. Con una interesante selección de esculturas, la artista nos sorprende nuevamente. 

Y el día de ayer aproveché para darme una vueltita por Dédalo, se inauguraba “Heterónimos” de Elisabeth Osés, a quien saludé oportunamente; la muestra se compone de diversas piezas en cerámica con provocadores e ingeniosos títulos (algunos inspirados en la obra literaria de Fernando Pessoa, Arthur Rimbaud o Alejandra Pizarnik), cada pieza tiene una personalidad muy marcada y original, realmente quedé encantado. Saludé a Eduardo Lores y a María Elena Fernández, y les conté que estaba escribiendo guiones para Plus TV.


Después de un rato, me encontré con Rhony Alhalel e Ilse Rehder, que venían de otra muestra. Interesado y curioso, caminé una cuadra hasta la Galería Wu Ediciones, donde se inauguraba la muestra que ellos ya habían visitado: “Dentro y más allá de la fotografía” una colectiva de fotógrafos latinoamericanos con imágenes muy sugerentes. Habría que destacar los trabajos de Trinidad Carrillo, que en más de una ocasión juega con el desnudo infantil pero sin intención de escandalizar. En Wu me quedé conversando muy entretenidamente con Hugo Alegría, quien va a presentar una muestra en el Centro Colich en setiembre. 

June 20, 2012

Spider-Man Hooky - Susan K. Putney & Bernie Wrightson

When I saw April’s solicitations I couldn’t resist the temptation. Marvel was reediting the classic Spider-Man Hooky (originally published as Marvel Graphic Novel # 22 in 1986). The creative team was more than persuasive: Susan K. Putney, Bernie Wrightson and Michelle Wrightson.

I’ve been a fan of Bernie Wrightson’s art since I was a wee lad. I remember reading Creepy about 17 or 18 years ago, and becoming absolutely enthralled by Freakshow, an unforgettable horror tale about an alcoholic man with dangerous inner demons and a troupe of deformed people that traveled from town to town in search of a few coins. Bruce Jones was the writer, and Wrightson the artist. And together they were the ultimate creative team for horror stories.

As IDW editors keep reminding us, the exquisitely detailed brush work of one of the greatest living artists in comics today has earned the universal acclaim and reverence that Bernie Wrightson deserves. We could choose just one page and feel ecstatic with his lines, his beautifully rendered shadows, the volume and depth of his bodies. Wrightson is no ordinary penciler, he’s one of the greatest illustrators to ever grace the comic book world.


He hasn’t worked much for Marvel, which is why Hooky is quite a jewel. Having him drawing Spider-Man is like a dream come true. I’ve been waiting to read this story for years, but due to the original version’s unavailability I hadn’t been able to do so.

I read the sixty pages in an hour or so, paying attention to every detail, trying to imagine how he would have inked this or that panel, or why his wife decided to use certain tones in the coloring. There are some truly breathtaking panels, and some unforgettable double page spreads. And overall, Will Eisner’s influence is made evident by the flawless storytelling of the artist. Writer Susan Putney somehow manages to balance the fantasy elements of her script grounding the beginning of the story in New York. Watching Spider-Man using a telephone booth while a homeless guy is sleeping in it was priceless.

The rest of the story, at times, feels quite different from what you would normally read in the arachnid’s main titles, it’s almost as the tagline of the now disappeared Elseworlds line from DC: "In Elseworlds, heroes are taken from their usual settings and put into strange times and places -some that have existed, and others that can't, couldn't or shouldn't exist. The result is stories that make characters who are as familiar as yesterday seem as fresh as tomorrow". But despite Susan’s outlandish tale of fantasy and magic, this still feels like a Spidey story. And if you think it doesn’t, you still can’t help but to love it thanks to the absolutely amazing art.
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Cuando vi las solicitaciones de abril, no pude resistir la tentación. Marvel estaba reeditando el clásico "Spider-Man Hooky" (originalmente publicado en el # 2 de la colección Novelas Gráficas de Marvel en 1986). El equipo creativo era más que persuasivo: Susan K. Putney, Bernie Wrightson y Michelle Wrightson.

He sido fan del arte de Bernie Wrightson desde que era un niño pequeño. Recuerdo haber leído "Creepy" hace 17 o 18 años, y sentirme totalmente fascinado por "Freakshow", una inolvidable historia de terror sobre un alcohólico con peligrosos demonios internos y una caterva de personas deformes que viajaban de pueblo en pueblo en busca de algunas monedas. Bruce Jones era el escritor, y Wrightson el artista. Y juntos eran el equipo creativo definitivo para historias terroríficas.

Tal como los editores de IDW nos recuerdan, el trabajo de pincel exquisitamente detallado de uno de los más grandes artistas vivos del cómic ha merecido reverencias y la aclamación universal. Podríamos elegir una sola página y sentirnos extasiados con sus líneas, con sus sombras bellamente retratadas, con el volumen y la profundidad de sus cuerpos. Wrightson no es un dibujante ordinario, es uno de los más grandes ilustradores del mundo del cómic.

Él no ha trabajo mucho para Marvel, y por eso Hooky es una joya oculta. Verlo dibujando a Spider-Man es como un sueño hecho realidad. He esperado años para leer esta historia, pero como la edición original no estaba disponible hasta ahora no había podido leer nada.

Leí las sesenta páginas en una hora más o menos, prestando atención a cada detalle, tratando de imaginar cómo había entintado tal o cual viñeta, o por qué su esposa decidió usar ciertos tonos para los colores. Hay algunos paneles que nos dejan sin aliento, y algunas inolvidables páginas dobles. Y por encima de todo, la influencia de Will Eisner se hace evidente gracias a la narrativa impecable del artista. La escritora Susan Putney equilibra los elementos fantásticos de su guión con la realidad del día a día en New York. Ver a Spider-Man usando una cabina telefónica en la que un mendigo se ha quedado dormido no tiene precio.

El resto de la historia, a veces, se siente un poco diferente de lo que uno esperaría de la colección del arácnido, es casi como el lema de la desaparecida línea Otros Mundos de DC: "En Otros Mundos, los héroes son extraídos de sus entornos habituales y colocados en extraños lugares y épocas -algunos han existido, y otros no podrían, o no deberían existir. El resultado son historias que hacen que personajes tan familiares como el ayer parezcan tan frescos como el mañana". Pero a pesar de la extravagante historia de magia y fantasía de Susan, la narración funciona. Y si creen que no es así, es imposible no enamorarse de un arte tan asombroso.

June 17, 2012

Ultimate Fantastic Four Volume 1 - Brian M Bendis & Mark Millar

It’s often said that the 90s was a not a good decade for Marvel Comics (or DC Comics or comics in general), however, the first decade of the 21st century was especially auspicious for the House of Ideas, and it was mostly thanks to two writers: Brian Michael Bendis (with his critically acclaimed Ultimate Spider-Man and Daredevil) and Mark Millar (with his celebrated run in Ultimates and other more recent titles such as Kick-Ass).

So obviously, it made a lot of sense to have both of them working together, and the result was Ultimate Fantastic Four. Back then, the Ultimate line had some of the best superhero comics produced by either Marvel, DC or any other publisher. And Millar and Bendis proved to be at the top of their game with this reinterpretation of Marvel’s premiere superhero family.

It all starts when Reed Richards is a nerdy kid constantly bullied by his classmates. In fact, in the opening scenes of issue # 1 a group of boys put Reed’s head inside a toilet, in the school’s bathroom. He’s defended by his best -and only- friend, Ben Grimm.

However, what is most shocking about Reed’s life is his relationship with his father, a man of limited intellect and a certain tendency towards aggressive behavior. Reed can cope with the fact that he’s constantly tormented by his peers, but what really tears him apart is the feeling of not being loved by his own progenitor.

Of course, even at a young age, Reed Richards was already a genius, and his frequent tampering with the electronic devices of the house makes his father lose all patience. So when the government shows up and promises to help Reed channelize all his inventiveness, his father is quite glad of getting rid of him.

The years pass, and Reed Richards is no longer a child. As a teenager, he’s arguably the world’s leading scientific mind. And under the guidance of Doctor Storm, he intends to break the dimensional barrier between our dimension and the negative dimension. Reed spends years in a government facility with other precocious geniuses, but the only teen that can rival against him intellectually is no other than Victor Von Doom, his future nemesis.
Reed Richards & Victor Von Doom

The dynamics between the two youngsters is intense. In this scenario, Reed is no longer the victim of physical humiliation, but he’s still mistreated by Doom’s coldness and uncooperativeness. There are tense moments in which the two boys fight about calculations and scientific procedures, but in the end, Reed manages to convince Doom that everything would be better if they work together.

And so, a few years later, everything is ready for Reed’s greatest breakthrough. Doctor Storm’s children –Sue and Johnny- are present in this historic moment. In the original story, written by Stan Lee almost half a century ago, Reed Richards, Ben Grimm, Sue Storm and Johnny Storm travel in a space ship and obtain fantastic abilities thanks to cosmic rays. Here, however, Doom alters Reed’s equation and as a result, instead of opening a stable portal to the negative zone, they enter into another dimension and return to Earth, and due to the negative radiation they suffer an irreversible genetic change.

The body of Reed Richards turns into a malleable object, almost as fluid as water; Ben Grimm turns into a creature as thick as rock; Sue Storm becomes as invisible as the air; and Johnny Storm, ever the hothead, experiments an spontaneous combustion, thus bringing fire -the last of the four basic elements- into the game.
The transformation / la transformación

For many writers, the Fantastic Four are not only the quintessential family, but also an allegory of the four basic elements; after all, family means union, and according to the Pre-Socratic philosophers, everything that exists in our world is a combination of earth, fire, water, and air. John Byrne, in one of his earliest issues, also suggested this by facing Mr. Fantastic, the Thing, the Invisible Woman and the Human Torch against four monsters that were, quite literally, the representations of earth, fire, water and air. Grant Morrison also built upon this interpretation with his innovative miniseries Fantastic Four 1-2-3-4. And through the years many other writers explored this theme.

Millar and Bendis go further, though, by undermining the classical familial structure that has been the most recognizable feature of the Fantastic Four. Together, they are still the combination of everything that exists in the planet, but they’re not a family, they’re too young for that. And this doubles the amount of inner conflicts because if the original Fantastic Four had to suffer to adapt to their new powers, these Ultimate Fantastic Four must also struggle with the presence -or absence- of parental figures. Reed tries to do everything he can to win his father’s heart, sending him expensive gifts with the money he earns by working for the government, but nothing seems to work. At the same time, Doom’s admiration for the future -villainous- Mole Man is not unlike the relationship between a father and his son.

I think Adam Kubert does some of his best work in these pages. I particularly enjoyed the first panels in which we get to see the transformed bodies of our protagonists, and the little details such as the lizard, the spider or the rat moving around them. The action scenes are also great, and some of the double page spreads are very good. I loved volume one, and I’d like to read volume two, so whenever I find the time to do so, I’ll probably review it here.
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Johnny Storm

Se dice a menudo que los 90 no fueron una buena década para Marvel Comics (ni para DC Comics ni para los cómics en general), sin embargo, la primera década del siglo XXI fue especialmente auspiciosa para la Casa de las Ideas, y sucedió así principalmente gracias a dos escritores: Brian Michael Bendis (con su "Ultimate Spider-Man" y su "Daredevil" aclamados por la crítica) y Mark Millar (con sus celebradas etapas en "Ultimates" y otros títulos más recientes como Kick-Ass).

Así que, obviamente, tenía sentido juntar a ambos autores y el resultado fue "Ultimate Fantastic Four". En ese entonces, la línea Ultimate tenía algunos de los mejores cómics de súper-héroes tanto de Marvel como de DC, o cualquier otra editorial. Y Millar y Bendis demostraron estar en su mejor momento reinterpretando a la primera familia heroica de Marvel.

Todo empieza cuando Reed Richards es un chico nerd constantemente abusado por sus compañeros de clase. De hecho, en las escenas iniciales del # 1, un grupo de chiquillos mete a Reed de cabeza al retrete, en el baño del colegio. Lo defiende su mejor -y único- amigo, Ben Grimm.
the young Human Torch / el joven Antorcha Humana

Sin embargo, lo más terrible de la vida de Reed es su relación con su padre, un hombre de intelecto limitado y una cierta tendencia hacia el comportamiento agresivo. Reed puede soportar el hecho de ser constantemente atormentado en el colegio, pero lo que realmente destroza su vida es el sentimiento de no ser querido por su propio progenitor.

Por supuesto, incluso a una temprana edad, Reed Richards ya era un genio, y sus frecuentes experimentos con los electrodomésticos hogareños hacen que su padre pierda toda su paciencia. Así que cuando el gobierno aparece y promete ayudar a Reed a canalizar toda su curiosidad científica, su padre se alegra de deshacerse de él.

Los años pasan, y Reed ya no es un niño. Como adolescente, es una de las mejores mentes científicas del mundo. Y bajo el tutelaje del doctor Storm, intenta romper la barrera dimensional entre nuestra dimensión y la dimensión negativa. Pasa años en una instalación del gobierno con otros genios precoces, pero el único adolescente que puede rivalizar con él intelectualmente es Victor Von Doom, su futuro némesis.

La dinámica entre los dos jóvenes es intensa. En este escenario, Reed ya no es víctima de la humillación física, pero aun así es maltratado por la frialdad y el desprecio de Doom. Hay momentos tensos cuando los dos muchachos pelean a causa de procedimientos científicos y cálculos, pero al final, Reed se las arregla para convencer a Doom de que todo sería mejor si trabajan juntos.

Y así, algunos años después, todo está listo para el más grande descubrimiento de Reed. Los hijos del doctor Storm -Sue y Johnny- están presentes en este histórico momento. En la historia original, escrita por Stan Lee hace casi un siglo, Reed Richards, Ben Grimm, Sue Storm y Johnny Storm viajan en una nave espacial y obtienen habilidades fantásticas gracias a los rayos cósmicos. Aquí, sin embargo, Doom altera la ecuación de Reed y como resultado, en lugar de abrir un portal estable a la zona negativa, ellos entran a otra dimensión y regresan a la Tierra, y a causa de la radiación negativa sufren un irreversible cambio genético.
Before the battle / antes de la batalla

El cuerpo de Reed Richards se convierte en un objeto maleable, casi tan fluido como el agua; Ben Grimm  se convierte en una criatura tan dura como la roca; Sue Storm se hace tan invisible como el aire; y el acalorado Johnny Storm experimenta una combustión espontánea, aportando de este modo el fuego -el último de los cuatro elementos básicos.

Para muchos escritores los Cuatro Fantásticos no son sólo la quintaesencia de la familia, sino también una alegoría de los cuatro elementos básicos; después de todo, familia significa unión, y de acuerdo a los filósofos pre-Socráticos, todo lo que existe en nuestro mundo es una combinación de tierra, fuego, agua y aire. John Byrne, en uno de sus primeros números, también sugirió esto al enfrentar a Mr. Fantástico, la Cosa, la Mujer Invisible y la Antorcha Humana contra cuatro monstruos que eran, literalmente, representaciones de la tierra, el fuego, el agua y el aire. Grant Morrison también exploró esta temática con su innovadora miniserie “Fantastic Four 1-2-3-4”. Y a través de los años muchos otros escritores han continuado en esta ruta.

Aunque Millar y Bendis van más lejos al subvertir la estructura familiar clásica que ha sido el rasgo más reconocible de los Cuatro Fantásticos. Juntos siguen siendo la combinación de todo lo que existe en el planeta, pero no son una familia, son demasiado jóvenes para ello. Y esto duplica la cantidad de conflictos internos porque si los Cuatro Fantásticos originales tuvieron que sufrir para adaptarse a sus nuevos poderes, estos nuevos Cuatro Fantásticos también deben luchar con la presencia -o ausencia- de figuras paternas. Reed intenta ganar el corazón de su padre por todos los medios posibles, enviándole regalos costosos, pero nada parece funcionar. Al mismo tiempo, la admiración de Doom por el futuro -y villanesco- Hombre Topo no se desliga por completo de una figura padre-hijo.

Creo que Adam Kubert hace uno de sus mejores trabajos en estas páginas. He disfrutado particularmente con los primeros paneles en los que vemos los cuerpos transformados de nuestros protagonistas, y los pequeños detalles como la lagartija, la araña o la rata que se mueven a su alrededor. Las escenas de acción son grandiosas y algunas de las páginas dobles son muy buenas. Me encantó el primer volumen y apenas tenga tiempo para leer el segundo también le dedicaré un post.