"Know, O prince, that between the years when the oceans drank Atlantis and the gleaming cities, and in the years of the rise of the sons of Aryas, there was an Age undreamed of, when shining kingdoms lay spread across the world like blue mantles beneath the stars - Nemedia, Ophir, Brythunia, Hyperborea, Zamora with its dark-haired women and towers of spider-haunted mystery, Zingara with its chivalry, Koth that bordered on the pastoral lands of Shem, Stygia with its shadow-guarded tombs, Hyrkania whose riders wore steel and silk and gold. But the proudest kingdom was Aquilonia, reigning supreme in the dreaming west. Hither came Conan, the Cimmerian, black-haired, sullen-eyed, sword in hand, a thief, a slayer, with gigantic melancholies and gigantic mirth, to tread the jeweled thrones of the Earth under his sandaled feet" - The Nemedian Chronicles.
Robert E. Howard had a way with words, he knew how to balance lyric lines with deft prose. His legacy is not only Conan but a number of characters that are well remembered by fantasy readers worldwide: Kull, Solomon Kane, El Borak and Bran Mak Morn. I’d like to talk about these other wonderful creations and how they found their way into the ninth art, but first let’s discuss “Web of the Spider-God” (January 1972), a story that analyzes generalized fear and mass hysteria without forgetting Conan’s most frequent topics.
After leaving Zahmahn, Conan is still in the desert and the lack of water almost accomplishes what a hundred of foes could not… But against all odds, a man finds him and gives him water. Conan now owes him his life and as a Cimmerian he swears to repay him… so he decides to rescue the man’s daughter who was kidnapped by the followers of Omm, the unspeakable eight-legged god of the city of Yezud. Conan allows himself to be captured, and in prison he meets Tork, a spy from Zamora; they quickly make plans to regain their freedom.
As in many other occasions, the barbarian’s equanimity gives him an advantage that civilized people lack. And so, immune to the generalized fear of Omm, a gigantic spider, the young barbarian wields a broadsword and attacks with rage and bravery. After an arduous combat, Conan exterminates the monstrous arachnid. But then, mass hysteria dominates the people around him: “And he stands ready, though his arms dangle like leaden weight--- ready to fight the blood-mad swarms whose god he has destroyed--- ready to die! And yet, such are manias of mob-rule, that often they attack not the source of their displeasure--- but the object nearest at hand”. At that moment, Tork’s devices cause great destruction upon the city, and in the resulting chaos, the Cimmerian and the girl he came to rescue manage to escape. As a rare exception, Conan’s friend, Tork, neither dies nor is he injured during the fracas.
The desert sequence is one of my favorites –not in vain I wrote and drew a 2 page story about a man lost in the desert in vol. 2 of The Gathering- the desperation of the barbarian is made tangible thanks to Barry Windsor-Smith’s expressive lines. The imprisonment scenes are equally shocking, the way prisoners are portrayed, as wretched half-living, half-dead creatures who have lost all dignity; let’s emphasize on the sheer panic of these condemned souls as the hour to face Omm, the unspeakable, draws near. There is a certain baroque influence in the British artist’s pages which adds a special atmosphere to this story. The pages of Conan against Omm are very dynamic and captivating. Sal Buscema’s inks, as usual, prove to be the right fit for Barry’s pencils.
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"Sabe, oh príncipe, que entre los años en que los océanos inundaron Atlantis y las resplandecientes ciudades, y los años de aparición de los hijos de Aryas, hubo una edad jamás soñada en la que brillantes reinos se extendieron por el mundo como el manto azul bajo las estrellas - Nemedia, Ofir, Britunia, Hiperbórea, Zamora, con sus mujeres de cabellos negros y sus torres de terrorífico misterio; Zingara, con sus caballeros; Koth, que hace frontera con las tierras pastorales de Shem; Estigia, con sus tumbas guardadas por sombras; Hirkania, cuyos jinetes portan acero y seda y oro. Pero el más orgulloso reino es Aquilonia, que reina suprema en el soñado occidente. Y allí y más allá llegó Conan, el cimerio, cabellera negra, adustos ojos, espada en mano, ladrón, asaltante, asesino, de gigantescas melancolías y gigantescas alegrías, para pisotear con sus pies calzados con sandalias los enjoyados tronos de la Tierra". - Las Crónicas de Nemedia.
Robert E. Howard tenía facilidad con las palabras, sabía balancear líneas líricas con hábil prosa. Su legado no fue solamente Conan sino varios otros personajes memorables: Kull, Solomon Kane, El Borak y Bran Mak Morn. Me gustaría hablar de estas otras creaciones alguna vez, pero primero discutamos “La red del dios-araña” (enero 1972), una historia que analiza el miedo generalizado y la histeria en masa sin olvidar los tópicos frecuentes en Conan.
Luego de abandonar Zahmahn, Conan está aún en el desierto y la falta de agua casi consigue lo que cientos de enemigos no han podido... pero, por fortuna, un hombre lo encuentra y le da de beber. Conan le debe su vida, y un cimerio siempre paga sus deudas... así que decide rescatar a la hija del hombre, que ha sido raptada por los seguidores de Omm, el innombrable, el dios de las ocho patas de la ciudad de Yezud. Conan deja que lo capturen, y en prisión conoce a Tork, un espía de Zamora; rápidamente, planean cómo escapar.
Como en muchas otras ocasiones, la ecuanimidad del bárbaro le da una ventaja que la gente civilizada no posee. Y así, inmune al miedo generalizado a Omm, una araña gigantesca, el joven bárbaro blande una espada y ataca con furia y valentía. Tras un arduo combate, Conan extermina al monstruoso arácnido. Entonces, la histeria en masa domina a los que lo rodean: "Y él yace de pie preparado, aunque sus brazos cuelgan como si fueran pesado plomo--- preparado para luchar contra el enjambre deseoso de sangre cuyo dios él ha destruido--- ¡preparado para morir! Y no obstante, porque tales son las manías de la turba, en vez de atacar la fuente de su desazón se ciernen sobre el objeto más inmediato". En ese momento, las artimañas de Tork causan una gran destrucción en la ciudad, y en el caos resultante, el cimerio y la chica que vino a rescatar escapan. Como una rara excepción, Tork, el amigo de Conan, ni muere ni resulta herido.
La secuencia del desierto es una de mis favoritas -no en vano escribí y dibujé una historia de dos páginas sobre un hombre perdido en el desierto en el vol. 2 de The Gathering- la desesperación del bárbaro se hace tangible gracias a las expresivas líneas de Barry Windsor-Smith. La imagen de los prisioneros es aún más impactante, presentados como andrajosos, medio vivos y medio muertos, sin ninguna dignidad; hagamos énfasis en el pánico crudo de estas almas condenadas cuando la hora de ver a Omm, el innombrable, se aproxima. Hay una cierta influencia barroca en las páginas del artista británico. Las páginas de Conan en contra de Omm son muy dinámicas y cautivadoras. Las tintas de Sal Buscema, como es habitual, encajan bien con los lápices de Barry.