Parasite (2019), directed by Bong Joon Ho, was not only my favorite film of 2019 but also a big winner at the night of the Oscars. I must admit I wasn’t familiar with the work of this Korean filmmaker, but from the opening sequences it was clear to me that this was someone who had a unique voice and visual style. I was also immediately captivated by the fascinating story of a family living in misery and desperate to find a way to make money. Jobs are scarce and the situation seems dire. And I must say it’s almost impossible not to feel identified with trials of tribulations of this family, at least to a certain level. But then we can’t help but to admire the cleverness of the older son, who finds his way into the home of a wealthy family and gets hired as a tutor, and soon gets his impoverished relatives hired as well. The dynamics between the rich family and the poor one are quite rich and meaningful, and if this family works as a microcosmos in which we see much larger social structures of power at play then it’s only thanks to the talent of the director that we can equally relate to both extremes, from the aspirational desire that everyone shares, the dream to become rich one day, to the crude and awful reality of becoming a parasite in order to survive. But like all parasites, it’s the necessary for the host body to live, and once that life is at risk everything falls apart. The ending was as shocking as it was unexpected.
And since I mentioned the Oscars, It’d be remiss of me not to point out that the Academy is famous for ignoring excellent filmmakers as well as giving awards to mediocre productions. Sure, last month they actually chose the right film and proved that even a broken clock can still give you the right time twice a day, but that in no way solves the multiple omissions and mistakes in judgment made over the years. Which brings me to The Hours (2002), directed by Stephen Daldry and based on Michael Cunningham’s novel. Without a shadow of a doubt, The Hours was the best film of that decade, and the year it was nominated it should’ve easily won as best film, but it didn’t. After the extraordinary Billy Elliot, Daldry embarked upon a very ambitious project that would prove his expert mastery of the cinematographic language and his unparalleled talent. The Hours is polyphonic story that takes place in 3 different historical moments, and focuses on 3 women that must all deal with suicide and questions of sexuality. Meryl Streep (The Bridges of Madison County) is a lesbian editor who lives in New York, in 2001, and who is trying to organize a party for his friend and poet Ed Harris; Julianne Moore (Still Alice) is a housewife in the 50s, married to a man who she doesn’t love (John C. Reilly) and pregnant of her second child, as a mother and as a wife, she has never had the chance to explore what it means to be a woman, and she has strong feelings for her neighbor Toni Collette, another woman who seems to live a perfect life and yet is deeply unhappy; finally, Nicole Kidman (The Others) is famed author Virginia Woolf in late 19th century England, living a life she has no wish to live, and staying alive only out of love for her husband, Leonard (Stephen Dillane), and her sister, Vanessa. From the beginning, the remarkable music score of Philip Glass creates a unique atmosphere of melancholy, and then Daldry’s impeccable transitions take the viewer from one era to another, from one woman to the next. Each story is fascinating on its own, but they become more intense and complex in dialog with the other stories. As the viewer travels through the lives of these 3 women, one can find the connections, the shared pain and the sense of loss in a society that doesn’t accept alternative forms of sexuality, and yet “You cannot find peace by avoiding life”. Every sequence in The Hours is absolutely memorable, every interaction between actors and actresses is remarkable, every line of dialogue is brilliant. This masterpiece is on my top 5 best films of all times, and even after almost 20 years I’ve never come across another one as meaningful, beautiful, unforgettable and touching.
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Sam Mendes ya había demostrado lo talentoso que era con películas como American Beauty y Revolutionary Road, pero creo que nada podría haber sido más retador para un cineasta que 1917 (2019), una película impresionante sobre la Primera Guerra Mundial que consiste básicamente en una sola toma de principio a fin (al menos desde la perspectiva del protagonista). Al principio, los soldados Dean-Charles Chapman y George MacKay (How I Live Now) son enviados al frente con la misión de entregar un mensaje muy importante, si no tienen éxito, miles de hombres morirán en batalla. Armados con nada más que valor, los dos jóvenes hacen lo mejor que pueden hasta que uno de ellos muere. George MacKay, el sobreviviente, debe encontrar la fuerza dentro de sí mismo para completar lo que parece ser una misión imposible. Mendes reconstruye los horrores de la guerra, así como las terribles condiciones cotidianas tanto para los soldados como para los civiles. En algunos puntos, la película es tan realista que se siente más como un documental, pero en otros puntos, la belleza de las tomas, los majestuosos paisajes y la fantástica música de Thomas Newman elevan toda la experiencia a un nuevo nivel. La escena final es absolutamente desgarradora y es casi uno de los mejores finales que he visto en una producción histórica sobre la guerra. El elenco de estrellas incluye a Colin Firth, Mark Strong, Benedict Cumberbatch y Richard Madden. ¡Definitivamente una de las mejores películas del 2019!
Parasite (2019), dirigida por Bong Joon Ho, no sólo fue mi película favorita del 2019, sino también una gran ganadora en la noche de los Oscares. Debo admitir que no estaba familiarizado con el trabajo de este cineasta coreano, pero desde las secuencias iniciales me quedó claro que era alguien que tenía una voz y un estilo visual únicos. También me cautivó de inmediato la fascinante historia de una familia que vive en la miseria y está desesperada por encontrar una manera de ganar dinero. Los trabajos son escasos y la situación parece grave. Y debo decir que es casi imposible no sentirse identificado con las dificultades y tribulaciones de esta familia. No podemos evitar admirar la astucia del hijo mayor, que se abre paso hasta llegar a la casa de una familia acaudalada y es contratado como tutor, y pronto también logra que contraten a sus parientes empobrecidos. La dinámica entre la familia rica y la pobre es bastante rica y significativa, y si esta familia funciona como un microcosmos en el que vemos estructuras sociales de poder mucho más grandes en juego, es sólo gracias al talento del director que podemos igualmente relacionarnos con ambos extremos, desde el deseo aspiracional que todos comparten, el sueño de hacerse rico algún día, hasta la cruda y horrible realidad de convertirse en un parásito para sobrevivir. Pero como todos los parásitos, es necesario que el cuerpo huésped viva, y una vez que esa vida está en riesgo, todo se desmorona. El final fue tan impactante como inesperado.
Y ya que mencioné los Oscares, sería negligente de mi parte no señalar que la Academia es famosa por ignorar a excelentes cineastas y por otorgar premios a producciones mediocres. Claro, el mes pasado en realidad eligieron la película correcta y probaron que incluso un reloj malogrado aún puede darte la hora correctamente dos veces al día, pero eso de ninguna manera resuelve las múltiples omisiones y errores de juicio cometidos a lo largo de los años. Lo que me lleva a The Hours (2002), dirigida por Stephen Daldry y basada en la novela de Michael Cunningham. Sin lugar a dudas, The Hours fue la mejor película de esa década, y el año en que fue nominada debería haber ganado fácilmente como mejor película, pero no fue así. Después del extraordinario Billy Elliot, Daldry se embarcó en un proyecto muy ambicioso que demostraría su dominio experto del lenguaje cinematográfico y su talento incomparable. The Hours es una historia polifónica que tiene lugar en 3 momentos históricos diferentes, y se centra en 3 mujeres que deben lidiar con el suicidio y con cuestiones de sexualidad. Meryl Streep (The Bridges of Madison County) es una editora lesbiana que vive en New York, en el 2001, y que está tratando de organizar una fiesta para su amigo y poeta Ed Harris; Julianne Moore (Still Alice) es una ama de casa de los años 50s, casada con un hombre al que no ama (John C. Reilly) y embarazada de su segundo hijo, como madre y como esposa, nunca ha tenido la oportunidad de explorar qué significa ser una mujer, y tiene fuertes sentimientos por su vecina Toni Collette, otra mujer que parece vivir una vida perfecta y, sin embargo, es profundamente infeliz; finalmente, Nicole Kidman (The Others) es la famosa autora Virginia Woolf a fines del siglo XIX en Inglaterra, vive una vida que no desea vivir y se mantiene viva sólo por amor a su esposo, Leonard (Stephen Dillane) y a su hermana, Vanessa. Desde el principio, la notable composición musical de Philip Glass crea una atmósfera única de melancolía, y luego las transiciones impecables de Daldry llevan al espectador de una época a otra, de una mujer a otra. Cada historia es fascinante por sí sola, pero se vuelven más intensas y complejas cuando entran en diálogo entre sí. A medida que el espectador viaja a través de la vida de estas 3 mujeres, uno puede encontrar las conexiones, el dolor compartido y la sensación de pérdida en una sociedad que no acepta formas alternativas de sexualidad y, sin embargo, "no se puede encontrar la paz evitando la vida". Cada secuencia en The Hours es absolutamente memorable, cada interacción entre actores y actrices es notable, cada línea de diálogo es brillante. Esta obra maestra está en mi lista de las 5 mejores películas de todos los tiempos, e incluso después de casi 20 años, nunca he podido encontrar otra tan significativa, hermosa, inolvidable y conmovedora.