Brian Bolland |
That becomes more than evident in Grant Morrison’s foreword: “I decided straight away that I would attempt to restore the sense of the bizarre that made the original Doom Patrol so memorable. I wanted to reconnect with the fundamental, radical concept of the book – that here was a team composed of handicapped people […] This was a group of people with serious physical problems and, perhaps, one too many bats in the belfry”.
Morrison successfully reinstated the Doom Patrol as the strangest super-group in the world in “Crawling From the Wreckage”, and the next step was to create the Brotherhood of Dada, adversaries worthy of this unsettling team of deranged heroes. Mr. Nobody, the leader of the brotherhood, would describe himself as “the spirit of the twenty-first century, the abstract man. The virtual man. The notional man”, for him good and evil are “outmoded concepts for an antique age”, therefore his only mission is to celebrate the absurdity of life, to exacerbate chaos and to alter or destroy the meaning of things.
In “Nowhere Man” (originally published in Doom Patrol # 26, September 1989), Morrison shares with us the uncanny and hilarious secret origin of Mr. Nobody. And that’s the preamble for one of the most ambitious, wildly creative and insanely brilliant sagas of the Doom Patrol; in “The Painting That Ate Paris” (Doom Patrol # 27, November 1989), we get to see the glorious first accomplishment of the Brotherhood of Dada.
Simon Bisley |
Simon Bisley |
Simon Bisley |
Simon Bisley |
Simon Bisley |
Before the arrival of the Decreator (a cosmic entity with enough power to eliminate the entire solar system), there are symptoms of the upcoming doomsday. Many odd enemies show up: the Dry Bachelors (composed of lifeless human skin scales), the Mystery Kites (made of skin and bones of murder victims), the Spectres of Delirium, the Never-Never Boys, the Pale Police (with the ability to trap people inside the maze of their own fingerprints), the Hiroshima Shadows (radioactive and atomic ghosts from Japan), the Little Sisters of Our Lady of the Razors, etc. And even against impossible odds, the Doom Patrol finds the way to force the Decreator to go away; in the process they use the Sagrada Familia cathedral in Barcelona as a mystic tuning fork. “Gaudi designed this cathedral to gather and broadcast spiritual energies”, explains Crazy Jane, that and Cliff Steele’s incursion into the extradimensional town of Nurnheim are enough to guarantee the survival of our world.
“The Soul of a New Machine” (Doom Patrol # 34, July 1990) is one of my favorite chapters. It revolves around the philosophical distinction between mind and body, and the prevalence of the former over the latter. While Cliff Steele’s robotic body is under repair, his brain is carefully placed in a tank full of liquid nutrients. As Robotman, Cliff Steele is a fascinating contradiction, a human mind forever trapped inside a robotic body, how much of his humanity has been lost? And what happens when his robotic body develops its own consciousness. At the same time, the Brain and Monsieur Mallah break into the Doom Patrol’s headquarters. The Brain is also a mind without a body, a tormented soul always hoping to find a way to experience life physically. His ally and close partner is Monsieur Mallah, a super intelligent gorilla. Together they discuss about philosophy, cultural movements, history and art; sure, they’re some of the most recurring Doom Patrol supervillains but in the hands of Morrison they’re also a fascinating couple. And, indeed, the author reveals that even if the Brain has no body, he still has feelings and needs; indeed, the Brain and Monsieur Mallah love each other. However, this is more of a Platonic love since the Brain has no body and therefore no way to express his feelings towards Monsieur Mallah, that’s why his original plan is to take over the robotic body of Cliff Steele. This is definitely one of the weirdest and most surreal romantic tales I’ve ever read, and one of DC Comics first stories that openly dealt with homosexuality.
The Painting That Ate Paris / el cuadro que devoró París |
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¿Qué tan común es el estereotipo del artista loco? Claramente, si echamos un vistazo a escritores británicos como Alan Moore o Grant Morrison nos daremos cuenta de lo excéntricos que son y veremos cómo su trabajo se ha beneficiado enormemente debido a sus rarezas y peculiaridades.
Justice League of America & Doom Patrol |
This is not a job for Superman / este no es un trabajo para Superman |
Morrison reafirmó a la Doom Patrol como el más extraño súper-grupo del mundo en “Arrastrándose desde los escombros”; el siguiente paso era la creación de la Hermandad de Dadá, dignos adversarios de este equipo de héroes inquietantes y trastornados. Mr. Nobody, el líder de la hermandad, se describe a sí mismo como “el espíritu del siglo XXI, el hombre abstracto. El hombre virtual. El hombre conceptual”, en su opinión, el bien y el mal son “conceptos anticuados de una época antigua”, así que su única misión es celebrar lo absurdo de la vida, agravar el caos y alterar o destruir el significado de las cosas.
En “El hombre de ningún lado” (publicado originalmente en Doom Patrol # 26, septiembre de 1989), Morrison comparte con nosotros el extraño e hilarante origen de Mr. Nobody. Y ese es el preámbulo de una de las sagas más ambiciosas, tremendamente creativas e increíblemente brillantes de Doom Patrol; en “El cuadro que devoró París” (Doom Patrol # 27, noviembre de 1989), podemos ver la gloriosa primera misión de la Hermandad de Dadá.
Además de Mr. Nobody, tenemos personajes inusuales como The Quiz, que literalmente tiene todos los poderes en los que no has pensado, y con el fin de ser derrotado, todo lo que tienes que hacer es pensar en esos súper poderes (por supuesto, pensar en cientos de habilidades extraordinarias puede ser en realidad una tarea bastante difícil); Sonámbula tiene fuerza ilimitada, siempre y cuando permanezca dormida mientras usa sus poderes; Niebla puede absorber personas, pero no le gusta hacerlo porque entonces no puede deshacerse de todas esas voces dentro de su cabeza y Frenesí es un vagabundo analfabeto que puede convertirse en un ciclón viviente.
The Word Made Flesh / la palabra hecha carne |
Incapaz de hacer frente a amenazas tan ilógicas como un cuadro con la capacidad de devorar a toda la ciudad de París, la Liga de la Justicia no tienen otra opción que esperar a que la Doom Patrol solucione el problema. En “Laberintos” (Doom Patrol # 28, diciembre de 1989) y “El reino de No” (Doom Patrol # 29, enero de 1990), asistimos a la llegada del Quinto Jinete, el precursor del apocalipsis, una criatura que viaja de un nivel de la pintura a la siguiente, ganando cada vez más fuerza. Cada nivel de la pintura representa un movimiento artístico específico: realismo, impresionismo, futurismo, fovismo, surrealismo, simbolismo, cubismo, abstraccionismo y así sucesivamente. Por lo tanto, la única posibilidad de neutralizar a esta poderosa criatura es atrapándola en el nivel del dadaísmo, forzando así al jinete a perder todo significado y a aceptar lo absurdo.
Cuando la Doom Patrol fracasa, la Hermandad de Dadá debe rescatar a los protagonistas; de hecho, cuando el cuadro vomita París y la Doom Patrol apenas logra escapar con vida, la hermandad se queda en la pintura, viviendo para siempre fuera de la realidad.
El escritor escocés también sobresale en capítulos más íntimos, como podemos ver en “Ir bajo tierra” (Doom Patrol # 30, marzo de 1990), un viaje delirante por la mente escindida de Crazy Jane y sus 64 personalidades radicalmente diferentes. La saga del Culto del Libro No Escrito se desarrolla en “La palabra hecha carne” (Doom Patrol # 31, abril de 1990), “Descreador” (Doom Patrol # 32, mayo de 1990) y “El teatro de títeres” (Doom Patrol # 33, junio de 1990). Morrison nos sorprende constantemente con docenas de conceptos originales y maravillosamente extravagantes; me atrevería a decir que hoy en día cualquier escritor tomaría uno de esos conceptos y lo convertiría en una miniserie de 6 ejemplares, y el hecho de que Morrison pueda incluir tantas ideas página tras página demuestra que, en los 80s, él estaba en su mejor momento como guionista.
Decreator / Descreador |
The Brain & Monsieur Mallah |
“El alma de una nueva máquina” (Doom Patrol # 34, julio de 1990) es uno de mis capítulos favoritos. Gira en torno a la distinción filosófica entre la mente y el cuerpo, y la primacía de la primera sobre la segunda. Mientras que el cuerpo robótico de Cliff Steele está en reparación, su cerebro es colocado cuidadosamente en un tanque lleno de nutrientes líquidos. Como Robotman, Cliff Steele es una contradicción fascinante, una mente humana para siempre atrapada dentro de un cuerpo robótico, ¿cuánto de su humanidad se ha perdido? ¿Y qué ocurre cuando su cuerpo robótico desarrolla una conciencia propia? Al mismo tiempo, Brain y Monsieur Mallah irrumpen en el cuartel general de la Patrulla Condenada. Brain es también una mente sin cuerpo, un alma atormentada que espera encontrar una manera de experimentar la vida física. Su aliado y compañero cercano es Monsieur Mallah, un gorila súper inteligente. Juntos discuten acerca de filosofía, movimientos culturales, historia y arte; desde luego, ellos supervillanos recurrentes de la Doom Patrol, pero en manos de Morrison también son una pareja fascinante. Y, de hecho, el autor revela que, incluso si Brain no tiene cuerpo, todavía tiene sentimientos y necesidades; de hecho, Brain y Monsieur Mallah se aman. Sin embargo, este es un amor platónico ya que Brain no tiene cuerpo y por lo tanto no tiene manera de expresar sus sentimientos hacia Monsieur Mallah, es por eso que su plan es apoderarse del cuerpo robótico de Cliff Steele. Esta es sin duda uno de los relatos románticos más extraños y surrealistas que he leído, y una de las primeras historias de DC Comics que tratan abiertamente el tema de la homosexualidad.
Las páginas de Richard Case mejoran número tras número y, en palabras del editor Tom Peyer, “verlo crecer desde un talento en bruto hasta ser un maestro artesano que nos inspira ha sido una de las recompensas más satisfactorias de Doom Patrol”. También debo elogiar las magníficas portadas de Simon Bisley, un artista capaz de introducir la locura en composiciones visualmente sorprendentes. “Morrison y el artista Richard Case se encargaron de una serie de superhéroes de cuarta categoría a principios de 1989, y pasaron los siguientes cuatro años llevándola a través de zonas de locura surrealista que los cómics apenas habían visitado en aquella época (y que no se han revisitado desde entonces)”; este maravilloso equipo creativo seguiría rompiendo esquemas con la deconstrucción del género de superhéroes, haciéndonos recordar por qué lo raro es sinónimo de valioso, y por qué extraño y prodigio encajan tan bien en una misma frase.