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En marzo, finalmente tuve la oportunidad de ver la última producción de Wolverine: “Logan” (2017), dirigida por James Mangold. Quedé absolutamente impresionado. Veo un montón de películas de superhéroes cada año, y aunque las encuentro entretenidas a veces hay una ausencia de profundidad. Afortunadamente, “Logan” es una película notable que nos recuerda por qué Wolverine es el miembro más popular de los X-Men. En un futuro cercano, Logan es un hombre enfermo, un alcohólico que intenta sobrevivir como taxista, y el Profesor X es un anciano debilitado por la demencia senil. Mangold crea un ambiente complejo y poderoso, un mundo oscuro y deteriorado en el que no parece haber ninguna magia ni belleza, solamente la desesperación y la certeza del fracaso. Incluso en circunstancias tan terribles, Logan es capaz de redimirse ayudando a una niña, una mutante, a huir a Canadá. Hay muchas escenas extraordinarias, y una intensidad que rara vez he encontrado en otras producciones relacionadas a los cómics. Hugh Jackman (The Wolverine) y Patrick Stewart (X-Men: Days of Future Past) retoman sus papeles, y los dos están magníficos. Un guión fascinante, excelentes actores y una perspectiva singular sobre la condición mutante (y la humana) hacen que este sea un film imprescindible.