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January 30, 2014

Swamp Thing # 54, 55 & 56 - Moore, Veitch & Alcalá

I have written some stories and even a few have been published, and I often wonder if they’ll still be read in the future… or even remembered. As writers we face a challenge that defies the norms of narrative or the nuances of punctuation. I am talking, of course, about the relevance of our work, not only for today’s readers but also for those who will come across our work 10 or 100 years later. Alan Moore is one of those writers that can be considered immortal, not only because of his amazing imagination or his undeniable talent, but also because when he wrote his stories he seemed to have taken into account both present and future readers.

I have already discussed the importance of ecology in Swamp Thing or the criticism towards a society plagued by racism. After 30 years, we’re finally accepting how essential ecology is and we’re still struggling against racist behaviors that, at least in theory, should’ve disappeared long ago. But there is something else in Alan Moore’s unforgettable run in Swamp Thing: the women problematic. There’s no need for us to be feminists in order to realize that even after 30 years women are still victims of abuse, discrimination and unfair treatment. Yes, theoretically, women and men have the same rights. But if you read the statistics you will still find thousands of cases of domestic violence, of men hurting women, here, there and anywhere in the world. It’s sad but it’s true.

Perhaps that’s one of the elements that I was never able to overlook when I first read “The Flowers of Romance” (published in Swamp Thing # 54, November 1986). Moore explores the subject of a woman constantly abused by her husband, to the point that she has turned into an infrahuman creature, unable to take care of herself, and with such low self-esteem that she no longer has the courage to make any decisions at all. And the most horrific part? This was actually based on a real life case: Alan Moore explains that his aunt suffered this dehumanization process at the hands of a viciously aggressive man and the family only found out about this when it was late. 

“The Flowers of Romance” then, focuses on this disgraced woman, Liz Tremayne, and his abusive and brutal husband, Dennis Barclay. In case some might have forgotten about the couple, they were originally introduced during Martin Pasko’s previous run on the title, and they were briefly featured in Loose Ends, Alan Moore’s first historical issue. 

Ironically, these loose ends are finally tied up when Liz finds Abby and asks her for help; and Dennis, an enraged maniac, decides to kill both women. After a vicious persecution, Dennis dies. Abby and Liz then prepare to travel to Gotham City, to attend the Swamp Thing’s funeral in “Earth to Earth” (Swamp Thing # 55). 

“If you wear black, then kindly, irritating strangers will touch your arm consolingly and inform you that the world keeps on turning. They’re right. It does. However much you beg it to stop”, that’s how Abby begins this chronicle, affirming that we wrap “ourselves in comforting banalities to keep us warm against the cold”. However, after the initial pain of death, she somehow manages to come to terms with her loss. It’s not an easy task, but she is, after all, a survivor. 

“My Blue Heaven” is a one of kind insight into the mind of those who have the power to create. Swamp Thing, unable to regrow his body in the solar system, has left his consciousness wander around the cosmos. Now, in a strange and blue planet, he reconstructs himself and he stares desperately at the loneliness of a world in which only the most primitive life forms thrive. 

In his brilliant introduction, Stephen Bissette further elucidates the parallelisms between the ability to create and the self-congratulatory drive: “It’s arguably autobiographical in many ways […] The story begins as an ethereal and loving celebration of a creator (Swamp Thing/Alan) finding solace and temporary fulfillment in the act of creation/re-creation. The darkness –the loneliness, the masturbatory nature of such creation, the assertion of the shadowy realms of the creator’s unconsciousness– soon unveils the madness the creator knows and fears”. Indeed, “My Blue Heaven” is a poignant philosophical examination of a question more creators should be willing to ask, either about themselves or their works. And, at the same time, it’s a nightmare, a horrifying experience that almost costs Swamp Thing his sanity. 
John Totleben

This extraordinary stand-alone adventure is illustrated by Rick Veitch: “Rick’s roots in the underground comix movement of the early 1970s occasionally erupts into some truly baroque visions of monstrous beauty, rendered with a ferocity and clarity precious few of his mainstream 1980s peers could approach”. Alfredo Alcalá, the inker, “grounds the fantasy of the imagery in a tactile and believable sense of ‘reality’” thanks to his “textural precision and atmospheric style”. 
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Abby & Swamp Thing

He escrito algunas historias e incluso unas pocas han sido publicadas, y a menudo me pregunto si serán leídas en el futuro... o al menos recordadas. Como escritores, enfrentamos un reto que desafía las normas de la narrativa o las distinciones de la puntuación. Hablo, desde luego, de la relevancia de nuestro trabajo, no sólo para los lectores de hoy sino también para aquellos que encuentren nuestra obra dentro de 10 o 100 años. Alan Moore es un escritor que puede ser considerado inmortal, no sólo por su asombrosa imaginación y su innegable talento, sino también porque cuando escribió sus historias parecía haber considerado tanto al lector del presente como al del futuro. 
Abby, Commissioner Gordon, Liz Tremayne & Batman

Ya he discutido la importancia de la ecología en "Swamp Thing" o la crítica hacia una sociedad plagada de racismo. 30 años después, finalmente estamos aceptando que lo ecológico es esencial y todavía estamos luchando contra las conductas racistas que, al menos en teoría, deberían haber desaparecido hace mucho. Pero hay algo más en la inolvidable etapa de Alan Moore en "Swamp Thing": la problemática de la mujer. No hace falta ser feminista para darse cuenta que incluso después de 30 años las mujeres siguen siendo víctimas de abuso, discriminación y tratamientos injustos. Sí, teóricamente, las mujeres y los hombres tienen los mismos derechos. Pero si leen las estadísticas todavía podrán encontrar miles de casos de violencia doméstica, de hombres haciéndoles daño a mujeres, aquí o en cualquier otra parte del mundo. Es triste pero es verdad.

Tal vez ese es uno de los elementos que nunca fui capaz de relegar cuando leí por primera vez “Las flores del romance” (publicado en Swamp Thing # 54, noviembre de 1986). Moore explora el tema de una mujer constantemente abusada por su marido, al punto que se convierte en una criatura infrahumana, incapaz de cuidarse a sí misma, y con una autoestima tan baja que ya no tiene la valentía de tomar decisiones por sí misma. ¿Y lo más terrorífico? Esto se basó en un caso de la vida real: Alan Moore explica que su tía sufrió un proceso de deshumanización a manos de un hombre viciosamente agresivo y la familia sólo se enteró de esto cuando era demasiado tarde. 

“Las flores del romance”, entonces, se enfoca en una desgraciada mujer, Liz Tremayne, y su abusivo y brutal esposo, Dennis Barclay. En caso que algunos se hayan olvidado de la pareja, su origen data de la etapa de Martin Pasko, y aparecieron brevemente en Cabos sueltos, el primer número histórico de Alan Moore. 
Blue planet / el planeta azul

Irónicamente, estos cabos sueltos son finalmente atados cuando Liz encuentra a Abby y le pide ayuda; y Dennis, un maníaco rabioso, decide matar a ambas mujeres. Después de una feroz persecución, Dennis muere. Abby y Liz, entonces, se preparan para viajar a Gotham City, para asistir al funeral de Swamp Thing en “Tierra a Tierra” (Swamp Thing # 55).

“Si vistes de negro, entonces gente extraña te tocará el brazo, amablemente, consoladoramente, y te informarán que el mundo sigue girando. Tienen razón. Así es. Por más que ruegues que se detenga”, así es como Abby empieza esta crónica, afirmando que nos envolvemos “en banalidades cómodas para mantenernos tibios frente al frío”. Sin embargo, después del dolor inicial de la muerte, ella se las arregla para aceptar la pérdida. No es una tarea fácil pero ella es, después de todo, una superviviente.

“Mi cielo azul” es una mirada única a la mente de aquellos que tienen el poder de crear. La Cosa del pantano, incapaz de rebrotar su cuerpo en el sistema solar, ha dejado que su conciencia vague por el cosmos. Ahora, en un extraño planeta azul, se reconstruye a sí mismo y mira con desesperación la soledad de un mundo en el que sólo subsisten formas de vida primitivas. 

En su brillante introducción, Stephen Bissette indaga sobre los paralelismos entre la habilidad para crear y el impulso de autosatisfacción: “Es probablemente autobiográfico de muchos modos […] La historia empieza como una celebración etérea y amorosa de un creador (Swamp Thing/Alan) que encuentra solaz y satisfacción temporal en el acto de la creación/re-creación. La oscuridad –la soledad, la naturaleza  masturbatoria de semejante creación, la aserción de los reinos de sombras del inconsciente del creador– pronto revela la locura que el creador conoce y teme”. De hecho, “Mi cielo azul” es una importante examinación filosófica sobre una pregunta que más creadores deberían estar dispuestos a formular, ya sea sobre sí mismos o sus trabajos. Y, al mismo tiempo, es una pesadilla, una terrorífica experiencia que casi le cuesta a la Cosa del pantano su cordura.

Esta extraordinaria aventura auto-conclusiva es ilustrada por Rick Veitch: “Las raíces de Rick en el movimiento de comix underground de inicios de 1970 ocasionalmente estallan en visiones realmente barrocas de belleza monstruosa, retratadas con una ferocidad y una claridad a la que muy pocos de sus colegas de 1980  podrían haberse acercado”. Alfredo Alcalá, el entintador, “asienta la fantasía de las imágenes en un sentido táctil y creíble de ‘realidad’” gracias a su “precisión de texturas y su estilo atmosférico”.

January 20, 2014

Swamp Thing # 51 & 52 - Moore, Veitch & Alcalá

We have all known the horrors of civilization, the revolting nature of human culture: prejudice, injustice, discrimination. All these elements are as much part of our DNA as our capacity for language. Alan Moore acknowledges that, and in “Home Free” (published in Swamp Thing # 51, August 1986), he reminds us that after the war in hell, after the ultimate supernatural battle, peace is not guaranteed. On the contrary, after saying goodbye to his allies (Deadman, The Phantom Stranger and John Constantine), Swamp Thing will discover what has transpired in his absence.

For months Abigail had been visiting the swamps, without ever realizing that she had been followed by an amateur photographer who takes a few compromising snapshots. He takes those pics to the local newspapers, and the images that show intimacy between this white-haired woman and this creature of the swamp enrage the public. Quickly, Abby is accused of having carnal knowledge with a monster, and she’s brought to court under charges of bestiality and crimes against nature.


Humiliated and harassed by every man and woman in Houma, Abby decides to escape. To flee to the big city. But she makes one mistake: she goes to Gotham City. Trying to find solace, she falls into an urban sewer, filled with human putrefaction. Crime runs rampant, moral and physical decay seem to prey upon her, and when she’s captured by the police –mistaken as a hooker– an extradition order is announced. 


Swamp Thing was able to control his anger in the past. Peace is the way of the wood. He had learned as much from the Parliament of Trees. But this time, he cannot contain his fury. “And out in the swamp the monster raged, and trampled… and roared his lover’s name… and promised war”.


A war against civilization and a confrontation against Gotham’s authorities are “Natural Consequences” (Swamp Thing # 52) of Abby’s unfair apprehension. In Arkham Asylum, Swamp Thing meets Batman’s greatest foes but only one of them captures his attention. Jason Woodrue –the Floronic Man– has been incarcerated along the criminally insane, losing whatever was left of his feeble mind to the demented hollering of the Joker, Two Face and the others. Finally, Swamp Thing forgives Woodrue’s trespasses against nature and tells him that no one else in Gotham deserves his forgiveness.


And so Swamp Thing gives the city an ultimatum. He will recover Abby or the gothic metropolis will succumb to nature. “All over town, from sudden cracks and fissures, the sidewalks begin to bleed emerald […] Eden comes to the city”. Concrete and steel cannot resist the unstoppable power of life. Plants, trees and flowers invade Gotham’s monotonous landscape. Artificial structures are replaced by vibrant botanical designs. 


But Swamp Thing has strayed far from the bogs of Louisiana. Gotham isn’t his turf. Gotham is Batman’s city. And the inevitable confrontation between the Dark Knight and the creature of the swamps will only be the preamble of Lex Luthor’s sinister intervention. 

Swamp Thing, Deadman & Phantom Stranger 

Although Stephen Bissette quit as the main artist of the series, he was still drawing the covers. They look slightly more rasping than previous covers, mainly because Totleben is no longer inking them. The artistic team of the title has also suffered an important modification. The penciler is now Rick Veitch and Alfredo Alcalá, the inker. Together, they bring about a much needed sense of emotional weight and earthly anguish to Abby’s conundrum.   

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Gotham's urban misery / la miseria urbana de Gotham

Todos hemos conocido los horrores de la civilización, la repugnante naturaleza de la cultura humana: prejuicio, injusticia, discriminación. Todos estos elementos son tan parte de nuestro ADN como nuestra capacidad para el lenguaje. Así lo reconoce Alan Moore y en “Hogar libre” (publicado en Swamp Thing # 51, agosto de 1986), nos recuerda que después de la guerra en el infierno, después de la batalla sobrenatural definitiva, la paz no está garantizada. Por el contrario, luego de decirle adiós a sus aliados (Deadman, Phantom Stranger y John Constantine), Swamp Thing descubrirá lo que ha sucedido en su ausencia.


Durante meses, Abigail había estado visitando los pantanos, sin darse cuenta que había sido seguida por un fotógrafo amateur que obtiene algunas instantáneas comprometedoras. Él lleva estas fotos a los periódicos locales, y estas imágenes que muestran intimidad entre la mujer de pelo blanco y la criatura del pantano enfurecen al público. Rápidamente, Abby es acusada de tener conocimiento carnal con un monstruo, y es llevada a juicio bajo cargos de bestialismo y crímenes contra la naturaleza. 


Humillada y acosada por todos los hombres y mujeres de Houma, Abby decide escapar. Huir a la gran ciudad. Pero comete un error: ella va a Gotham City. Intentando encontrar algo de calma, cae en este desagüe urbano, lleno de putrefacción humana. El crimen impera, la decadencia moral y física la rodean, y cuando es capturada por la policía -la confunden con una prostituta- la orden de extradición es anunciada. 


La Cosa del pantano fue capaz de controlar su ira en el pasado. La paz es la táctica de la madera. Él había aprendido esto con el Parlamento de los Árboles. Pero esta vez, no puede contener la furia. “Y afuera, en el pantano, el monstruo iracundo ataca... y ruje el nombre de su amante... y promete la guerra”.

Batman's greatest foes / los principales enemigos de Batman

Una guerra contra la civilización y una confrontación contra las autoridades de Gotham son las “Consecuencias naturales” (Swamp Thing # 52) del injusto apresamiento de Abby. En Arkham Asylum, La Cosa del pantano conoce a los principales enemigos de Batman pero sólo uno llama su atención. Jason Woodrue –el hombre florónico– ha estado encarcelado junto con los criminales dementes, perdiendo lo poco que le quedaba de sensatez con los aullidos desquiciados del Joker, Two Face y los demás. Finalmente, La Cosa del pantano perdona las trasgresiones en contra de la naturaleza de Woodrue y le dice que nadie más en Gotham merece su perdón. 


Y la Cosa del pantano le da un ultimátum a la ciudad. Recuperará a Abby o la metrópolis gótica sucumbirá ante la naturaleza. “Por todas partes, a través de repentinas grietas y fisuras, las veredas empiezan a sangrar esmeralda […] El Edén llega a la ciudad”. El concreto y el acero no pueden resistir el imparable poder de la vida. Las plantas, los árboles y las flores invaden el monótono paisaje de Gotham. Las estructuras artificiales son reemplazadas por vibrantes diseños botánicos. 


Pero la Cosa del pantano se ha alejado demasiado de las ciénagas de Luisiana. Gotham no es su territorio. Gotham es la ciudad de Batman. Y la inevitable confrontación entre el Caballero de la Noche y la criatura de los pantanos será sólo un preámbulo para la siniestra intervención de Lex Luthor.

Lex Luthor

Aunque Stephen Bissette renunció como el artista principal de la serie, todavía seguía dibujando las portadas. Ahora se ven ligeramente más ásperas que antes, sobre todo porque Totleben ya no las entinta. El equipo artístico también ha sufrido una importante modificación. El dibujante ahora es Rick Veitch y Alfredo Alcalá es el entintador. Juntos, aportan una muy necesaria sensación de peso emocional y angustia terrenal al conflicto de Abby.


September 20, 2013

Swamp Thing # 49 & 50 - Moore, Bissette, Totleben & Woch

Stephen Bissette & John Totleben
Words are an important part of a spell, much in the same way that good writers can create real magic using only words. “The Summoning” (published in Swamp Thing # 46, June 1986), it’s all about conjurors, spells and the mighty magic of literature. 

Alan Moore summons some of the most obscure characters of the DC Universe, those who dabble with the arcane, those with wizardry enough to conquer the astral plane. John Constantine reunites Baron Winter, Sargon the Sorcerer, Dr. Occult, Steve Dayton (formerly known as Mento of the Doom Patrol), Zatara and Zatanna. Meanwhile, Swamp Thing reunites Deadman, the Phantom Stranger, Doctor Fate, the Spectre and the Demon Etrigan. The war against the primordial darkness is about to begin, and not even the creatures of hell are comfortable with this new threat (Etrigan admits “favoring the devil that we know”).

When I first read “The Summoning” I realized how Machiavellian John Constantine can be. He manipulates Baron Winter to use his mansion in Georgetown as an operations center, he lies to Steve Dayton telling him that his life won’t be in danger, and his cynicism never prevents him from smiling as he remembers his sessions of tantric sex with Zatanna, the daughter of the prestigious warlock Zatara. Stan Woch and Alfredo Alcalá capture the monstrous essence of hell, while portraying an ominous atmosphere in the real world, with a special emphasis on the twisted expressions of Constantine and his colleagues.

“I have seen… human beings… both tormentors and tormented… locked into a dismal circle… of pain and retribution… gender against gender… race against race… generations lost… in a maze of death… and guilt… and gunfire” ponders Swamp Thing, as he remembers his journey through the darkest corners of America. His days of traveling are over. “American Gothic” has ended. And that’s the beginning of “The End” (July 1986), a double-sized anniversary edition that celebrates the 50th issue of Swamp Thing. It’s here that everything gets kicked into “the high gear that whirls us remorselessly towards the cycle’s climax”, as Charles Shaar Murray affirms.

Deep in the wastelands of hell, the final battle against the primordial darkness begins. Etrigan the Demon is the first to attack, but his fatalism marks his defeat; the second one is Doctor Fate, but his contempt causes his downfall; the third one is the Spectre, the most powerful creature on Earth, Heaven and Hell, but not even his divine thirst for vengeance is enough. Finally, Swamp Thing surprises the primordial darkness with his calmness, his roots in nature, and although he won’t harm his enemy in return he receives no harm at all. His conclusions, nevertheless, deserve to be highlighted: “the black soil… is rich in foul decay… yet glorious life… springs from it […] perhaps evil… is the humus formed by virtue’s decay… and perhaps… perhaps it is from that dark, sinister loam… that virtue grows strongest”.
Stan Woch & Alfredo Alcalá

Meanwhile, on Earth, the séance continues. John Constantine tries to channelize all the mystic energies at his disposal to help Swamp Thing and his allies. But they’re dealing with forces beyond human comprehension and the result is tragic: Sargon the Sorcerer burns alive, and then Zatara suffers the same agony. Finally Steve Dayton’s mind collapses. Constantine and the remaining survivors understand the high cost of victory.

As Neil Gaiman observes on the prologue “the consummation of the ‘American Gothic’ storyline was twice the length of a regular comic, it could still be longer. Armageddon comes and goes in forty pages, leaving in its wake a number of dead and shattered individuals and a philosophy that practically any religion would find heretical –or at least uncomfortable. It also marked the end of the Bissette and Totleben art team”. 

Indeed, this is the final issue illustrated by the marvelously talented Stephen Bissette and John Totleben. Their farewell is a deeply evocative, beautiful depiction of the apocalypse, of the end of all things, and they manage to create the definitive evil, something so powerful that can actually scare the demons of hell. Bissette, Veitch and Totleben bestow upon Doctor Fate, Spectre and the others a sense of dignity but also despair. The “spontaneous combustion” of Sargon and Zatara is brutal, and they apply the most delicate textures of the brush to show us how shocking can it be to see human flesh burning. 
Cain and Abel look upon an horde of demons led by Swamp Thing and Deadman /
Caín y Abel miran la horda de demonios dirigida por la Cosa del Pantano y Deadman 

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Doctor Fate is defeated / Doctor Fate es derrotado

Las palabras son una pieza clave de los hechizos, del mismo modo que los buenos escritores pueden crear magia de verdad usando sólo palabras. "La invocación" (publicada en "Swamp Thing" # 46, junio de 1986), es sobre conjuros, hechizos y la poderosa magia de la literatura. 

Alan Moore convoca a algunos de los personajes más oscuros del Universo DC, aquellos que experimentan con lo arcano, aquellos con hechicería suficiente para conquistar el plano astral. John Constantine reúne a Baron Winter, Sargon el hechicero, Dr. Occult, Steve Dayton (conocido en el pasado como Mento, de la Patrulla Condenada), Zatara y Zatanna. Mientras tanto, Swamp Thing reúne a Deadman, Phantom Stranger, Doctor Fate, Spectre y el demonio Etrigan. La guerra con la oscuridad primordial está por empezar, y ni siquiera las criaturas del infierno se sienten cómodas ante esta nueva amenaza (Etrigan admite “favorecer al diablo que conocemos”).

Cuando leí "La invocación" por primera vez, me di cuenta de lo maquiavélico que podía ser John Constantine. Él manipula a Baron Winter para usar su mansión en Georgetown como centro de operaciones, le miente a Steve Dayton diciéndole que su vida no correrá peligro, y su cinismo nunca le impide sonreír mientras recuerda sus sesiones de sexo tántrico con Zatanna, la hija del prestigioso brujo, Zatara. Stan Woch y Alfredo Alcalá capturan la esencia monstruosa del infierno, mientras que expresan una atmósfera ominosa en el mundo real, con énfasis especial en las expresiones retorcidas de Constantine y sus colegas.

If the Spectre has fallen, can Swamp Thing prevail? /
Si Spectre ha caído, ¿podrá prevalecer la Cosa del Pantano?
"He visto... seres humanos... tanto atormentadores como atormentados... presas de un terrible círculo... de dolor y retribución... género contra género... raza contra raza... generaciones perdidas... en un laberinto de muerte... y culpa... y pólvora", reflexiona la Cosa del Pantano, mientras recuerda su viaje por los rincones más oscuros de Estados Unidos. Sus días de viaje han terminado. “American Gothic” ha terminado. Y ese es el principio de “El fin” (julio de 1986), una edición de aniversario extra grande que celebra el número 50 de "Swamp Thing". Es aquí donde todo llega "a la máxima velocidad que nos arremolina sin remordimientos hacia el clímax del ciclo", tal como afirma Charles Shaar Murray.

En lo más profundo del infierno, comienza la batalla final contra la oscuridad primordial. El demonio Etrigan es el primero en atacar, pero su fatalismo causa su derrota; el segundo es Doctor Fate, pero su desprecio marca su caída; el tercero es Spectre, la criatura más poderosa de la Tierra, del cielo y del infierno, pero ni siquiera su divina sed de venganza es suficiente. Finalmente, la Cosa del Pantano sorprende a la oscuridad primordial con su calma, sus raíces en la naturaleza, y aunque no puede dañar a su enemigo tampoco recibe ningún daño. Sus conclusiones, no obstante, merecen ser resaltadas: “la negra tierra... es rica en obscena descomposición... sin embargo, la gloriosa vida... brota de ella […] tal vez la maldad... es el humus formado por la descomposición de la virtud... y tal vez... tal vez es en ese musgo siniestro... en el que la virtud crece con más fuerza”.
The primordial darkness is unleashed / la oscuridad primordial es desatada

Mientras tanto, en la Tierra, la sesión de espiritismo continúa. John Constantine intenta canalizar todas las energías místicas a su disposición para ayudar a la Cosa del Pantano y a sus aliados. Pero se enfrentan a fuerzas más allá de la comprensión humana y el resultado es trágico: Sargon el hechicero se quema vivo, y luego Zatara sufre la misma agonía. Finalmente, la mente de Steve Dayton colapsa. Constantine y los sobrevivientes restantes entienden el alto costo de la victoria.

Como observa Neil Gaiman en el prólogo “la consumación de la saga ‘American Gothic’ tenía el doble de ancho de un cómic normal, y aun así pudo ser más grande. El Armagedón llega y se va en cuarenta páginas, dejando un rastro de muertos e individuos destrozados y una filosofía que prácticamente toda religión calificaría de herética –o por lo menos incómoda. También marcó el fin del equipo artístico de Bissette y Totleben”. 

De hecho, este es el último número ilustrado por los maravillosamente talentosos Stephen Bissette y John Totleben. Su despedida es profundamente evocativa, un hermoso retrato del apocalipsis, del fin de todas las cosas, y logran crear la maldad definitiva, algo tan poderoso que puede incluso espantar a los demonios del infierno. Bissette, Veitch y Totleben le otorgan a Doctor Fate, Spectre y los demás un sentido de dignidad pero también de desesperación. La “combustión espontánea” de Sargon y Zatara es brutal, y ellos aplican las texturas más delicadas del pincel para mostrarnos lo impactante que es ver la carne humana quemándose.

September 5, 2013

Swamp Thing # 46, 47 & 48 - Moore, Bissette, Totleben & Woch

Stephen Bissette & John Totleben
The red skies gleam on the horizon, time melts as different eras amalgamate with each other, the weather patterns all over the globe have gone crazy. The end is nigh. And Alan Moore forces us to see the extent of the damage: “Something was eating the sky. Everyone who’s ever hoped to be long dead by doomsday looked up, and the feeling in their stomachs was just as they’d always known it would be”. 

Revelations” (published in Swamp Thing # 46, March 1986) begins as a Crisis on Infinite Earths crossover and ends up on a very disturbing note. In 1986, DC Comics set about the difficult mission of streamlining their heroes. Crisis on Infinite Earths was the first mega-event conceived to alter the status quo (“Worlds will live. Worlds will die. And the DC Universe will never be the same”). 

In “Revelations”, Swamp Thing and John Constantine are transported to the Monitor’s satellite, where every superhero of the DC Universe has been summoned. Thousands of characters “a surreal and glimmering mardi gras of costumes… and semblances too strange… to be costumes” heed the call of Alexander Luthor. Earth, the galaxy, the entire universes and all parallel realities and dimensions are about to be destroyed. And every hero must play its role. Alexander Luthor holds a brief but meaningful audience with Swamp Thing and John Constantine. Others will take care of the preservation of Earth in the physical plane, but saving the spiritual plane is a priority. 

The final three pages are a masterwork of the horror genre, as Sister Ann Marie –one of Constantine’s associates– looks for help in the most awful neighborhoods of London. Something tells her she’s being followed. Then she takes the subway, and still she’s being hunted. Trapped in a subterranean station, she must do everything she can to escape from the shadows. She runs, but she knows she can’t outrun death. Stephen Bissette and John Totleben capture the claustrophobic essence of the subterranean, the feeling of entombment; with profound black lines and large shadows, they meticulously carve the face of the nun –an old woman– and make her look even more wrinkled. We could say that Bissette and Totleben are kings of the realm of the night, but in the initial pages of “Revelations” it’s clear that they also rule in the realm of the day: their portrayal of hordes of clean and shiny superheroes is stunning, their interpretation of the young Alexander Luthor is both dazzling and faithful to the original George Pérez version. 

When John Constantine appeared for the first time, he promised Swamp Thing knowledge. And now he finally fulfills his promise in “The Parliament of Trees” (April 1986). Charles Shaar Murray, in the prologue makes the following statement: “‘The Parliament of Trees’ with its taut, raging dissection of the intimate connections between voyeurism and puritanism, sows the first seeds of the explosion which will carry Swamp Thing –and Abby– far beyond the climax of ‘American Gothic’”. Deep in a South-American forest, there is a place inhabited by other elemental creatures, they’ve been there for centuries and they were all once like Swamp Thing. Full of questions, Swamp Thing lets his roots grow near to the roots of the other elementals, and he establishes a dialogue with them mediated neither by the sound of voice nor the rationale of humans. Nevertheless, the Parliament of Trees rejects Swamp Thing. “They were creatures… like me… like me… and they cast me out”. Artists Stan Woch and Ron Randall reproduce the beauty of nature and together create exquisite designs that combine the human anatomy with the shape of trees.
Alexander Luthor and the heroes of the DC Universe /
Alexander Luthor y los héroes del Universo DC


A Murder of Crows” is the conclusion of the American Gothic saga. Everything has been leading up to this final confrontation with the forces of the Brujería. John Constantine had orchestrated his plan and forced Swamp Thing to travel across the nation to face the undiluted presence of evil for one reason: so that he might be prepared to fight against a secret cult that intends to conquer the spiritual plane. 

Most of Constantine’s colleagues have been murdered, but those who have survived travel with him to the Patagonia, to the cave where the Brujería is hidden. But nothing goes according to plan, Swamp Thing and John Constantine barely escape alive. The mission is a complete failure. Meanwhile, back in Louisiana, a newspaper has run a photography that shows a naked Abigail being intimate with a creature of the swamp. Accused of being a sex offender, she’s fired from her job and arrested immediately afterwards.


Although in previous chapters we’ve seen John Totleben focusing only on inking, in “A Murder of Crows” he proves to be every bit as genius in his capacity of penciler, adding richly detailed textures to Swamp Thing’s body, sculpting figures in the dark as if they were made out of clay, showing us the horror of the cave and the human remains while concealing other aspects (and thus igniting our imagination). Totleben’s dynamism and panel arrangement also deserve as much praise as possible. 
The Parliament of Trees / El parlamento de los árboles
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American Gothic: vampires, werewolves, zombis and more /
American Gothic: vampiros, hombres lobo, zombies y más

Los cielos rojos surcan el horizonte, el tiempo se derrite mientras diferentes eras se amalgaman entre sí, los patrones climáticos enloquecen en todo el mundo. El fin está cerca. Y Alan Moore nos obliga a ver la extensión del daño: "Algo estaba comiéndose el cielo. Todos los que habían esperado morir mucho antes del día del apocalipsis miraron hacia arriba, y la sensación en sus estómagos era justo como supieron siempre que sería".

“Revelaciones” (publicado en Swamp Thing # 46, marzo de 1986) empieza como un crossover de las Crisis en Tierras Infinitas y termina de manera muy perturbadora. En 1986, DC Comics emprendió la difícil tarea de reestructurar a sus héroes. Crisis en Tierras Infinitas fue el primer mega-evento concebido para alterar el status quo ("Mundos vivirán. Mundos morirán. Y el Universo DC nunca volverá a ser el mismo").

En “Revelaciones”, la Cosa del Pantano y John Constantine son transportados al satélite del Monitor, allí han sido convocados todos los superhéroes del universo DC. Miles de personajes “un carnaval surreal y luminoso de disfraces... y apariencias demasiado extrañas... para ser disfraces” obedecen la llamada de Alexander Luthor. La Tierra, la galaxia, universos enteros y todas las realidades y dimensiones paralelas están a punto de ser destruidas. Y cada héroe debe desempeñar un rol. Alexander Luthor tiene una breve pero significativa audiencia con la Cosa del Pantano y John Constantine. Otros se encargarán de preservar la Tierra en el plano físico, pero salvar el plano espiritual es una prioridad.
John Constatine against the darkness (art by John Totleben) / John Constatine contra la oscuridad (arte de John Totleben)

Las tres páginas finales son una obra maestra del género de terror, la hermana Ann Marie –una de las aliadas de Constantine– busca ayuda en los barrios más horribles de Londres. Algo le dice que está siendo seguida. Entonces toma el metro pero sigue siendo acechada. Atrapada en una estación subterránea, ella deberá hacer todo lo que pueda para escapar de las sombras. Corre, pero sabe que no puede correr más rápido que la muerte. Stephen Bissette y John Totleben capturan la esencia claustrofóbica del subterráneo, la sensación de estar en una tumba; con líneas negras profundas y largas sombras, tallan meticulosamente la cara de la monja -una anciana- y la hacer ver aún más arrugada. Podríamos decir que Bissette y Totleben son reyes del reino de la noche, pero en las páginas iniciales de “Revelaciones” queda claro que también dominan el reino del día: es estupendo el retrato de las hordas de limpios y relucientes superhéroes, y la interpretación del joven Alexander Luthor es asombrosa y fiel a la versión original de George Pérez.
Inside the cave of the Brujería / Dentro de la cueva de la Brujería

Cuando John Constantine apareció por primera vez, le prometió a la Cosa del Pantano conocimiento. Y ahora finalmente cumple su promesa en "El parlamento de los árboles" (abril 1986). Charles Shaar Murray, en el prólogo, afirma lo siguiente: “‘El parlamento de los árboles’ con su firme y furibunda disección de las conexiones íntimas entre voyerismo y puritanismo, planta las primeras semillas de la explosión que llevará a la Cosa del Pantano –y a Abby– mucho más allá del clímax de ‘American Gothic’”. En la profundidad de una selva sudamericana, hay un lugar habitado por otras criaturas elementales, han estado allí durante siglos y todos fueron como la Cosa del Pantano alguna vez. Lleno de preguntas, la Cosa del Pantano deja que sus raíces crezcan cerca de las raíces de los otros elementales, y establece un diálogo con ellos que no es desvirtuado por la voz ni por la racionalidad humana. No obstante, el parlamento de los árboles rechaza a la  Cosa del Pantano. "Ellos eran criaturas... como yo... como yo... y me han abandonado". Los artistas Stan Woch y Ron Randall reproducen la belleza de la naturaleza y juntos crean diseños exquisitos que combinan la anatomía humana con la forma de los árboles.

"Un asesinato de cuervos" es la conclusión de la saga American Gothic. Todo confluye en la confrontación final con las fuerzas de la Brujería. Constantine ha fraguado un plan y ha obligado a la Cosa del Pantano a viajar a lo largo de la nación para enfrentarse a la presencia indisoluble del mal con un objetivo: para que pueda prepararse para la pelea contra un culto secreto que pretende conquistar el plano espiritual.

Muchos de los colegas de Constantine han sido asesinados, pero aquellos que sobreviven viajan con él hasta la Patagonia, a la cueva donde se oculta la Brujería. Pero nada va de acuerdo al plan, la Cosa del Pantano y John Constantine apenas escapan con vida. La misión es un completo fracaso. Mientras tanto, en Luisiana, un periódico ha publicado una fotografía que muestra a una Abigail desnuda en un momento de intimidad con una criatura del pantano. Acusada de ser una depravada sexual, es despedida de su trabajo y velozmente arrestada. 

Aunque en capítulos previos hemos visto a John Totleben enfocándose solamente en el entintado, en "Un asesinato de cuervos" demuestra que es más que genial en su capacidad como dibujante a lápiz, añadiendo texturas ricamente detalladas al cuerpo de la Cosa del Pantano, esculpiendo figuras en la oscuridad como si estuviesen hechas de arcilla, mostrándonos el horror de la cueva y los restos humanos mientras oculta otros aspectos (encendiendo así nuestra imaginación). El dinamismo de Totleben y la distribución de viñetas también merecen todos los elogios posibles.

August 26, 2013

Swamp Thing # 43, 44 & 45 - Moore, Bissette, Woch & Totleben

Stephen R. Bissette & John Totleben
For decades, drugs were one of many untouched –and untouchable– taboos of American mainstream comics. But drug consumption wasn’t something strange for Alan Moore (after all, he got expelled from his school as a teenager due to an altercation involving drugs). Occasionally DC and Marvel addressed the issue of drugs, always focusing on the negative aspects of addiction and the lethal consequences of ingesting illegal substances. So I’m surprised to see how “Windfall” (published in Swamp Thing # 43, December 1985) was approved in the first place. After all, here drugs are not only the path to hell, they’re also a stairway to heaven. I guess we owe it all to the audaciousness of editor Karen Berger.

Chester, a jobless hippy who sells marijuana to his loyal customers, becomes the focal point of this amoral tale. The rest of the characters converge around him, attracted by his latest discovery: a fruit produced by the body of Swamp Thing. He shares the fruit with two men. The first man gives it to his wife, who’s dying of cancer, and through a psychedelic dream the couple rediscovers the value of life and the beauty of nature: “We spend our lives, pressing our bodies against each other, trying to break the surface tension of our skins, to unite in a single bead”. The dying woman embraces life more than ever, and through an orgasmic and cosmic experience she bonds with his husband in ways none of them could have imagined before. The second man eats the fruit and sees himself as a monster; plagued by nightmares and horrible visions, he goes mad. He dies only minutes after eating the mysterious fruit.

Chester hears what happened to his ‘customers’. The first one is happy and grateful; the second one, dead. If the fruit somehow brings to the surface who we are, our true essence, then it means that we can either have a good or a bad trip… and the consequences of the bad trip can be deadly. The last page is my favorite. Chester stares at the last piece of fruit, trying to decide if he’s a good or a bad person, trying to speculate what could happen to him if he ingested the fruit. In the end, indecision overwhelms him. He won’t eat it, but then again, would you? 

Penciler Stan Woch and inker Ron Randall take advantage of the hallucination provoked by the fruit and create highly imaginative sequences and an indisputable oneiric beauty; as usual, Tatjana Wood’s colors are superb. 

In the “Bogeymen” (January 1986), a serial killer obsessed with the eyes of his victims goes through the swamps of Louisiana. This is a man that has killed 165 people, and has memorized their eyes. He can remember the eyes of all his victims and he often rejoices in this macabre remembrance. The world is agitated. Madness is stirring inside the Bogeyman’s head, and all around the world, the sky has turned red. 

The Crisis on Infinite Earths is upon us, and the red skies are a warning of what is to come, and that’s what Batman says when he runs into John Constantine and Steve Dayton (formerly known as Mento, the hero with mental powers) in a short but very memorable sequence… seeing Batman taking a few minutes to recognize Mento is just priceless.

Stephen Bissette, Ron Randall and John Totleben magnificently illustrate “Bogeymen”: their detailed lines and intricate designs mesmerize the readers, but it’s the balance between shadows and light that surprises us the most. The final splash page is one of the most beautiful compositions we’ve seen in this title so far, and that’s saying a lot. The face of Swamp Thing is hidden in the darkness of the night, his left eye is there for us to see and his right eye is replaced by the shining midnight moon, and below all of this, the creature of the swamp walks into the woods, into the dark. What a fantastic page. I still remember when I read this story for the first time. Having Swamp Thing materializing in Abigail’s bathroom sure was a scary moment, and it works perfectly thanks to the artistic team.  
Sex: an antidote against death? / el sexo: un antídoto contra la muerte

Ever since the opening salvo of “American Gothic”, Alan Moore reimagined some of the most traditional troupes of the horror genre. Vampires were turned into subaquatic creatures in Rosewood lake; the myth of the werewolf was transformed into an allegory of machismo, the subjugation of women and the lunar phases replaced by the menstrual cycle. Now Moore plays with the classic haunted house, filling the empty figure of the ghost with social criticism. 

Bang, bang! Surely we’ve heard that onomatopoeia before, and Alan Moore plays with it. On the one hand, the bang-bang makes references to revolver shots, but also the sound of hammering. In “Ghost Dance” (February 1986) both elements are combined into one enthralling narrative. A wealthy family has built a house over six acres of their property. Such monumental construction demanded the constant work of men, and thus the sound of hammers and nails were heard for years. Until it all stopped. And once it stopped a very familiar sound reappeared. The sound of guns. Every man, woman or child –even animals– murdered by the bullet of a Cambridge gun reappear as ghosts inside the gigantic house. And when a group of friends visit the house, all the ghosts reawaken.  

This isn’t a politically correct story. Alan Moore challenges the hegemony of groups such as the National Rifle Association (we know that the people who enter the house have ties with that organization), and that’s what’s so great about it. Because the main idea here isn’t a pretty one: America was built on the corpses of Indians, much in the same way that this house was built thanks to the opulence generated by the production and commercialization of the Cambridge repeater (a cheaper version of the Winchester rifle). A hammer against a nail, a bullet against our flesh, it’s all the same. But the sound must stop. And Swamp Thing knows how to stop it. 
While Abigail reads a Clive Barker novel something strange happens in the bathroom /
Mientras Abigail lee una novela de Clive Barker algo extraño sucede en el baño

The art here is in the hands of Stan Woch and Alfredo Alcalá, and they create a dark and ominous atmosphere. They recreate the horror of death but above all the horrific fascination Americans have always felt towards weapons. At the end, John Constantine reappears and congratulates Swamp Thing, but he also highlights how close they are to the end: “I’ve got a couple of front row tickets for the end of the universe”. Now that’s something that deserves to be seen.
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Batman, Steve Dayton (Mento) & John Constantine

Durante décadas, las drogas fueron uno de los muchos tabús intocados -e intocables- de los cómics de difusión masiva de Estados Unidos. Pero el consumo de drogas no era algo ajeno para Alan Moore (después de todo, cuando era adolescente, fue expulsado de su colegio a causa de un altercado que involucraba drogas). Ocasionalmente, DC y Marvel habían mencionado el tema de las drogas, siempre enfocándose en los aspectos negativos de la adicción y en las consecuencias letales de ingerir sustancias ilegales. Así que me sorprende ver que "Fruto del cielo" (publicado en Swamp Thing # 43, diciembre de 1985) fuera aprobado en primer lugar. Después de todo, aquí las drogas no sólo son el camino al infierno, también son la escalera al cielo. Supongo que se lo debemos a la audacia de la editora Karen Berger.

Chester, un hippy desempleado que les vende marihuana a sus leales clientes, se convierte en el punto focal de este relato amoral. El resto de los personajes convergen alrededor de él, atraídos por su más reciente descubrimiento: un fruto producido por el cuerpo de la Cosa del Pantano. Él comparte el fruto con dos hombres. El primero se lo da a su esposa, que está muriendo de cáncer, y a través de un sueño psicodélico la pareja redescubre el valor de la vida y la belleza de la naturaleza: "Vivimos nuestras vidas presionando nuestros cuerpos entre sí, intentando quebrar la tensión en la superficie de nuestras pieles, para unirnos en una sola gota". La mujer moribunda abraza la vida más que nunca, y a través de una experiencia orgásmica y cósmica, se une a su marido en modos que nadie podría haber imaginado antes. El segundo hombre come el fruto y se ve a sí mismo como un monstruo; enloquece plagado por pesadillas y horribles visiones. Muere apenas unos minutos después de comer el misterioso fruto.
Extraordinary composition by Bissette & Totleben /
Extraordinaria composición de Bissette y Totleben

Chester escucha lo que les pasa a sus 'clientes'. El primero está feliz y agradecido; el segundo, muerto. Si la fruta de algún modo trae a la superficie quiénes somos, nuestra verdadera esencia, entonces eso significa que podemos tener un buen o un mal viaje... y las consecuencias del mal viaje pueden ser mortales. La última página es mi favorita. Chester se queda mirando el último pedazo del fruto, intentando decidir si es una buena o mala persona, intentando especular qué podría pasarle si es que ingiere el fruto. Al final, la indecisión lo abruma. No se lo come, pero, ¿acaso ustedes sí se lo comerían? 

Los artistas Stan Woch y Ron Randall aprovechan la alucinación provocada por el fruto y crean secuencias sumamente imaginativas y de una indiscutible belleza onírica; como siempre, los colores de Tatjana Wood están soberbios.

En “El hombre del saco” (enero 1986), un asesino en serie obsesionado con los ojos de sus víctimas atraviesa los pantanos de Louisiana. Este es un hombre que ha matado a 165 personas, y ha memorizado sus ojos. Puede recordar los ojos de todas sus víctimas y a menudo se regodea en esta remembranza macabra. El mundo está agitado. La locura se arremolina en la cabeza del hombre del saco, y a lo largo del mundo, el cielo se ha vuelto rojo.  

La Crisis en Tierras Infinitas ha llegado, y los cielos rojos son una advertencia de lo que pasará, y eso es lo que dice Batman cuando se encuentra con John Constantine y Steve Dayton (antiguamente conocido como Mento, el héroe con poderes mentales) en una corta pero muy memorable escena... Ver a Batman demorándose algunos minutos en reconocer a Mento no tiene precio.
Alan Moore reinvents the haunted house /
Alan Moore reinventa la casa embrujada

Stephen Bissette, Ron Randall y John Totleben ilustran magníficamente “El hombre del saco”: sus líneas detalladas e intrincados diseños hipnotizan al lector, pero lo que más nos sorprende es el balance entre sombras y luz. La página final es una de las más bellas composiciones que hemos visto en la colección, y eso ya es decir bastante. El rostro de la Cosa del Pantano se oculta en la negrura de la noche, el ojo izquierdo está a la vista y el derecho es reemplazado por la resplandeciente luna de la medianoche, y debajo de todo, la criatura del pantano camina hacia los bosques, hacia lo oscuro. Una página fantástica. Todavía me acuerdo cuando leí esta historia por primera vez. Cuando la Cosa del Pantano se materializa en el baño de Abigail es un momento de miedo, y funciona perfectamente gracias al equipo artístico.  

Desde el inicio de “American Gothic”, Alan Moore reinventó a la muchedumbre más tradicional del género del terror. Los vampiros fueron convertidos en criaturas subacuáticas en el lago Rosewood; el mito del hombre lobo fue transformado en una alegoría del machismo, la subyugación de la mujer y las fases lunares reemplazadas por el ciclo menstrual. Ahora Moore juega con la clásica casa embrujada, llenando de crítica social la vacía figura del fantasma.

¡Bang, bang! Seguramente hemos oído esta onomatopeya antes, y Alan Moore juega con ella. Por un lado, el bang-bang hace referencia al disparo del revólver, pero también al sonido del martilleo. En "Danza fantasma" (febrero 1986) ambos elemenos se combinan en una narrativa cautivante. Una familia acaudalada ha construido una casa sobre seis acres de su propiedad. Una construcción tan monumental ha demandado un trabajo constante, y así, el sonido de los martillos y los clavos fue escuchado por años. Hasta que todo se detuvo. Y una vez que se detuvo reapareció un sonido muy familiar. El sonido de las pistolas. Todo hombre, mujer o niño -incluso animales- asesinado por la bala de las armas Cambridge reaparece como fantasma dentro de la gigantesca casa. Y cuando un grupo de amigos visitan la casa, todos los fantasmas despiertan. 

Esta no es una historia políticamente correcta. Alan Moore desafía la hegemonía de grupos como la Asociación Nacional del Rifle (sabemos que la gente que entra en la casa tiene vínculos con esta organización) y eso es lo que cuenta. Porque aquí la idea principal no es algo agradable: Estados Unidos se construyó sobre los cadáveres de los indios, del mismo modo que la casa se construyó gracias a la opulencia generada por la producción y comercialización del rifle Cambridge (una versión más barata del rifle Winchester). Un martillo contra un clavo, una bala contra nuestra carne, todo es lo mismo. Pero el sonido debe parar. Y la Cosa del Pantano sabe qué hacer para lograrlo. 

Aquí el arte está en las manos de Stan Woch y Alfredo Alcalá, y crean una atmósfera ominosa y oscura. Ellos recrean el horror de la muerte y, por encima de todo, la horrenda fascinación que los estadounidenses sienten hacia las armas. Al final, John Constantine reaparece y felicita a la Cosa del Pantano, pero también subraya lo cerca que están del fin: "Tengo un par de boletos de primera fila para el fin del universo". Y eso es algo que merece verse.

February 25, 2013

Swamp Thing # 40, 41 & 42 - Moore, Bissette, Alcalá & Totleben

Stephen Bissette & John Totleben
Lycanthropy is associated with lunar cycles. The full moon exacerbates the beast within. But what happens when, instead of a traditional werewolf, we have a wolf-woman? Does the lunar cycle stimulate her in the same manner? Or does her menstruation cycle affect her bestial transformation? 

After destroying a covenant of aquatic vampires, John Contantine asks Swamp Thing to embark on another adventure. This time, however, there are no evil creatures, just a woman scorned and humiliated by her sexist husband. Alan Moore explains the practices of the native American Indians and how they used to temporarily exile menstruating women. There is a stigma associated with the female condition and the blood of the reproductive cycle. 

In the story, a husband makes fun of his wife, telling her that the Indians were smart enough to get rid off women during “that time of the month”. Moore presents a middle class couple and their middle class neighbors. Men joke around about pre-menstrual-syndrome and the infinite patience required to deal with that. Women simply set the table and clean the dishes. Have things changed after 28 years? I seriously doubt that. Men still feel more comfortable with machismo and women are still slightly discriminated in our phallocentric society. In most countries, including my own, women earn less money than men despite the fact of having the same educational background. Cases of domestic violence continue to arise, and it is still women who get injured at the hands of their husbands. Every TV ad about cleaning products keeps showing the same image: a docile housewife whose only purpose in life is to do the laundry. It’s amazing, and we’re supposed to be in the 21st century.

When “The Curse” was published in Swamp Thing # 40 (September 1985), many readers were scandalized by the story. Besides, the Comics Code Authority strictly forbade sex and all related subjects. Therefore menstruation was a taboo. Nevertheless, Karen Berger decided to publish the story anyway, and today, almost three decades later, it still remains as a justified admonition. Stephen Bissette and John Totleben drew some truly spectacular pages here, my favorite is probably the confrontation between Swamp Thing and the wolf-woman, the immobile and monstrous bodies before the struggle and the intricately detailed close up of the last two panels. 


I would like to say that after 30 years no such thing as racism exists. But of course, if I say that I would be lying. “Southern Change” (Swamp Thing # 41) starts with the harmless arrival of a television crew. They’re filming a new soap opera in the plantations of Louisiana. Local people have been hired as extras and even Abby Arcane visits the set. However, the presence of the living greatly disturbs the dead: “What do they think about, in their beds beneath the ground? What do the dead people think about?”. Surely they remember... hundreds of black slaves, tortured, mutilated, murdered, think about their white masters. When Abby talks about the irony of having the descendants of those black slaves acting as black slaves in a TV show only to receive a meager paycheck, she asks the Swamp Thing if that is sad or funny. “It is human”, it’s his reply. The artist is again Stephen Bissette, but since John Totleben was busy producing a beautifully painted cover, the guest inker here is Alfredo Alcalá. Alfredo provides a much needed strength and rudeness to the artist’s pencils, expressing all the rage and hatred between black and white people. 

“Strange Fruit” has one of the best initial pages I have read in my life. The skeleton of a black slave, buried centuries ago, cannot rest. He wants to yawn but he’s afraid to lose his jaw in the process, he can’t raise his hand to “rub the cobwebs” from his eye sockets. He feels the formation of fungus for fifty years, he counts the insects that walk over his bones, he names them, one by one, inventing “dynasties” of bugs, he does everything he can, but eventually he realizes that it is impossible to sleep, and he starts moving. And next to him, in the coffins of the cemetery, all the dead awake, anxious, longing for freedom: “The pain cannot be buried and forgotten. The pain cannot remain in the past or hidden beneath the soil. That which is buried is not gone. That which is planted will grow”. The result of centuries of slavery is no longer buried, and the few white men that remain in the plantations will soon fall prey of an army of living dead. Swamp Thing manages to burn down most of the zombies, but a few of them escape. In the final page, one of them “finds coffin-like comfort working the ticket booth in a grindhouse theater”, coming from another era, he feels more than satisfied making minimal wage and having no benefits or rights, his employer knows that he’s exploiting this odd looking man, but he’s so happy about finding a hardworking man that will never complain about anything. 

The penciler of “Strange Fruit” is Stephen Bissette, and his inker this time is Ron Randall. In the preface of this volume, Stephen explains that the last page of this issue made him realize something: “it still resonates with the reality of what I was living at the time. Unlike the zombie ticket seller I wasn’t happy feeling boxed in” and so after two years of non-stop work Stephen finally decided that it was time to take a rest. He would only stay until the end of the American Gothic saga. And thus begins the end of an era.  
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Against a wolf-woman / contra la mujer lobo

La licantropía está asociada a los ciclos lunares. La luna llena exacerba a la bestia interior. Pero ¿qué sucede cuando, en vez de un hombre lobo tradicional, tenemos a una mujer lobo? ¿El ciclo lunar la estimula de la misma manera? ¿O su transformación bestial es afectada por el ciclo de la menstruación?

Después de destruir a un clan de vampiros acuáticos, John Contantine le pide a Swamp Thing que se embarque en otra aventura. Esta vez, sin embargo, no hay criaturas malignas, sólo una mujer denigrada y humillada por su esposo machista. Alan Moore explica las prácticas de los indios norteamericanos nativos y cómo solían exiliar temporalmente a las mujeres cuando menstruaban. Hay un estigma asociado con la condición femenina y la sangre del ciclo reproductivo. 

En la historia, un marido se burla de su esposa, diciéndole que los indios tenían la astucia suficiente para deshacerse de sus mujeres durante "ese periodo del mes". Moore presenta a una pareja de clase media y a sus vecinos de clase media. Los hombres bromean sobre el síndrome pre-menstrual y la infinita paciencia requerida para lidiar con esto. Las mujeres simplemente ponen la mesa y lavan los platos. ¿Han cambiado las cosas después de 28 años? Realmente lo dudo. Los hombres todavía se sienten más cómodos el machismo y las mujeres son levemente discriminadas en nuestra sociedad falocéntrica. En la mayoría de países, incluyendo el mío, las mujeres ganan menos que los hombres a pesar de contar con el mismo nivel educativo. Los casos de violencia doméstica continúan aumentando, y todavía son las mujeres las que son golpeadas por sus esposos. Todos los comerciales de televisión sobre productos de limpieza siguen mostrando la misma imagen: una ama de casa dócil cuyo único propósito en la vida es lavar la ropa. Es asombroso, y se supone que estamos en el siglo XXI. 
Stephen Bissette & Alfredo Alcalá

Cuando “La maldición” fue publicada en Swamp Thing # 40 (setiembre de 1985), mucho lectores se escandalizaron. Además, la Autoridad del Código de los Cómics prohibía estricta-mente el sexo y todo tema sexual. La menstruación era un tabú. No obstante, Karen Berger decidió publicar la historia de todos modos, y hoy en día, casi tres décadas después, sigue siendo una denuncia justificada. Stephen Bissette y John Totleben dibujan algunas páginas realmente espectaculares, mi favorita es probablemente la confrontación entre Swamp Thing y la mujer-lobo, los cuerpos monstruosos e inmóviles antes de la lucha y el acercamiento detallado en los últimos dos paneles. 
night of the living dead / la noche de los muertos vivientes

Me gustaría decir que después de 30 años el racismo no existe. Pero, por supuesto, si dijera eso estaría mintiendo. "Cambio sureño" (Swamp Thing # 41) empieza con la inofensiva llegada de unos productores de televisión. Están filmando una nueva telenovela en las plantaciones de Louisiana. Los lugareños han sido contratados como extras e incluso Abby Arcane visita el set. Sin embargo, la presencia de los vivos perturba en gran medida a los muertos: "¿En qué piensan, en sus lechos bajo tierra? ¿En qué piensan los muertos?". Seguramente recuerdan... cientos de esclavos negros, torturados, mutilados, asesinados, piensan en sus amos blancos. Cuando Abby habla sobre la ironía de tener a los descendientes de esclavos negros actuando como esclavos negros en un show de televisón sólo para recibir un mísero cheque, ella le pregunta a Swamp Thing si eso es triste o chistoso. "Es humano" es su respuesta. El artista es de nuevo Stephen Bissette, pero como John Totleben estaba ocupado produciendo una hermosa portada pintada, el entintador invitado es Alfredo Alcalá. Alfredo provee una muy necesaria fuerza y rudeza a los lápices del artista, expresando así toda la ira y el odio entre negros y blancos. 
the revenge of the black slaves / la venganza de los esclavos negros
Strange Fruit / Fruto extraño
“Fruto extraño” tiene una de las mejores páginas iniciales que he leído en mi vida. El esqueleto de un esclavo negro, enterrado hace siglos, no puede descansar. Quiere bostezar pero teme perder su quijada en el proceso, no puede levantar su mano para "frotar las telarañas" de las cuencas vacías de sus ojos. Siente la formación de hongos por cincuenta años, cuenta los insectos que caminan sobre sus huesos, los nombra, uno por uno, inventando "dinastías" de bichos, hace todo lo que puede, pero finalmente se da cuenta de que es imposible dormir. Y empieza a moverse. Y junto a él, en los ataúdes del cementerio, todos los muertos se despiertan, ansiosos, clamando libertad: "El dolor no puede ser enterrado ni olvidado. El dolor no puede permanecer en el pasado ni oculto bajo tierra. Aquello que está enterrado no se ha ido. Aquello que está plantado crecerá". El resultado de siglos de esclavitud ya no está enterrado, y los pocos hombres blancos que permanecen en las plantaciones pronto serán presas de un ejército de muertos vivientes. Swamp Thing se las arregla para quemar a muchos de los zombis, pero algunos escapan. En la página final, uno de ellos "encuentra la comodidad propia de un ataúd trabajando en la taquilla de un lúgubre cine", al venir de otra era, se siente más que satisfecho con el salario mínimo y la ausencia de derechos o beneficios laborales, su empleador sabe que esto es explotación, pero está tan feliz de encontrar a un hombre trabajador que nunca se quejará de nada. 

Los lápices de “Fruto extraño” son de Stephen Bissette, y las tintas esta vez son de Ron Randall. En el prefacio de este volumen, Stephen explica que la última página de este número lo hizo darse cuenta de algo:  "todavía resuena con la realidad de lo que estaba viviendo en ese momento. A diferencia del zombi de la taquilla, yo no era feliz sintiéndome encasillado" y así, después de dos años de trabajo sin parar, Stephen finalmente decidió que era hora de descansar. Sólo se quedaría hasta el final de la saga American Gothic. Y de este modo empieza el fin de una era.