“Magic & Loss” is one of my favorite Planetary stories precisely because of that dichotomy. When we make a wish we hope it’ll come true, it’s this optimism that guides the actions of a technologically advanced society of highly rational aliens: “they still launch their probes full of art and anthems, aimed at imagined civilizations in distant solar systems”. They know they’re doomed, but before the destruction of their planet they still try to share their culture. In this scenario, a desperate couple send their newly born son to Earth.
Elsewhere, an assembly of intergalactic guardians, protectors of the cosmos, welcome a new member into their fold: “the one who serves justice, the one who works not for laws and authority structures -- but for finer worlds”. Destined to be the light in the blackest night, this new protector is now a part of what I would like to refer to as the Blue Lamp Corps. Evidently, if in the first case we have the origin of Superman and the destruction of Krypton, now we have the Green Lantern Corps and the confirmation of their honorable pursuits.
Blue Lamp Corps |
At the same time, in an impossible island that is affected neither by time nor tide, a queen and her daughter talk about the world of men. For thousands of years, this nation of women have made so much progress in science and art, that they are now ready to send an emissary to the American continent to “bring them news of a better way to live”. The chosen ambassador is the queen’s daughter, a wonderful woman who wears two bracelets that can be transformed into anything she can imagine. This time Ellis is making a clear reference to Wonder Woman.
the royal ambassador / la embajadora real |
Nevertheless, as the three travelers arrive to our world, they’re intercepted by the Four, mankind’s secret enemies (as seen on “It’s a Strange World”). An infant alien wrapped up in a red cape with a very familiar symbol is perhaps expecting to be adopted by a loving couple (in the same way that Kal-El was adopted by the Kents), however he falls into the hands of William Leather, who uses his powers to incinerate the baby. He keeps the indestructible red cape as a souvenir, though. The queen’s ambassador is murdered by Kim Süskind, who retains her golden bracelets. And finally, the protector of the cosmos is tortured and killed by Randall Dowling. After an autopsy, Dowling is able to extract the lamp of power from the alien’s body.
Elijah Snow and an archeological team find the 3 items in a secret facility of the Four. As he looks upon the lamp, the bracelets and the cape, Snow experiences pain and sorrow. These 3 falling stars were a symbol of hope, as they’ve always been in the classic DC Comics titles. However, most of the time, wishes do not come true. Instead of a Superman, we have a burned skeleton and a red cape that makes us wonder what could’ve happened. Instead of a Green Lantern, we have a powerless blue lamp that only reminds us of unrealized possibilities. Instead of a Wonder Woman, we have bracelets that cannot be worn by anyone, as a relic they are as useless as our most beloved peace symbols.
This extraordinary story gains an even deeper level of solemnity and sadness, as John Cassaday illustrates dying worlds and ghastly autopsy scenes. Simultaneously, the artist unleashes his imagination in his portrayal of the Blue Lamp Corps (a fantastic splash page with hundreds of alien characters, each one with a unique look). The Paradise Island sequence brings us the most exquisite architectural reimagining anyone could ask for. A very talented writer and a remarkable artist turn this into an unforgettable chapter; one that pays homage to the enchantment of magic and the sadness of loss.
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The death of the super alien / la muerte del súper alienígena |
Tal vez una estrella fugaz puede invitarnos a pedir un deseo, pero el mismo rayo de luz que cruza el cielo nocturno también puede ser un presagio. En “Magia y pérdida” (publicado en Planetary # 10, junio de 2000), Warren Ellis comparte con nosotros 3 estrellas fugaces en 3 momentos diferentes. De hecho, este es un admirable recurso narrativo que nos permite apreciar el contraste. Podemos pedir un deseo o interpretar la señal estelar como un portento ominoso.
“Magia y pérdida” es una de mis historias favoritas de Planetary precisamente por esa dicotomía. Cuando pedimos un deseo nuestra esperanza es que se haga realidad, ese es el optimismo que guía las acciones de una sociedad tecnológicamente avanzada de alienígenas sumamente racionales: “aún lanzan naves llenas de arte e himnos, en dirección a civilizaciones imaginadas en distantes sistemas solares”. Ellos saben que están condenados, pero antes de la destrucción de su planeta intentan compartir su cultura. En este escenario, una pareja desesperada envía a su hijo recién nacido a la Tierra.
En otro lugar, una asamblea de guardianes intergalácticos, protectores del cosmos, le dan la bienvenida a un nuevo miembro: “uno que sirve a la justicia, uno que no trabaja según las leyes y las estructuras autoritarias -- sino para mejorar los mundos”. Destinado a ser la luz en la noche más oscura, este nuevo protector es ahora parte de lo que me gustaría denominar como los Lámparas Azules. Evidentemente, si en el primer caso tenemos el origen de Superman y la destrucción de Kriptón, ahora tenemos a los Linternas Verdes y la confirmación de sus honorables metas.
Al mismo tiempo, en una isla imposible que no está afectada ni por el tiempo ni por la marea, una reina y su hija conversan sobre el mundo de los hombres. Por miles de años, esta nación de mujeres ha progresado tanto en ciencia y en arte, que ahora están listas para enviar a una emisaria al continente Americano para “llevar noticias de una mejor forma de vivir”. La embajadora elegida es la hija de la reina, una maravillosa mujer que usa dos brazaletes que pueden transformarse en cualquier cosa que ella pueda imaginar. Esta vez Ellis hace una clara referencia a Wonder Woman.
Elijah Snow admires the relics of a doomed past / Elijah Snow admira las reliquias de un pasado condenado |
No obstante, cuando los tres viajeros llegan a nuestro mundo, son interceptados por los Cuatro, los enemigos secretos de la humanidad (como vimos en “Es un mundo extraño”). Un infante alienígena envuelto en una capa roja con un símbolo muy familiar tal vez espera ser adoptado por una amable pareja (del mismo modo que Kal-El fue adoptado por los Kent), sin embargo cae en las manos de William Leather, que usa sus poderes para incinerar al bebé; aunque se queda con la indestructible copa roja como recuerdo. La embajadora de la reina es asesinada por Kim Süskind, que se apodera de los brazaletes dorados. Y finalmente, el protector del cosmos es torturado y asesinado por Randall Dowling. Después de una autopsia, Dowling es capaz de extraer la lámpara de poder del cadáver extraterrestre.
Elijah Snow y un equipo de arqueólogos encuentran los 3 objetos en una instalación secreta de los Cuatro. Al mirar la lámpara, los brazaletes y la capa, él experimenta dolor y tristeza. Estas 3 estrellas fugaces eran un símbolo de esperanza, como siempre lo han sido en los clásicos títulos de DC Comics. Sin embargo, la mayoría de las veces, los deseos no se hacen realidad. En vez de un Superman, tenemos un esqueleto quemado y una capa roja que nos hace preguntar qué es lo que podría haber pasado. En vez de un Green Lantern, tenemos una lámpara azul apagada que nos hace pensar en posibilidades no concretadas. En vez de una Wonder Woman, tenemos brazaletes que no pueden ser usados por nadie, como reliquias son tan inservibles como nuestros más amados símbolos de la paz.
Esta extraordinaria historia adquiere un nivel más profundo de solemnidad y tristeza cuando John Cassaday ilustra el mundo moribundo y las escalofriantes escenas de la autopsia. Simultáneamente, el artista desata su imaginación al retratar a los Lámparas Azules (en una fantástica página con cientos de personajes, cada uno con una fisionomía particular). La secuencia de Isla Paraíso tiene las más exquisitas reinvenciones arquitectónicas que uno podría imaginar. Un escritor muy talentoso y un artista notable hacen de este un inolvidable capítulo, que rinde homenaje al encantamiento de la magia y a la tristeza de la pérdida.